Los suplementos dietéticos conforman una industria muy poderosa, con ingresos de 130 mil millones de euros. Ocupa mucho tiempo y espacio en mensajes publicitarios (a veces engañosos) en todos los canales de comunicación y, en Estados Unidos, se comercializan más de 50.000 de estos productos. De hecho, más de la mitad de sus ciudadanos son clientes de esta industria. Sin embargo, es una actividad muy poco regulada y controlada.
Un suplemento dietético es una sustancia (químicamente pura o mezcla de productos químicos) que complementa una dieta y aporta valor nutricional adicional al organismo. Por su modo de acción, los componentes de estos productos son sustancias químicas con actividad biológica similar a muchos principios activos farmacéuticos, que son los componentes principales de los medicamentos.
Podemos encontrar en ellos los siguientes componentes: vitaminas, aminoácidos (los esenciales, que no somos capaces de sintetizar en nuestro organismo), ácidos grasos (especialmente los omega-3 y omega-6, presentes en aceites vegetales), minerales (las sales de lo oligoelementos) y una amplia variedad de productos naturales (generalmente se usan como extractos y mezclas de hierbas).
Químicamente, los componentes más habituales son flavonoides, antocianinas, aminoazúcares, polisacáridos, péptidos y proteínas. Pero, por qué deberíamos (o no) tomarlos.
¿Qué falta en nuestra dieta habitual?
Una dieta completa y equilibrada proporciona todos los nutrientes nutrientes necesarios para nuestro bienestar y buen estado de salud. Sin embargo, en algunos casos (en situaciones patológicas concretas y en personas sometidas a condiciones especiales), los suplementos dietéticos son necesarios.
Además, en muchas regiones del planeta no todas las personas pueden llevar una dieta equilibrada. Por eso, es necesario un aporte de suplementos dietéticos, aunque, por desgracia, no todas las personas se los pueden costear. También se deben usar cuando se siguen dietas particulares, como las vegetarianas y las veganas, aunque solamente en los casos en los que no se consigan estas sustancias con los alimentos.
Desde el punto de vista científico, un suplemento dietético sólo se debe consumir en casos de necesidad y con prescripción médica o por un especialista en la bioquímica de la nutrición, tras analizar los datos analíticos y clínicos del paciente. Por eso, la legislación debería considerar que los suplementos dietéticos son más medicamentos que simples alimentos.
Sin embargo, la legislación actual que regula estos productos es muy laxa y, de hecho, existen vacíos legales que permiten comercializar como suplemento dietético casi cualquier sustancia química.
Falsos mitos
Una de las situaciones más habituales está relacionada con la necesidad de perder peso. Al respecto, un metaanálisis reciente sobre la eficacia de los suplementos dietéticos para luchar contra la obesidad ha llegado a la conclusión de que no hay evidencia científica de lograr este objetivo.
También suele recomendarse el consumo de vitaminas y minerales frente a estados apáticos, con cansancio, déficit de atención y situaciones similares. Sin embargo, tampoco existe base científica de que estos estados se produzcan por estados carenciales nutricionales.
El consumidor es libre de elegir, pero debe ser consciente de lo que está tomando y de los posibles efectos tóxicos. Además, es sabido que una sustancia beneficiosa en pequeña cantidad puede ser tóxica en exceso.
Los minerales (también llamados oligoelementos) son elementos químicos necesarios en muy pequeñas cantidades para el correcto funcionamiento del organismo. Los cuatro elementos más abundantes (oxígeno, carbono, hidrógeno y nitrógeno) los ingerimos en cualquier tipo de dieta. Los 22 elementos restantes se consideran oligoelementos y los ingerimos en una dieta equilibrada.
Aunque son necesarios para el correcto funcionamiento del cuerpo, los excesos de los mismos pueden provocar efectos adversos. Por eso, la moda de ingesta de oligoelementos puede ser peligrosa para la salud, como en el caso de los suplementos dietéticos que contienen compuestos de selenio o de cobalto, ya que sólo necesitamos microgramos de los mismos que obtenemos en los vegetales. En grandes cantidades, podríamos tener tener serios problemas de salud.
Los efectos adversos
Por ejemplo, entre los efectos secundarios del consumo de otros suplementos dietéticos en exceso y sin control médico encontramos riesgo de hemorragias, interferencia con anestésicos o disminución de la absorción de fármacos a través del tracto gastrointestinal.
Además, algunos antioxidantes específicos disminuyen la efectividad de los tratamientos quimioterapéuticos contra el cáncer, al igual que el calcio disminuye la eficacia de los antibióticos de la familia de la tetraciclina.
Lo mismo sucede con las vitaminas. Aunque el déficit de vitaminas es la causa de diversas enfermedades, el excesivo consumo de vitaminas también puede causar estados patológicos.
Por otro lado, existe la creencia de que las sustancias naturales no tienen efectos negativos sobre nuestro organismo, pero hay que desterrar esta idea. No todas las sustancias de origen natural son inocuas. Por ejemplo, la hierba de San Juan (Hypericum perforatum) provoca la degradación de algunos fármacos. Además, no nos olvidemos de que los venenos más mortíferos son naturales.
Otros muchos extractos de plantas se venden con escaso control de calidad. De esta forma no se puede asegurar que no haya alguna sustancia tóxica en la mezcla. Respecto a esto se ha publicado un metaanálisis de los daños hepáticos provocados por las mal llamadas 'hierbas medicinales'.
¿Son medicamentos los suplementos?
Las empresas de los suplementos dietéticos, frecuentemente, utilizan los resultados de investigaciones académicas que muestran una cierta actividad biológica de un componente, pero hay que remarcar que estos estudios no se han completado con los de toxicidad, propiedades farmacológicas, eficiencia y estudios clínicos que se realizan con los principios activos farmacéuticos. En esta situación, las empresas aprovechan la falta de legislación.
En definitiva, los suplementos dietéticos se deben considerar como medicamentos que son necesarios en algunos estados carenciales y que deben ser diagnosticados por personal sanitario, que evaluará la compatibilidad con los fármacos recetados.
Y, por supuesto, los suplementos dietéticos no sustituyen a la medicación prescrita. Además, el consumo de estos productos nunca debe exceder la dosis máxima recomendada y se debe leer el prospecto para conocer la composición (incluyendo los excipientes) y la cantidad de principio activo de cada dosis.
Por último, recordemos no dejarnos engañar por la publicidad exagerada y desconfiar de los productos que sirvan para tratar o paliar síntomas de numerosas enfermedades.
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vestigador científico en química orgánica en el Instituto de Química Orgánica General (IQOG - CSIC)**Este artículo fue publicado en The Conversation.