Uno de los terrores más comunes entre los niños es el de tragarse una pepita de sandía y que les crezca un árbol dentro, algo obviamente inverosímil. Pero este miedo a tragarse las pepitas de esta fruta roja tiene una base real: tomar pepitas de sandía u otras semillas similares en grandes cantidades, puede causar una obstrucción intestinal.
El motivo es la composición de la propia semilla, que cuenta con una cáscara dura de celulosa, y el sistema digestivo humano, que no cuenta con las enzimas necesarias para digerir este material. "En principio, si no se ingieren en grandes cantidades, sus nutrientes no serán absorbidos y se expulsarán del cuerpo tal cual, sin generar ningún tipo de problema", explica a EL ESPAÑOL Victoria Díaz, dietista-nutricionista.
Sin embargo, debido a su pequeño tamaño y esa armadura que las protege, las semillas pueden atravesar el píloro y la válvula ileocecal, de camino al intestino grueso, y acumularse gradualmente en el colón. De esta forma, basta con que la ingesta de estas pepitas sea continuada, aunque no en grandes cantidades, para ocasionar un verdadero problema en el sistema digestivo.
Relación con la apendicitis
Aunque en mucha menor medida, comer semillas que no han sido anteriormente molidas también puede provocar apendicitis. Así lo revela un análisis llevado a cabo por varios investigadores del Hospital de Investigación y Formación de Bozyaka, Turquía, que concluyó que sólo en un 0,05% de los casos están relacionados con la ingesta de semillas de frutas. "La proporción de apendicitis aguda causada por plantas es mínima, pero el evitar comer semillas de frutas enteras, puede ayudar a prevenir esta inflamación tan peligrosa", concluyen los científicos en el estudio.
Lo habitual es que el 95% de las sustancias que se ingieren, pasen por el sistema digestivo sin causar complicaciones. Pero ese 5% restante, se compone de sustancias con distintas características que les otorga la facilidad de acumularse en la última parte del intestino grueso, el ciego, obstruyendo así la conexión con el apéndice, provocando su inflamación.
Pueden provocar obstrucción intestinal
Estudios como el llevado a cabo por el departamento de cirugía en el Centro Médico de Galilea, en Israel, revelaron que efectivamente la ingesta de pepitas de sandía, higos chumbos o girasol puede provocar complicaciones que lleven a la persona al hospital. El estudio, llevado a cabo a lo largo de 18 años, de 1996 a 2005, recogió todos los casos de impactación fecal o fecaloma atendidos en el centro.
En el 55% de estos casos, el motivo fue un fitobezoar, es decir, una masa dura de materiales vegetales no digeridos, que se acumulan en estómago y en el intestino delgado. En la mayoría de los casos, el origen estaba en la ingesta de semillas de higos chumbos y sandía. Además, el tratamiento de estos pacientes requirió hospitalización y al contrario que con otro tipo de obstrucciones, la extracción de estas acumulaciones requirió anestesia general.
Un grupo de cirujanos de varios hospitales de Atenas, Grecia, realizaron una investigación similar cuyos datos se publicaron en 2019. En particular, decidieron hacer una revisión de los casos documentados sobre este tipo de obstrucciones, desde 1980 hasta 2018. Descubrieron que un 72% de los pacientes, tanto niños como adultos, procedían de países del Mediterráneo y de Oriente Medio, puesto que esta fruta es parte de la dieta mediterránea, y que la mayoría habían sido producidos por semillas de sandía.
Síntomas y factores de riesgo
Los síntomas más comunes entre los pacientes que sufren una obstrucción intestinal, tras la ingesta de pepitas de sandía, son: estreñimiento, dolor abdominal y rectal, acompañado de tenesmos o deposiciones teñidas de sangre. En cuanto a los factores de riesgo reconocidos están: la cirugía gástrica previa, enfermedad neuropsiquiátrica, endocrinopatías que alteran la motilidad gastrointestinal y una mala masticación. En el caso de la formación de bezoares en el intestino, no vinculados a la ingesta de semillas, están las estenosis gastrointestinales, diabetes y enfermedad neuropsiquiátrica.
Beneficios si se ingieren molidas
A pesar de todos los inconvenientes que pueden traer las pepitas de sandía al sistema digestivo, tostarlas y molerlas es una muy buena forma de aprovechar todos los nutrientes que pueden aportar al organismo. La problemática cáscara, molida, puede ser un rico aporte de fibra, mientras que la semilla que hay en el interior contiene proteínas, minerales y grasas saludables.
En concreto, por cada 100 gramos, contienen 557 calorías, cero azúcares, 99 miligramos de sodio y 28,33 de proteína. Además de vitaminas como B3, niacina, esencial para el metabolismo de carbohidratos y grasas, que además ayuda a disminuir el colesterol dañino, y B9, es decir, ácido fólico, necesario para la producción de glóbulos rojos y la síntesis del DN.
También son ricas en fósforo, vital para los huesos; magnesio, que regula el sistema inmune y la función muscular; potasio, un tipo de electrolito relacionado con la función de los nervios y la contracción de los músculos; zinc, base para el sistema inmune; y manganeso, relacionado con el correcto funcionamiento de la glándula tiroides, la regulación de los niveles de azúcar en sangre y la absorción de calcio.
De este modo, moliendo las pepitas de la sandía, se podrá disfrutar de todos los beneficios que pueden aportar, evitando así cualquier tipo de riesgo como las obstrucciones intestinales y la apendicitis.