Basta con teclear té kombucha en Google para comprobar cómo aparecen multitud de marcas vendiendo distintas variedades de esta bebida e infinidad de artículos informando sobre sus impresionantes beneficios. Para la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), la realidad no es tan así y algunas marcas podrían estar "aprovechando el tirón para vender este producto a escala industrial".
Como explican, el té kombucha es una bebida que ya se consumía hace 2.000 años en China y tradicionalmente se ha elaborado siempre de forma casera. Es conocido también como hongo machuriano, hongo del té u hongo chin, ya que es una bebida que se elabora a partir de té endulzado que ha sido fermentado por una colonia simbiótica de bacterias y levadura. Además, le ocurre algo parecido al kéfir: se puede multiplicar indefinidamente si recibe alimentación.
Es innegable que esta bebida fermentada genera compuestos como enzimas y ácidos orgánicos que son beneficiosos para el organismo. No obstante, tiene un limitado valor nutricional.
Para la OCU, este té ha pasado a ser tan conocido por los numerosos y diversos beneficios que se le atribuyen relacionados con el hecho de que es una bebida fermentada probiótica. Entre ellos, se cuenta que mejora los problemas digestivos, fortalece el sistema inmune, normaliza la presión arterial, combate la artritis y el dolor de articulaciones o previene la pérdida de memoria. Sin embargo, la organización informa: "la realidad es que no existe evidencia científica que garantice estas propiedades, por lo que podemos concluir que #Nocuelan".
Las particularidades del té
Esta colonia de microorganismos a la que se conoce como SCOBY -de aspecto gelatinoso- actúa sobre el té produciendo CO2, ácido ácetico y pequeñas cantidades de alcohol. Esto, según la OCU, da lugar al particular y efervescente sabor de esta bebida que puede recordar al vinagre de manzana o a alguna variedad de champán, según el tipo de té.
Ahora bien, el sabor del té varía en función del tiempo de fermentación, que suele ser de entre 7 y 30 días. Como detalla la organización, cuanto menos tiempo fermente, el sabor de la kombucha será más dulce y suave. Por el contrario, si el conjunto de estos microorganismos actúa sobre el té durante más tiempo, esto da lugar a un sabor más intenso y ácido-avinagrado.
Además del sabor, también pueden variar el tipo de bacterias y hongos de la kombucha según el té que se utilice, -de nuevo- el tiempo de fermentación e, incluso, los microorganismos que haya presentes en la cocina a la hora de preparar la comida. Por ello, la OCU advierte: “¡Cuidado con la higiene!”. La explicación es que al tratarse de un conjunto vivo, su composición también cambia dependiendo del medio en el que se desarrolle, por lo que se necesitarán unas precauciones higiénicas y especiales.
En este sentido, como es una bebida que no está pasteurizada, no es recomendable a nivel general, sobre todo para personas que sufren alguna patología a nivel intestinal o del sistema inmunológico, mujeres embarazadas que no hayan consumido antes este alimento, mujeres lactantes y niños menores de cinco años. Además, es importante también prestar atención a las cantidades, ya que no deberán consumirse en exceso porque puede provocar malestar digestivo con síntomas de diarrea o flatulencias, entre otros.
La OCU explica además que, si bien es cierto que la cantidad de alcohol de esta bebida es muy pequeña, sí que debe tenerse en cuenta, sobre todo para personas que tienen problemas de alcoholismo o están en fase de recuperación.