Un estudio liderado por la profesora e investigadora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS) Diana Díaz Rizzolo ha descubierto que el consumo regular de sardinas tiene un efecto preventivo ante la diabetes tipo 2, la enfermedad metabólica más prevalente en España.
Según el estudio, nutrientes presentes en la sardina en altas cantidades, como la taurina, el omega 3, el calcio y la vitamina D, tienen un rol protector ante esta enfermedad, que afecta en torno a un 14% de la población española mayor de 18 años, como indicó el pasado jueves la UOC en un comunicado.
Rizzolo pone en valor este descubrimiento científico, ya que el consumo de sardina no solo es asequible económicamente y fácil de encontrar, sino que es seguro y preventivo ante la diabetes tipo 2: "Es fácil recomendar su consumo desde la consulta médica y asumible por parte de la población", ha declarado.
En la investigación también han participado investigadores del Laboratorio de Investigación en Diabetes y Obesidad y del Grupo de Investigación en Atención Primaria, ambos del IDIBAPS; del Institut Hospital del Mar d'Investigacions Mèdiques (IMIM) y del Fatty Acid Research Institute de Estados Unidos.
También han participado expertos de la Universidad de Barcelona (UB), del Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CIBERDEM), situado en Madrid, y del Departamento de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínic de Barcelona.
Dos latas de sardinas
El estudio, cuyos resultados se han publicado en abierto en la revista Clinical Nutrition, incluyó 152 pacientes de tres centros de atención primaria, de 65 años o más, y con prediabetes, con unos niveles de glucemia en ayunas entre 100-124 mg/dl.
Todos los pacientes entraron en un programa nutricional enfocado a disminuir el riesgo de padecer la enfermedad, pero solo el grupo de intervención añadió a su dieta 200 gramos semanales de sardinas; es decir, dos latas de sardinas con aceite de oliva.
Para facilitar su consumo, y gracias a la colaboración de la Fundación Alicia, los participantes recibieron un libro de recetas a base de sardinas en lata; y se aconsejó que se comiera la sardina entera, sin sacar el esqueleto, dado que esta parte es especialmente rica en calcio y vitamina D.
Sardinas y omega 3
La sardina y los boquerones son algunas de las fuentes más asequibles de ácidos grasos cardiosaludables. Ambos aportan unos 2 gramos de ácidos grasos omega-3 por cada 100 gramos y el kilo ronda los 4 euros, según los precios del pescado fresco disponibles en la web de Carrefour.
En el listado de los diez pescados más ricos en omega-3 también se encuentra el atún (3 gramos por cada 100), que también es de los más caros, la caballa (1,9 gramos), el salmón (1,3 gramos), el pez espada (0.8 gramos), la trucha (0.7 gramos), el mero (0,580 gramos), la merluza (0,552 gramos) y el salmonete (0,35 gramos).
El aporte de omega-3 por una ración de unos 200 gramos casi cubre al 100% de la ingesta diaria recomendada, según la Fundación Española de Nutrición. Hay que destacar su contenido en proteínas de alto valor biológico, casi 25 gramos por ración, así como las vitaminas del grupo B, como la B12, B6, niacina y riboflavina.
En general, estas vitaminas permiten el aprovechamiento de los nutrientes energéticos (hidratos de carbono, grasas y proteínas). Ambos pescados también aportan cantidades significativas de vitamina D, que favorece la absorción normal del calcio y el fósforo, su oligoelemento mayoritario (una ración cubre el 93% de la ingesta recomendada al día). Además este pescado azul es fuente de selenio, mineral que contribuye tener sanas las uñas y el cabello.