Cada cierto tiempo, aparece por las redes una sustancia llamada vitamina B17. Por lo general, resaltando su capacidad para curar el cáncer. Sin embargo, bajo esta denominación se esconde en realidad un medicamento llamado Laetrile, una forma artificial de la amigdalina que se encuentra de forma natural en algunos alimentos, como las nueces crudas, como las almendras amargas o los huesos de algunas frutas como el albaricoque, aunque en niveles muy bajos.
Según algunas de estas historias recurrentes, el cáncer sólo sería más que el resultado de la deficiencia de vitamina B17. "El objetivo con este artículo es convencerte que no hay ninguna enfermedad tal como lo es el cáncer, puesto que es solo una deficiencia de vitamina B17 (Amygdalin). Así que presta mucha atención acerca de esta teoría del cáncer que no ha sido dada a luz por completo, te sorprenderás", señala una de estas publicaciones.
Todo ello, sin ahorrar críticas a gobiernos y farmacéuticas, a los que acusa de esconder esta información en pos de espurios intereses económicos y políticos: "Resulta que para la industria el cáncer es un negocio que vale miles y miles de millones de dólares estadounidenses. Pero, a pesar que la cura del cáncer existe desde hace mucho tiempo, no se ha dado a conocer por la sencilla razón que llena los bolsillos de las industrias farmacéuticas”. Unas afirmaciones que se basan en el libro Un mundo sin cáncer: la historia de la vitamina B17 de G. Edward Griffin, que, en definitiva, no son más que un refrito de teorías conspirativas y de defensa de las terapias pseudocientíficas.
Sin embargo, y a pesar de los supuestos testimonios que afirman haber superado el cáncer con esta sustancia, lo cierto es que no existe evidencia científica de su eficacia. Es más, en su contra hay numerosos estudios que lo vinculan con efectos secundarios potencialmente graves. De hecho, las entidades reguladoras de medicamentos en Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea advierten sobre los riesgos de someterse a ellos, sobre todo por su relación con el cianuro.
Historia de una hipótesis
En 1920, Ernst T. Krebs padre formuló la teoría de que la amigdalina podría ser eficaz contra el cáncer. Una posible eficacia que se veía reducida por la toxicidad que representaba para los humanos. Su hijo, Ernst T. Krebs Junior, continuó sus investigaciones. En 1952 pudo sintetizar una versión menos dañina llamada Laetrile. A pesar de no ser una vitamina, la denominó vitamina B17, probablemente para evitar las regulaciones de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA), que se aplican a los medicamentos, pero no a las vitaminas.
A pesar de estos intentos por esquivar la supervisión, la FDA emitió una declaración contra el Laetrile en 1977. En ella, señalaba la inexistencia de evidencias científicas para respaldar su eficacia y seguridad. Finalmente, la FDA acabó declarando ilegal los tratamientos de amigdalina contra el cáncer en 1987.
Esta postura de la FDA se reafirmó en 2016, cuando advirtió a 14 compañías que vendían ilegalmente "más de 65 productos que prometen fraudulentamente prevenir, diagnosticar, tratar o curar el cáncer". Unos pasos similares dieron otros organismos. La Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos (EFSA), también sentó su posición sobre el efecto tóxico de la amigdalina. Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reiteró que "el Laetrile no es una vitamina, como algunos afirman, sino un veneno que puede conducir a la muerte".
Dudas sobre beneficios
La mayor parte de la investigación sobre la vitamina B17 se centra en sus asociaciones con el cáncer, como hemos visto con pingües resultados. Sin embargo, hay quienes defienden posibles beneficios para la salud en otras áreas.
Un estudio en personas entre 40 y 65 años encontró que la amigdalina ayudó a reducir la presión arterial sistólica en un 28,5% y la presión arterial diastólica en un 25%. Sin embargo, este fue un estudio de muy baja calidad que no utilizó un grupo de control.
Otras investigaciones en ratas indican que la amigdalina puede ayudar a aliviar el dolor. No obstante, hay una falta de evidencia basada en humanos que sugiera la efectividad de la amigdalina como analgésico.
Otro estudio de 2020 sugiere que la vitamina B17 puede ayudar a aumentar la inmunidad. A pesar de ello, la investigación también destaca la falta de evidencia para respaldar esto y que se necesita más investigación.
En definitiva, todas estas afirmaciones se basan en estudios previos en los que no existe, por ahora, ningún resultado concluyente.
¿Cuáles son los riesgos?
Como hemos señalado antes, existen más evidencias de sus riesgos y efectos secundarios que de sus beneficios. Si una persona ingiere vitamina B17, el cuerpo la convierte en cianuro en el intestino delgado. Por ejemplo, un compuesto por vía oral de 500 miligramos de amigdalina puede suponer hasta 30 miligramos de cianuro. El problema es que esta sustancia es tóxica y puede ser mortal. Se estima que una dosis letal mínima de cianuro es de aproximadamente 50 miligramos o 0,5 miligramos por kilogramo de peso corporal.
Además, otras evidencias apuntan a que la amigdalina oral es aproximadamente 40 veces más potente que la forma intravenosa debido a la forma en que puede convertirse en cianuro en el tracto gastrointestinal. Además de la muerte en los casos más extremos, una intoxicación por cianuro de leve a moderada puede causar varios síntomas como dolor de cabeza, náusea, aumento de la frecuencia respiratoria, irritación de ojos y piel, mareo, coloración azul en la piel, labios, encías o alrededor de los ojos debido a la falta de oxígeno en la sangre o daño hepático.