Golpe final a la copa de vino diaria: el peligro oculto que encierra su consumo habitual
La relación directa entre el consumo continuado de alcohol y el cáncer se ha podido demostrar por primera vez en un estudio.
27 enero, 2022 02:47Noticias relacionadas
Durante la última década, numerosos estudios han asociado el alcohol con un aumento del riesgo de cáncer. Concretamente, como recogíamos recientemente en EL ESPAÑOL, su consumo podría causar hasta 7 tipos de tumores diferentes. Y aunque se pueden encontrar moléculas técnicamente saludables en bebidas alcohólicas como el resveratrol en el caso del vino, los beneficios no compensan a los perjuicios.
Ahora, un nuevo gran estudio genético publicado recientemente en la revista International Journal Of Cancer confirmaría la evidencia de forma directa: existe un vínculo causal genético entre el consumo de alcohol y el desarrollo de cáncer.
El alcoholismo se suele relacionar con otros malos hábitos de estilo de vida, tales como una mala dieta, consumo de otros tóxicos como el tabaco, o la falta de ejercicio físico. Todos son factores de riesgo de cáncer. De hecho, en estudios previos se habría sugerido que estos factores serían los que realmente explicarían la relación entre el consumo de alcohol y esta enfermedad.
Sin embargo, este nuevo trabajo llevó a cabo un novedoso enfoque. Los investigadores se centraron en variantes genéticas que se sabe que están asociadas a menor consumo de alcohol. Se conocen dos variantes genéticas comunes que reducen la tolerabilidad de una persona frente al consumo de alcohol, disminuyendo la capacidad para descomponer el acetaldehído, una molécula tóxica que se produce tras el metabolismo del alcohol.
En estudios anteriores se ha demostrado que la presencia de estas variantes genéticas sirve como indicador de la ingesta de alcohol, ya que las personas con dichas mutaciones generalmente consideran que los efectos del consumo de alcohol son muy desagradables. Y a mayor presencia de acetaldehido, mayores son los efectos tóxicos y el malestar en el consumidor.
Así pues, los investigadores analizaron datos genéticos de 150.000 voluntarios de origen chino. Todos los participantes completaron varias encuestas donde describían sus hábitos de consumo de alcohol, y se siguieron sus registros generales de salud durante más de diez años. Cuando se evaluaron los hábitos subjetivos de consumo de alcohol se confirmó que los voluntarios con estas mutaciones genéticas de baja tolerancia al alcohol eran los que menos alcohol consumían en comparación a los que no poseían dichas variantes.
En general, el estudio encontró que aquellas personas con una o dos copias de cualquiera de las variantes genéticas tenían entre un 13% y un 31% menos de riesgo de cáncer, particularmente los cánceres de cabeza y cuello, esófago, colon, recto e hígado. Se trata de cánceres ya relacionados anteriormente con el consumo de alcohol, y una vez más se detectaron altas tasas de los mismos entre aquellos voluntarios que más alcohol consumían.
Por otro lado, también se objetivó que aquellos voluntarios con al menos una copia de una variante genética de baja tolerabilidad al alcohol que aún así bebían de forma regular también tenían tasas más altas de cáncer de cabeza y cuello y cáncer de esófago. Esto implicaría que la incapacidad para descomponer el acetaldehído se relacionaría directamente con un mayor riesgo de cáncer.
Según Pek Kei, investigador principal del estudio, estos hallazgos indicarían que el alcohol causa directamente varios tipos de cáncer, y que este riesgo aumenta aún más en personas con baja tolerabilidad genética al alcohol, al no poder metabolizarlo adecuadamente.
Ya en un estudio previo de 2018 a cargo de la Universidad de Cambridge se demostró cómo los niveles elevados de acetaldehído son capaces de causar daños en el ADN, detectándose así un mecanismo causal plausible que explicaría cómo el consumo de alcohol provoca cáncer, particularmente en aquellas personas incapaces de eliminar este acetaldehído de forma efectiva.
Finalmente, existen algunas limitaciones a tener en cuenta en este estudio, siendo la más importante el hecho de que las variantes genéticas estudiadas se encuentran principalmente en población asiática, por lo que habría que validar estas asociacione en la población europea y americana, donde esta incapacidad para descomponer el alcohol de forma efectiva es menos común.