Pocos alimentos están tan presentes en la dieta habitual como el pan. Quien no coma unas tostadas en el desayuno, es probable que lo consuma en forma de bocadillo o como acompañamiento de otras comidas a lo largo del día. Hay -incluso- quienes se consideran panadictos, incapaces de dejar de comer pan. Pero lo cierto es que los expertos advierten que depende del tipo que se ingiera -pan blanco, pan integral- puede ser más o menos beneficioso para la salud.
No obstante, un estudio, que acaba de ser presentado en el Congreso ESC 2021 de la Sociedad Europea de Cardiología sobre cuidado cardiovascular incluye al pan producido en masa como uno de los alimentos ultraprocesados asociados a un mayor riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca.
Aunque es cierto que no todo el pan es perjudicial para la salud, como es el caso de aquellos para los que no se han utilizado harinas refinadas, sí que hay otros tipos de pan como el blanco o de molde que pueden estar relacionados con las enfermedades cardiovasculares.
En concreto, este último estudio -en el que se incluyó el pan producido en masa entre estos alimentos perjudiciales- examinó la relación entre el consumo de ultraprocesados y el desarrollo o las muertes por enfermedades cardiovasculares durante un período de 10 años.
El análisis utilizó datos del estudio prospectivo ATTICA, que se llevó a cabo entre los años 2001 y 2012 en Grecia. El estudio examinó además a adultos sin enfermedades cardiovasculares al inicio del estudio, a quienes se les preguntó sobre la frecuencia y el tamaño de las porciones de una variedad de alimentos y bebidas consumidos durante los siete días anteriores. Los investigadores utilizaron también un cuestionario para evaluar el nivel de adherencia o seguimiento de un patrón dietético saludable para el corazón como la dieta mediterránea, que se centra en la ingesta de frutas, verduras y cereales integrales, y lo hicieron asignándoles una puntuación de 0 a 55, en el que los valores más altos significan una mejor adherencia.
La investigación incluyó a 2.020 participantes, de los cuales 1.014 eran mujeres y 1.006 eran hombres de una media de edad de 45 años. En promedio, los participantes consumieron aproximadamente 15 porciones de alimentos ultraprocesados por semana entre los que se encontraban algunos productos como el pan, comidas preparadas, dulces, comida rápida o refrescos, entre otros.
Posteriormente, se comprobó si aparecían afecciones cardiovasculares como, por ejemplo, ataques cardíacos, anginas inestables, accidentes cerebrovasculares, insuficiencias cardíacas y trastornos del ritmo cardíaco como arritmias.
Un 10% más de probabilidad
Durante los 10 años en los que se les hizo el seguimiento, hubo al menos 317 afecciones cardiovasculares. Una incidencia que fue progresivamente mayor a medida que aumentaba el consumo de estos alimentos ultraprocesados. Así, los resultados reflejaron que con un consumo semanal promedio de 7,5, 13 y 18 porciones, la incidencia de enfermedad cardiovascular fue de 8,1%, 12,2% y 16,6%, respectivamente.
Es decir, según los resultados, cada porción adicional semanal de alimentos ultraprocesados se asoció con un 10% más de probabilidad de enfermedad cardiovascular a lo largo de 10 años.
Esta asociación se reevaluó según la adherencia a la dieta mediterránea y se comprobó que el papel agravante de los alimentos ultraprocesados se hizo aún más fuerte en los participantes que menos seguían este patrón dietético. En aquellos con una puntuación de dieta mediterránea menor de 27 (sobre 55), cada porción adicional semanal de alimentos ultraprocesados se asoció con una probabilidad un 19% más alta de enfermedad cardiovascular dentro de la década analizada.
Por contra, en los participantes con un nivel de moderado a alto de adherencia a la dieta mediterránea (puntuación por encima de 27), cada porción adicional semanal de alimentos ultraprocesados se asoció con un 8% más de probabilidad de enfermedad cardiovascular dentro de los 10 años estudiados.
La doctora Matina Kouvari, autora de la investigación y profesora de la Universidad Harokopio de Atenas, aseguró que se están encontrando pruebas de la relación entre los alimentos ultraprocesados y el aumento de los riesgos de padecer enfermedades crónicas. Subrayó además que este último estudio "sugiere que la relación perjudicial con las enfermedades cardiovasculares es aún más fuerte en aquellos con una dieta generalmente poco saludable".
En este sentido, argumenta que es una razón más para impulsar iniciativas de salud pública y políticas de nutrición que promuevan el consumo de alimentos nutritivos y saludables, y recomienda a la población que -en la medida de lo posible- limite la ingesta de alimentos ultraprocesados.