Los fines de semana están para descansar, disfrutar de horarios más relajados, dormir más, relajarse. Los horarios de comidas cambian, las cantidades y los tipos de alimentos también. Al ser dos días a la semana frente a cinco de rutina, puede parecer que no afecta demasiado al organismo, pero varios estudios apuntan lo contrario, revelando que este desfase horario puede hacerte ganar hasta cuatro kilos.
Un estudio llevado a cabo por investigadores del Ciberobn en la Universidad de Barcelona vincula la irregularidad de horarios en las comidas durante los fines de semana, el denominado jet lag horario, con un aumento del índice de masa corporal (IMC), cuya consecuencia es un mayor riesgo de padecer obesidad.
Los investigadores sugieren que un umbral del desfase horario en la alimentación de 3,5 horas es suficiente como para aumentar el IMC significativamente. Además, sugiere que a largo plazo, la reducción de la variabilidad entre los horarios de las comidas los fines de semana y los días de semana podría incluirse como parte de las pautas de horarios de las comidas para la prevención de la obesidad entre la población general.
Crononutrición
Así es como nace el concepto de crononutrición, que estudia el efecto de la alimentación sobre el sistema circadiano. Es decir, estudia el efecto de la ingesta sobre la secreción de hormonas relacionadas con el hambre, la saciedad, el sueño, la vigilia, la tolerancia a la glucosa y las repercusiones de estos efectos.
Este ciclo, muy influenciado por la luz solar, también está vigente en otras investigaciones como la publicada en la revista la International Journal of Obesity, realizada por científicos de la Universidad de Harvard, EEUU, con la participación de Marta Garaulet, catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia.
Los investigadores sugieren que comer tarde puede influir en el éxito de la terapia para adelgazar. Por lo que las nuevas estrategias terapéuticas deben incorporar no solo la ingesta calórica y la distribución de macronutrientes, como se hace habitualmente, sino también el momento de la ingesta de alimentos. Se hace referencia también a un reloj periférico en el tejido adiposo que, en función del momento del ciclo circadiano, activa o desactiva genes que pueden afectar a la pérdida o ganancia de peso.
En otra investigación más reciente, de septiembre de este mismo año, publicada en la revista de la Asociación Americana del Corazón, se evaluó el impacto de los patrones variables de alimentación sobre la salud cardiometabólica.
Se evaluó la duración del ayuno nocturno, el porcentaje de calorías ingeridas después de las cinco de la tarde y después de las ocho, además de los horarios de las comidas; incluyendo también un análisis de la diferencia entre los patrones alimentarios de fines de semana y días laborables. De esta forma tasan calculan y encuadran el horario para la comparativa.
El estudio revela que cuanto mayor es el desfase entre la semana y el fin de semana, mayor es el índice de masa corporal, como ya apuntaban los científicos españoles. También se da un aumento del riesgo de sufrir alteraciones del control glucémico y presión arterial alta; además también se asocia a una circunferencia de cintura superior a la media.
Atracones y excesos
Si se está intentando bajar de peso y durante los fines de semana se descuida el hábito y se aumentan las raciones o incluso se hace alguna comida más al día, no se consigue el diferencial energético suficiente como para quemar grasa. "Otro de los problemas viene cuando se intenta compensar. Por ejemplo, si se come mucho el sábado y en consecuencia, el domingo se ayuna, se ha observado una tendencia inconsciente a comer más los días posteriores", explica a EL ESPAÑOL María del Mar Silva, nutricionista licenciada también en Farmacia, especialista en nutrición clínica.
La nutricionista señala que las consecuencias de estos desfases empeoran en las vacaciones, al ser un periodo de descontrol más largo. Es decir, lo ideal sería mantener todos los días una estabilidad tanto de horarios en las comidas como de calorías consumidas y duración del ayuno nocturno. De esta forma se protege la salud y se reduce el riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares, diabetes tipo 2, obesidad abdominal e hipertensión arterial.