El aumento del consumo de alimentos de origen vegetal es una herramienta fundamental de salud pública. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que el 70% de las muertes prematuras están causadas por enfermedades no transmisibles. El estilo de vida tiene un papel fundamental su aparición. "En general, se calcula que cada año podrían salvarse 1,7 millones de vidas si se aumentara lo suficiente el consumo de frutas y de verduras", explican.
Este consumo repercutiría en una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares y oncológicas debido, entre otros factores, al aporte de polifenoles. Estos compuestos vegetales naturales contienen antioxidantes que evitan el estrés oxidativo y el daño celular que producen los radicales libres. Según la Fundación Española de Nutrición (FEN), su consumo evita o retrasa la aparición de enfermedades cardiovasculares e isquémicas, además de evitar el daño del ADN celular que puede preceder a la conversión de una célula en cancerígena.
Este efecto antioxidante también repercute en la salud neurológica, un factor determinante de la calidad de vida a medida que envejecemos. Así, un estudio elaborado por equipos de la Universitat de Barcelona (UB) y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento (Ciberfes) ha revelado que una dieta rica en productos de origen vegetal disminuye el riesgo de sufrir deterioro cognitivo y demencia en las personas mayores.
Los resultados muestran una asociación protectora entre los metabolitos derivados de los alimentos ricos en polifenoles, como el cacao, el café, las setas, la manzana, té verde, arándanos, naranjas o granadas, y el deterioro cognitivo en personas mayores, han detallado la UB y el Ciberfes en un comunicado este jueves.
Publicado en la revista Molecular Nutrition and Food Research, el estudio se ha llevado a cabo durante doce años con 842 personas de más de 65 años de las regiones de Burdeos y Dijon (Francia) y se enmarca en la Iniciativa de Programación Conjunta 'Una dieta sana para una vida sana'.
La catedrática y jefa del Grupo de Investigación de Biomarcadores y Metabolómica Nutricional de los Alimentos de la UB y del Ciberfes, Cristina Andrés-Lacueva, ha explicado a Europa Press que la furoilglicina y la metilantina, biomarcadores del consumo de café y cacao, "presentaban un perfil protector, mientras que la sacarina -derivada del consumo de edulcorantes artificiales- se asocia a un rol perjudicial".
Para la catedrática de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación y miembro del Instituto de Neurociencias (UBNeuro) de la UB, Mercè Pallàs, el estudio de la relación entre el deterioro cognitivo, el metabolismo de la microbiota y el de los alimentos y el metabolismo endógeno es imprescindible para elaborar estrategias preventivas y terapéuticas que ayuden a cuidar la salud cognitiva.
Cambios en la alimentación
Los cambios en el estilo de vida y en la alimentación resultan "decisivos" como estrategia para prevenir el deterioro cognitivo y su progresión en enfermedades neurodegenerativas como el Alzhéimer y otras demencias.
De hecho, Andrés-Lacueva ha asegurado que un mayor consumo de frutas, verduras y alimentos de origen vegetal proporciona polifenoles y otros compuestos bioactivos que "podrían ayudar a reducir el riesgo de deterioro cognitivo debido a la edad avanzada".
España, como recuerda Consumidor Global, es líder europea en producción de fruta y verdura, lo que permite al consumidor obtener con facilidad y bajo precio alimentos de proximidad y temporada.