Durante los últimos meses, numerosos estudios han destacado el potencial papel protector, o incluso "sanador", de la vitamina D contra la Covid-19. La 'vitamina del Sol', como es conocida habitualmente, se habría relacionado con cierta protección contra el contagio o incluso ser capaz de reducir las complicaciones asociadas a la enfermedad.
Sin embargo, la mayoría de estos estudios eran observacionales, sin identificar una clara causa-efecto en esta relación. Así mismo, muchos de ellos no fueron concluyentes, y se sospecha que existirían algunos sesgos a tener en cuenta.
Ahora, un nuevo trabajo publicado en la revista PLOS Medicine, a cargo de Guillaume Butler-Laporte, Tomoko Nakanishi y sus colegas, de la Universidad McGill de Quebec (Canadá) sugeriría que no existiría tal papel protector: la evidencia genética no respalda el potencial de la vitamina D frente a la Covid-19.
Tanto la vitamina D como la vitamina C y otros suplementos vitamínicos habrían cobrado gran protagonismo durante los primeros meses de la pandemia, por su supuesto efecto protector frente a la Covid-19. Sin embargo, la mayoría de estos suplementos no demostraron efecto protector como tal, y los que sí demostraron alguna relación se han puesto en entredicho.
En este nuevo trabajo le ha llegado el turno a la vitamina D, cuya presunta capacidad para proteger contra la enfermedad grave sigue siendo de gran interés para los expertos en salud pública. Sin embargo, la evidencia sobre dicha relación es escueta.
Así pues, Butler-Laporte y Nakanishi, junto a sus colegas, quisieron evaluar si existía una relación real entre los niveles de vitamina D y la susceptibilidad y gravedad de la enfermedad. En este caso, se llevó a cabo un estudio de aleatorización mendeliana, usando variantes genéticas asociadas a los niveles elevados de vitamina D.
Se analizaron variantes genéticas de 4.134 personas con Covid-19 diagnosticado, y de 1.284.876 personas sanas, de 11 países diferentes, con el objetivo de determinar si la predisposición genética a poseer niveles más altos de vitamina D se asociaría con una menor susceptibilidad o una menor gravedad.
Según sus resultados, no existía evidencia de que poseer niveles elevados de vitamina D predichos genéticamente afectase a la susceptibilidad a la Covid-19, o a su riesgo de hospitalización, o a su gravedad. En otras palabras, no habría evidencia de que los niveles circulantes de vitamina D tuviesen nada que ver con el contagio o el curso de la enfermedad.
Las limitaciones del estudio
Aún así, cabe destacar que el estudio, si bien es cierto que ha incluído a una gran cantidad y diversidad de individuos, no carece de limitaciones.
Los autores sugieren que la suplementación podría no mejorar los resultados frente a la Covid-19 en la población general, pero en este estudio no se incluyó a personas con déficit de vitamina D que recibiesen suplementación posteriormente, por lo que no es posible afirmar que las personas con un verdadero déficit de esta vitamina no adquieran protección frente a la enfermedad con la suplementación.
Por otro lado, solo se estudieron variantes genéticas que daban lugar a niveles elevados de vitamina D en individuos con ascendencia europea, por lo que no sería posible extrapolar estos datos a otras poblaciones.
Aún así, los autores inciden en que su trabajo no respaldaría la suplementación de vitamina D de forma generalizada como medida de salud pública para proteger a la población. Sugieren que sería más aconsejable realizar inversiones en otras vías terapéuticas o preventivas, y priorizarlas frente al uso de esta vitamina.
Finalmente, destacan que la mayoría de trabajos sobre la vitamina D son muy difíciles de interpretar, pues no pueden ajustarse a los factores de riesgo conocidos de Covid-19 grave, como es la edad avanzada o las enfermedades crónicas, entre otros; así mismo, estos mismos factores suelen relacionarse, a su vez, con un déficit de vitamina D. Pero que dos factores aparezcan a la vez en un mismo individuo no significa que tengan relación el uno con el otro.
Por ello los autores quisieron realizar un ensayo aleatorizado, aunque recuerdan que estos estudios son más complejos, requieren más recursos y más tiempo, siendo más complicados si cabe durante una pandemia.