El sobrepeso azota a gran parte del mundo occidental y España, donde hasta un 25% de los españoles sufre obesidad, no queda al margen. Estados Unidos, donde hasta un 40% de los adultos la padece, sigue encabezando el podio mundial según dados de los Centros de Control de Enfermedades (CDC).
La obesidad no es solo una enfermedad metabólica más, sino que es un claro factor de riesgo para sufrir enfermedades cardio y cerebrovasculares, diabetes tipo 2 y determinados tipos de cáncer. Según las guías clínicas como las Pautas Dietéticas de los Estados Unidos 2020-2025, habría que "reducir la cantidad de calorías consumidas y aumentar el ejercicio", o lo que es lo mismo, los típicos "comer mejor" y "moverse más".
Pero este modelo está obsoleto, como señalan los autores de un nuevo editorial publicado en la revista The American Journal of Clinical Nutrition. Se trata de un enfoque basado en el "equilibrio energético", donde el aumento de peso es consecuencia del exceso de energía (de los alimentos) que no se gasta (falta de ejercicio). Pero en el mundo actual no es tan fácil.
Comer en exceso no es la causa
En el mundo moderno el problema es la ingente cantidad de alimentos procesados baratos, muy apetitosos y fáciles de conseguir. Es extremadamente fácil que una persona cualquiera consuma más de lo que necesita, con la dramática consecuencia de provocar los mayores índices de obesidad en las poblaciones más desfavorecidas. A todo ello hay que sumar el actual estilo de vida sedentario generalizado.
Los autores del editorial, titulado "The Carbohydrate-Insulin Model: A Physiological Perspective on the Obesity Pandemic" señalan que hay fallos en el "modelo de balance energético", y abogan por una alternativa: el modelo carbohidratos-insulina.
Según comenta el autor principal del editorial, el Dr. David Ludwig, endocrinólogo del Boston Children's Hospital, y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, el anticuado modelo de balance energético no explica las causas biológicas del aumento de peso.
"Durante un periodo de crecimiento acelerado, los adolescentes pueden aumentar la ingesta de alimentos hasta 1.000 calorías al día. Pero, ¿comer en exceso causa el "estirón" o es el estirón el que hace que el adolescente tenga hambre y coma en exceso?", argumentan.
El nuevo modelo carbohidratos-insulina sugeriría que comer en exceso no es la causa de la obesidad. En este caso, el modelo sugiere que gran parte de la culpa de la actual pandemia metabólica se debería a los modernos patrones dietéticos, caracterizados por un consumo excesivo de alimentos con alto índice glucémico; en particular, carbohidratos procesados y de rápida digestión.
Estos alimentos, más conocidos como ultraprocesados, provocan respuestas hormonales que cambian el metabolismo, potencial el almacenamiento de grasa y, en consecuencia, dan lugar a un aumento de peso y a la obesidad.
Cuando se consumen carbohidratos altamente procesados, el organismo aumenta la secreción de insulina y suprime la secreción de glucagón. A su vez, las células grasas se activan para almacenar más calorías, dejando menos calorías disponibles para los músculos y otros tejidos metabólicamente activos.
El cerebro, a pesar de la ingente cantidad de calorías, percibe que el organismo no recibe suficiente energía, y aumenta la sensación de hambre. Así mismo, el metabolismo puede llegar a ralentizarse en un intento de "conservar el combustible": se puede seguir teniendo hambre, incluso cuando hay calorías en exceso, y se potencia el almacenamiento de grasa.
"Qué comemos" en lugar de "cuánto"
Según los autores de la editorial, no importa solo "cuánto comemos", sino "qué comemos": los efectos de los alimentos sobre el metabolismo y las hormonas importa. Todas las calorías no son iguales, y por tanto el modelo del balance energético pasa por alto datos fundamentales.
Cabe destacar que el modelo carbohidratos-insulina no es nuevo, sus principios se remontan a la década de 1900. Sin embargo, en este editorial se han reunido 17 científicos para completar más dicho modelo, resumiendo la actual y creciente evidencia científica que apoyaría este modelo.
Si se adaptase el nuevo modelo y se dejase de lado el conocido balance energético, las implicaciones en el control de peso y trantamiento de la obesidad cambiarían radicalmente. Se dejaría de recomendar a la población "comer menos", sin más, una estrategia que no funciona a largo plazo.
Realmente lo que se debería recomendar, según explican los autores, es reducir el consumo de carbohidratos procesados y buscar alternativas más saludables a los mismos. Se lograría reducir el peso, con menos hambre por el camino.
Aún así, y a pesar de que ha pasado un siglo desde los inicios del modelo carbohidratos-insulina, los autores reconocen que se necesita más investigación para corroborar cuál de ambos modelos es mejor, o bien incluso generar nuevos modelos que se ajusten a la evidencia actual.