Si bien es cierto que la patata es un alimento 'demonizado' por su baja densidad nutricional y su protagonismo como snack poco saludable dentro de los menús de comida rápida, la realidad es que todavía se le pueden encontrar virtudes redentoras a este milenario alimento, siempre y cuando se consuma de la forma adecuada.
De hecho, como sugiere un nuevo estudio publicado en la revista Nutrients, la patata cocida no solo no debería evitarse, sino que sería un alimento necesario y esencial para ayudar a combatir la hipertensión, una de las enfermedades más prevalentes en España que habitualmente se maneja con medicación para toda la vida.
El secreto, según los investigadores, estaría en el potasio: aumentar este mineral en la dieta mediante ciertos alimentos -entre los que se incluyen las patatas horneadas o hervidas- o bien consumirlo como suplemento, podría reducir tanto la tensión arterial como el riesgo asociado a otras enfermedades cardiovasculares.
Como comenta Connie Weaver, PhD e investigadora principal del estudio, actualmente se suele recomendar reducir el consumo de sodio en la dieta para reducir la tensión arterial y el riesgo cardiovascular. Pero esto solo implicaría a la mitad de la ecuación.
El potasio, por su parte, juega un papel tan importante o incluso más que el sodio dentro de la dieta. Y la harina de patata sería la mejor opción en este aspecto, incluso superando a los suplementos de potasio aislados.
Actualmente la evidencia es limitada respecto al papel protector del potasio dentro de una dieta contra la hipertensión, y este estudio sería uno de los primeros en analizar el papel del potasio como variable principal.
Para demostrar esta importancia, los investigadores realizaron un ensayo clínico con 30 hombres y mujeres con rangos de prehipertensión e hipertensión durante 16 semanas. Se les dividió en 4 grupos:
- Dieta control, la cual incluía 2300 mg de potasio al día (una ingesta típica, considerada "baja").
- Dieta control con un suplemento de 1000 mg de potasio alimentario (en forma de patatas horneadas, hervidas o calentadas en sartén sin grasa adicional).
- Dieta control con un suplemento de 1000 mg de potasio alimentario (en forma de patatas fritas horneadas).
- Dieta control un suplemento de 1000 mg de potasio farmacológico, en forma de gluconato de potasio.
Las patatas representan hasta el 20% de la ingesta de alimentos de origen vegetal en la dieta estadounidense típica, y una patata mediana satisface hasta el 10% de las necesidades diarias de potasio de un adulto promedio. El problema es que algunas formas de cocción, como las patatas fritas, introducen compuestos insanos que anulan estos beneficios.
En este caso, cada dieta se adaptó a las necesidades calóricas específicas de los participantes, manteniendo constantes los demás nutrientes. Así mismo, se midió su tensión arterial en múltiples visitas en cada fase, y los mismos participantes recolectaron muestras diarias de orina y heces para evaluar la excreción y retención de potasio y sodio.
Según sus resultados, el consumo de patatas horneadas o hervidas tuvo el mayor beneficio en cuanto a reducción de la retención de sodio se refiere, incluso más que el suplemento artificial de potasio, logrando a su vez una mayor reducción de tensión arterial sistólica (o "tensión alta").
Además, respecto al consumo de patatas fritas horneadas, no se objetivó ningún efecto adverso sobre la tensión arterial o la función de los vasos sanguíneos. Sin embargo, tampoco se vió un efecto protector, como si fue el caso de las patatas cocidas. El efecto fue nulo respecto a la tensión arterial.
Para finalizar, si bien el estudio destaca por un gran control sobre la dieta y ser aleatorizado, con un diseño cruzado y un buen cumplimiento, los autores también destacan algunas limitaciones: un tamaño muestral pequeño, una escasa retención en la participación del estudio y una duración corta del mismo.