Desde hace décadas la medicina moderna se ha esforzado por reducir todo lo posible, sobre todo mediante el uso de fármacos, los niveles de colesterol sanguíneo. Sobre todo y especialmente el mal llamado "colesterol malo", en referencia al colesterol LDL. Solo en España se calcula que más del 50% de la población adulta sufre hipercolesterolemia o exceso de colesterol sanguíneo, y no todos están tomando tratamiento ni con el control adecuado.
Las actuales guías clínicas, revisadas y actualizadas en 2021, siguen aconsejando mantener el colesterol LDL a raya, llegando a sugerir unos parámetros menores a 100 si se sufre algún otro factor de riesgo, o incluso menores a 70 o 55 si ya se sufre alguna enfermedad grave (como un infarto de corazón o un ictus cerebral).
Sin embargo, un nuevo estudio publicado en JAMA Internal Medicine, a cargo de la Universidad RCSI de Medicina y Ciencias de la Salud haría tambalear todas estas evidencias: según sus hallazgos, la relación entre el colesterol y la enfermedad cardiovascular (ECV) es "inconsistente".
Colesterol y ECV
Según los autores del nuevo trabajo, el conocido y estudiado vínculo entre el colesterol malo, o colesterol LDL, y los malos resultados para la salud, como los mencionados infartos de corazón o ictus cerebrales, podría no ser tan fuerte y directo como se pensaba actualmente. Así mismo, este trabajo cuestiona la eficacia de las estatinas, los conocidos fármacos contra el colesterol, cuyo objetivo es reducir tanto el colesterol LDL como el riesgo cardiovascular.
En estudios previos ya se habría sugerido que el uso de estatinas sí reduce el nivel de colesterol LDL, mejorando diversos parámetros para la salud y reduciendo el riesgo cardiovascular; motivo por el cual las actuales guías clínicas siguen aconsejando su uso. De hecho, son uno de los fármacos más recetados en atención primaria en el mundo occidental.
Este nuevo estudio contradice esta teoría y sugiere que la relación sería más débil de lo que se pensaba: la reducción del colesterol LDL con estatinas tendría un impacto inconsistente y poco valorable respecto al riesgo de enfermedad cardiovascular, como el caso de los infartos de corazón, ictus cerebrales e incluso mortalidad por causa cardiovascular o cualquier causa.
Así mismo, el beneficio de tomar estatinas sería pequeño, y muy variable según los factores de riesgo cardiovascular de cada paciente.
Según comenta la autora principal del estudio, Paula Byrne, del Centro HRB para la Investigación de Atención Primaria con sede en el Departamento de Medicina General del RCSI, "el mensaje ha sido durante mucho tiempo la necesidad de reducir el colesterol para reducir el riesgo de sufrir enfermedad cardíaca, y que el consumo de estatinas puede ayudar a lograrlo. Sin embargo, nuestra investigación indica que, en realidad, los beneficios de tomar estatinas son variables y pueden ser bastante modestos".
Los mismos investigadores sugieren que los pacientes deberían informarse sobre estos hallazgos, a la vez que aconsejan revisar la toma de decisiones clínicas y revisar las pautas y politicas clínicas actuales.
La otra cara de las estatinas
A día de hoy existen diferentes tipos de estatinas aprobadas para su prescripción y consumo en España, cuyas diferencias suelen residir precisamente en su potencial para lograr reducir el colesterol, siendo algunas significativamente más potentes que otras. Así mismo, en ocasiones es necesario pautar un tipo u otro de estatina dependiendo de si ya se sufren enfermedades previas, como diabetes tipo 2 o enfermedad renal, entre otras.
Por su parte, cabe destacar que ningún fármaco carece de efectos adversos, y las estatinas tampoco. Se sabe que estos fármacos pueden ocasionar efectos no deseados y poco conocidos, incluyendo un aumento de riesgo de resistencias a los antibióticos según recientes estudios. Así mismo, ya en un metanálisis de 2011 se sugirió que las estatinas serían inútiles en personas que jamás han sufrido ninguna enfermedad cardiovascular, aconsejándose pautarlas solo tras sufrir algún evento de este tipo y no de forma preventiva como tal. En estos casos la mejor prevención sería mejorar el estilo de vida.
Finalmente, entre los efectos secundarios conocidos asociados a las estatinas están los calambres musculares o mialgias o incluso aumento de riesgo de sufrir diabetes tipo 2 en algunos casos.