El ayuno intermitente es una de las últimas estrategias para perder peso que se han puesto de moda en España. Al contrario de las dietas que consisten en la reducción de calorías que se consumen al día, se trata de una abstinencia controlada y limitada en el tiempo. Es decir, quienes hacen ayuno intermitente no ingieren alimentos durante un período de tiempo que, como mínimo, dura unas 12 horas, aunque es variable.
Durante la fase en la que se ingieren alimentos se recomienda llevar una dieta saludable, aunque no es el objetivo principal de esta estrategia. Las personas que realizan este tipo de alimentación sí que pueden beber líquidos no azucarados durante toda la jornada. Según explica la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), todavía faltan estudios que confirmen los beneficios del ayuno intermitente sobre el metabolismo.
El organismo explica que las últimas investigaciones no han encontrado certezas acerca de los efectos del ayuno intermitente en la mortalidad, el infarto de miocardio y la insuficiencia cardíaca. El ayuno intermitente podría resultar eficaz para adelgazar en comparación con una alimentación sin restricciones y podría ser tan eficaz como la restricción energética continua, pero todavía existen varias incógnitas.
Las incógnitas
Algunas de las cuestiones que todavía están por aclarar sobre el ayuno intermitente serían, por ejemplo, determinar qué variedad es la más eficaz y en qué condiciones, qué pacientes podrían beneficiarse y cuáles no —por ejemplo, las personas que padecen diabetes o trastornos de la alimentación— y qué consecuencias puede tener a largo plazo en la salud metabólica, cardiovascular o, incluso, en el rendimiento cognitivo.
Si bien el mecanismo por el cual el ayuno intermitente ayuda a reducir el peso corporal no se conoce por completo, las investigaciones apuntan a que se produce por tres vías. La primera es la utilización mayoritaria de la grasa del tejido adiposo para la obtención de energía por parte del organismo, lo que a largo plazo puede reducir el riesgo cardiovascular; la segunda, el estrés nutricional durante el ayuno y, por último, los ciclos circadianos.
El ayuno intermitente no ha demostrado, de momento, que reduzca una mayor cantidad de peso corporal que una dieta convencional de reducción de calorías. Además, se han observado casos de largos períodos de ayuno continuado (entre 5 y 7 semanas) en los que los órganos y los músculos se consumen para la obtención de energía por la inanición. Esta estrategia, por tanto, puede ser contraproducente si se practica con mucha frecuencia.
Un proceso supervisado
El estado de inanición se caracteriza por una pérdida excesiva de peso, anemia, diarrea crónica o delirios. Sin embargo, cuando el ayuno intermitente se pauta como terapia por un profesional no presenta estos efectos secundarios. Si se lleva a cabo durante muchos días seguidos pueden experimentarse dolores de cabeza, desmayos, debilidad, aturdimiento, sensación de frío, cambios de humor y, en casos extremos, cambios en la conducta alimentaria.
Por esta razón, si estás pensando en utilizar el ayuno intermitente para perder peso, lo mejor es pedir consejo a un profesional de la nutrición. Esta estrategia no debe entenderse como, simplemente, dejar de comer durante un período de horas determinado, sino que debe ser un proceso supervisado para obtener resultados sin comprometer la salud.