El cáncer sigue siendo una de las enfermedades que más preocupan en España. En este 2021, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) estima que se habrán detectado 276.239 nuevos casos, según los datos que ofrece la Red Española de Registros de Cáncer (Redecan). El organismo explica que, debido al impacto de la Covid-19 en el sistema de salud, es muy probable que el número real de casos sea mayor y que hayan quedado sin diagnóstico.
El año pasado murieron en la Unión Europea 1,3 millones de personas a causa de esta patología y se diagnosticaron 2,7 millones de casos nuevos. Aunque los tratamientos han avanzado en gran medida y tanto la supervivencia como la calidad de vida han mejorado, el cáncer seguirá siendo en los próximos años uno de los principales retos en salud. La Comisión Europea estima que de aquí a 2035 los casos aumentarán en un 25% y el cáncer se convertirá en la primera causa de muerte en el continente.
Aparte de la inversión en investigación y en sanidad, una de las armas más potentes que tenemos a nuestra disposición para enfrentar al cáncer es la prevención. En esta estrategia, los hábitos de vida saludable juegan un papel fundamental: respetar las horas de sueño y descanso, la gestión del estrés, cuidar nuestras relaciones, hacer ejercicio y, por supuesto, alimentarnos de manera saludable. Este último aspecto, es probablemente uno de los que pensamos que más puede hacer por nosotros en contra del cáncer.
Carne a diario
Nuestros hábitos diarios tienen una gran importancia en el desarrollo de enfermedades y también sucede en el caso del cáncer. Ahora bien, la alimentación no es un factor milagroso para curarlo o para tener la certeza de que no padeceremos la enfermedad. Lo que sí es cierto es que si evitamos ciertas comidas y bebidas, como el alcohol o los ultraprocesados, y damos más protagonismo a otras, como las verduras o las legumbres, reducimos nuestro porcentaje de riesgo.
En este sentido, distintos expertos y organismos de salud han destacado la importancia de reducir el consumo diario de carnes procesadas o, directamente, evitarlas. Entre ellos destaca la Organización Mundial de la Salud (OMS) que en el año 2015 publicó un polémico informe en el que señaló a las carnes procesadas —y también a la carne roja— como un probado carcinogénico. Una noticia desagradable teniendo en cuenta que en los países occidentales abusamos de estos productos.
La OMS definió entonces a la carne procesada como "la carne que ha sido transformada a través de la salazón, el curado, la fermentación, el ahumado, u otros procesos para mejorar su sabor o su conservación". Es decir, los embutidos, los patés, las salchichas, las hamburguesas y otros productos similares. Hasta entonces se habían considerado poco saludables por aumentar la tasa de colesterol o tener mucha grasa, pero el riesgo de provocar cáncer era más desconocido.
Jamón aparte
La certeza de que estas carnes procesadas están fuertemente relacionadas con algunos tipos de cáncer —como los de colon y recto— procede de los resultados de grandes estudios. El PREDIMED es el mayor ensayo europeo aleatorio en nutrición y demuestra que disminuir el consumo de carnes rojas y procesadas reduce sustancialmente los casos graves de cáncer de mama y otras enfermedades cardiovasculares. El macroestudio EPIC, que incluye datos de 448.568 hombres y mujeres, estima que el 3,3% de las muertes en Europa se pueden prevenir si el consumo de carnes procesadas se reduce a menos de 20 gramos al día.
Según este artículo de EL ESPAÑOL, un análisis de 10 estudios estimó que cada porción de 50 gramos de carne procesada consumida cada día aumenta en un 18% el riesgo de desarrollar un cáncer colorrectal. Para hacernos una idea, la farmacéutica y nutricionista Marián García —conocida en redes sociales como Boticaria García— explica en su libro El jamón de York no existe (La Esfera de los Libros) que los paquetes de salchichas tipo Frankfurt pesan 140 gramos, la típica barra de fuet, 180 gramos, y el fiambre loncheado al vacío oscila entre los 100 y los 170 gramos.
Con respecto a la carne procesada es muy frecuente que surja una pregunta: ¿se puede considerar al jamón ibérico como tal? Teóricamente, sí. Sin embargo, muchos expertos se han pronunciado y han explicado que es injusto tratar de la misma manera a la más industrial de las salchichas y al jamón artesanal. El prestigioso epidemiólogo Miguel Ángel Martínez-González sostiene que el jamón ibérico "no es un ultraprocesado" y que consumir entre 4 y 5 raciones de jamón de 50 gramos cada una a la semana no supone problemas para la salud. En este artículo de EL ESPAÑOL aparecen otras razones por las que los científicos indultan a nuestro jamón.