Comer más alimentos nutritivos de origen vegetal es saludable para el corazón a cualquier edad, también en adultos jóvenes y mujeres posmenopáusicas, según dos estudios de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Minnesota y de la Universidad de Brown (Estados Unidos), publicados en el Journal of the American Heart Association, una revista de la Asociación Americana del Corazón.
Concretamente, en ambos estudios, que analizan diferentes medidas de consumo de alimentos vegetales saludables, los investigadores descubrieron que tanto los adultos jóvenes como las mujeres posmenopáusicas sufrían menos ataques al corazón y tenían menos probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares cuando comían más alimentos vegetales saludables.
En este sentido, en el primer estudio, titulado A Plant-Centered Diet and Risk of Incident Cardiovascular Disease during Young to Middle Adulthood, ha evaluado si el consumo a largo plazo de una dieta centrada en las verduras y un cambio hacia una dieta centrada en las mismas a partir de la edad adulta joven se asocian con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular en la mediana edad.
"Las investigaciones anteriores se centraban en nutrientes o alimentos concretos, pero hay pocos datos sobre una dieta centrada en las verduras y el riesgo a largo plazo de padecer enfermedades cardiovasculares", explica la autora principal del estudio, la doctora Yuni Choi, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Minnesota en Minneapolis.
Choi y sus colegas examinaron la dieta y la aparición de enfermedades cardíacas en 4.946 adultos inscritos en el estudio Desarrollo del Riesgo Arterial Coronario en Adultos Jóvenes (CARDIA). Los participantes tenían entre 18 y 30 años de edad en el momento de la inscripción (1985-1986) en este estudio y estaban libres de enfermedades cardiovasculares en ese momento.
Entre los participantes se encontraban 2.509 adultos negros y 2.437 adultos blancos, y el porcentaje de mujeres era del 54,9 por ciento. Los participantes también fueron analizados por nivel educativo (equivalente a más de la escuela secundaria frente a la escuela secundaria o menos).
Estos se sometieron a ocho exámenes de seguimiento desde 1987-88 hasta 2015-16, que incluyeron pruebas de laboratorio, mediciones físicas, historias clínicas y evaluación de factores de estilo de vida. A diferencia de los ensayos controlados aleatorios, no se instruyó a los participantes para que comieran determinadas cosas ni se les comunicaron sus puntuaciones en las medidas de la dieta, por lo que los investigadores pudieron recopilar datos imparciales sobre la dieta habitual a largo plazo.
Después de las entrevistas detalladas sobre la historia de la dieta, se puntuó la calidad de las dietas de los participantes basándose en la 'Puntuación de Calidad de la Dieta A Priori' (APDQS), compuesta por 46 grupos de alimentos en los años 0, 7 y 20 del estudio.
Los grupos de alimentos se clasificaron en alimentos beneficiosos (como las frutas, las verduras, las judías, los frutos secos y los cereales integrales); alimentos adversos (como las patatas fritas, las carnes rojas con alto contenido en grasas, los aperitivos salados, la bollería y los refrescos); y alimentos neutros (como las patatas, los cereales refinados, las carnes magras y el marisco) en función de su conocida asociación con las enfermedades cardiovasculares.
Así, las personas que se situaron en el 20 por ciento más alto de la puntuación de calidad de la dieta a largo plazo (lo que significa que comían la mayor cantidad de alimentos vegetales ricos en nutrientes y menos productos animales calificados negativamente) tenían un 52 por ciento menos de probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares, después de tener en cuenta varios factores (como la edad, el sexo, la raza, el consumo medio de calorías, la educación, los antecedentes de enfermedades cardíacas de los padres, el tabaquismo y la actividad física media).
Un 60% menos de probabilidad
Además, entre el séptimo y el vigésimo año del estudio, cuando las edades de los participantes oscilaban entre los 25 y los 50 años, aquellos que mejoraron más la calidad de su dieta (comiendo más alimentos vegetales beneficiosos y menos productos animales calificados negativamente) tuvieron un 61 por ciento menos de probabilidades de desarrollar una enfermedad cardiovascular posterior, en comparación con los participantes cuya calidad de la dieta disminuyó más durante ese tiempo.
Por último, Choi recuerda que una dieta centrada en las verduras "no es necesariamente vegetariana". "La gente puede elegir entre alimentos vegetales que sean lo más naturales posible, no muy procesados", comenta, y añade que "las personas pueden incluir productos animales con moderación de vez en cuando, como aves de corral no fritas, pescado no frito, huevos y lácteos bajos en grasa".
Beneficios para mujeres posmenopáusicas
El otro estudio, titulado Relationship Between a Plant-Based Dietary Portfolio and Risk of Cardiovascular Disease: Findings from the Women's Health Initiative (WHI) Prospective Cohort Study, los investigadores, dirigidos por la doctora Simin Liu, de la Universidad de Brown, evaluaron si las dietas que incluían alimentos de origen vegetal y pensadas para reducir el colesterol "malo" (conocida como dieta de la cartera) se asociaban con menos enfermedades cardiovasculares en mujeres posmenopáusicas.
Esta dieta incluía frutos secos; proteínas vegetales procedentes de la soja, las judías o el tofu; fibra soluble viscosa procedente de la avena, la cebada, el quimbombó, la berenjena, las naranjas, las manzanas y las bayas; esteroles vegetales procedentes de alimentos enriquecidos y grasas monoinsaturadas presentes en el aceite de oliva y de canola y en los aguacates; junto con un consumo limitado de grasas saturadas y de colesterol alimentario.
El estudio incluyó a 123.330 mujeres que, cuando se inscribieron en el estudio entre 1993 y 1998, tenían entre 50 y 79 años (la edad media era de 62 años) y no padecían enfermedades cardiovasculares. El grupo de estudio fue seguido hasta 2017 (tiempo medio de seguimiento de 15,3 años). Los investigadores utilizaron los datos de los cuestionarios de frecuencia alimentaria autodeclarados para puntuar a cada mujer en cuanto a la adherencia a la dieta de la cartera.
Según el estudio, en comparación con las mujeres que seguían la dieta de la cartera con menos frecuencia, las que se alineaban más tenían un 11 por ciento menos de probabilidades de desarrollar cualquier tipo de enfermedad cardiovascular, un 14 por ciento menos de probabilidades de desarrollar una enfermedad coronaria y un 17 por ciento menos de probabilidades de desarrollar una insuficiencia cardíaca.
"Con una mayor adherencia al patrón dietético de la cartera, se esperaría una asociación con aún menos eventos cardiovasculares, tal vez tanto como los medicamentos para reducir el colesterol. Aun así, una reducción del 11 por ciento es clínicamente significativa y cumpliría el umbral mínimo de cualquier persona para obtener un beneficio y los resultados indican que la dieta de la cartera produce beneficios para la salud del corazón", explica el autor principal del estudio, el doctor John Sievenpiper.