Que nos entre sueño después de una comida copiosa, tan frecuentes en estas fechas que se avecinan, entre dentro de la normalidad. Este fenómeno se conoce como somnolencia postprandial, aunque en un modo un tanto dramático algunos lo llaman de forma coloquial 'coma alimentario' (del inglés food coma).
Sentirlo de vez en cuando no tiene por qué suponer un problema grave. No obstante, en algunos casos, esta repentina sensación de somnolencia, de pérdida de energía o de disminución de la capacidad de concentración sí puede suponer un trastorno, en especial si nos afecta de un modo continuo y nos impide desarrollar nuestra vida con normalidad.
Existen muchas posibles explicaciones. En algunos casos, puede ocurrir como una reacción biológica natural a la digestión de determinados alimentos. En otros, su causa deriva del ritmo circadiano, el reloj interno del cuerpo, que regula los patrones de sueño. Veamos con más detalle los factores que influyen:
El tipo de comida
Un estudio de 2018 encontró que aquellos que consumían dietas ricas en verduras y grasas de alimentos como el aceite de oliva y los productos lácteos tendían a experimentar menos somnolencia, en comparación con las dietas pesadas en carne procesada, comida rápida y refrescos. De ello, se extrajo la conclusión de que las grasas y los carbohidratos podrían desencadenar la somnolencia al interrumpir los ritmos circadianos naturales del sueño del cuerpo.
En otro estudio, también de 2018, se apuntaba en la misma dirección, al señalar que que una comida rica en grasas y carbohidratos provocaba somnolencia y un aumento en algunos marcadores inflamatorios, especialmente entre los adultos obesos.
Uno de los elementos condicionantes es el triptófano, un aminoácido que el cuerpo usa para crear la serotonina que regula el sueño, la digestión y el estado de ánimo. Las comidas ricas en carbohidratos pueden ayudar al cuerpo a absorberlo, lo que es una de las causas de somnolencia.
La cantidad de comida
Sin duda, se trata de uno de los factores que tienen que ver con muchos aspectos de nuestra salud. Y en la somnolencia postprandial también. Cuanto mayor es una comida, más tiempo requiere el sistema digestivo para poder absorber todos los nutrientes. Además, el azúcar en sangre también aumenta, lo que puede provocar una caída en los niveles de energía poco después.
Un estudio de 2019 avala esta teoría. Los investigadores encontraron que aquellos que comían una comida razonable tenían menos probabilidades de sentirse somnolientos después de comer que aquellos que consumían comidas abundantes.
Cuándo comemos
La hora en la que ingerimos los alimentos es otro de los factores que influye. Esto puede sentirse, sobre todo, después de las comidas del mediodía, ya que algunos de los factores señalados antes pueden sumarse al hecho de que en ese momento es normal que se produzca una caída natural de energía del cuerpo. La causa la encontramos en los ritmos circadianos de vigilia, que caen entre las 14 y las 17 horas.
La circulación sanguínea
Algunos especialistas relacionan la somnolencia postprandial con la circulación sanguínea. En un pequeño estudio de 2018 con personas que se saltaron el desayuno, los participantes experimentaron una caída repentina en el flujo sanguíneo al cerebro poco después de almorzar, lo que provocó un aumento de los niveles de somnolencia diurna.
La posible explicación es que después de una comida, el cuerpo necesita concentrarse en digerir los alimentos, por lo que se mueve más sangre al sistema digestivo y se aleja del cerebro. Este cambio en la circulación puede desencadenar sensaciones de aturdimiento, mareos o somnolencia poco después de comer.
¿Un instinto primitivo?
Finalmente, algunos expertos achacan esta somnolencia a un rasgo humano instintivo que transmitieron nuestros ancestros cazadores, cazadores y recolectores de cavernas. En este sentido, es posible que los humanos estén programados para estar atentos en momentos de hambre para ayudarlos a encontrar alimento, y para relajarse y dormir una vez que hayan encontrado y consumido la comida.
¿Cómo prevenirla?
Como hemos dicho al principio, en la mayoría de los casos se trata de una reacción normal del organismo ante determinados estímulos. En pocas ocasiones suele ser síntoma de una causa subyacente de mayor gravedad. De tal forma, lo mejor para evitar esa sensación de sopor después de comer es tratar de adaptar la dieta, en especial si tenemos que cumplir con alguna obligación importante o que requiere de un alto grado de concentración.
Algunos hábitos que podemos adquirir para ello son: beber abundante agua para mantenerse adecuadamente hidratado; consumir suficientes electrolitos; reducir la cantidad de comida ingerida en una sola comida; recibir el suficiente sueño y de calidad; hacer ejercicio regularmente; limitar o evitar el alcohol; modular el consumo de cafeína; o comer alimentos que sean buenos para el intestino, el azúcar en la sangre, los niveles de insulina y el cerebro, incluidos carbohidratos complejos con alto contenido de fibra y grasas saludables.
Esto se puede lograr con una dieta equilibrada que incluya alimentos como verduras, cereales integrales, pescado graso, nueces o aceite de oliva. En cambio, habría que evitar el exceso de azúcar y las comidas excesivamente copiosas.
Eso sí, si a pesar de seguir estas pautas, los episodios de somnolencia postprandial continúan de forma recurrente, lo correcto será consultarlo con un especialista médico que pueda descartar algún problema que nos haya escapado.