Anafrodisíacos: estos son los alimentos que más reducen tu libido sin que te des cuenta
Antagonistas de los afrodisíacos, el alcohol, el azúcar o los procesados han demostrado que influyen en la disfunción eréctil y la pérdida de deseo.
25 mayo, 2022 03:08Noticias relacionadas
Probablemente, todo el mundo haya oído hablar de los afrodisíacos, esos alimentos que ayudan con la libido sexual. El chocolate, las fresas o el champagne se han convertido dentro del imaginario popular en 'la comida del amor', calificativo que, sin duda, tienen más que consagrado las ostras, aunque la evidencia científica no lograse demostrar, más allá de un estudio teórico publicado en 2005, que sean un estimulante para la liberación de hormonas sexuales.
Como en casi todo en esta vida, si existe un yin, hay un yang y, por lo tanto, a los afrodisíacos les complementan los anafrodisíacos, alimentos que suprimen la libido y perjudican la función sexual.
"Antes de la llegada de la castración química, los anafrodisíacos se dividían en tres categorías: los que enfriaban el cuerpo, los que lo mataban de hambre y los que lo sedaban", detalla el libro Una curiosa historia del sexo (Capitán Swing), una investigación sobre la historia de la sexología y que dedica un capítulo a las relaciones entre comida y deseo.
La sedación se conseguía, básicamente, a través de sustancias estupefacientes, como el opio, pero también hay que tener en cuenta dentro de esta categoría al alcohol.
El consumo de esta bebida afecta al sistema nervioso central, lo que influye en la capacidad del cerebro en detectar estímulos. Es decir, le costará mucho más reaccionar ante la excitación.
El cuerpo sedado
Además, varias investigaciones han relacionado su ingesta masiva con la disfunción eréctil, como una llevada a cabo por el Boston Medical Group y que concluyó que el 71% de hombres alcohólicos menores de 56 años padecen dicha enfermedad o falta de deseo sexual.
Otro estudio, realizado por la Universidad de California y publicado en la revista Science, demostró que las moscas que no conseguían mantener relaciones sexuales se refugiaban en el alcohol de forma compulsiva. Según los hallazgos, este comportamiento se puede extrapolar a machos de otras especies, que suelen consumir más esta bebida cuando no tienen actividad sexual.
Desde la Asociación Española para la Salud Sexual (AESS) también señalan al alcohol como uno de los causantes de la disfunción eréctil y la pérdida de deseo sexual, un problema que, estiman, afecta a uno de cada cinco varones.
En las mujeres también tiene sus consecuencias. Al provocar deshidratación, puede afectar a la lubricación femenina, además de que se relaciona con la pérdida de deseo sexual, un problema que la institución calcula que afectará al 40% de las mujeres a lo largo de su vida.
Enfriar el cuerpo
Si el alcohol seda el cuerpo, hay otros alimentos que son capaces de 'enfriarlo', como es el caso del café. A pesar de sus efectos estimulantes, la historia de esta bebida con la reducción de la libido viene de lejos, concretamente de 1695. Fue en ese año cuando los médicos de la escuela de medicina de París advirtieron de que beberlo todos los días "privaba el hombre y a la mujeres de su poder generativo".
La conclusión puede parecer cosa del pasado, pero lo cierto es que un estudio actual publicado en The British Journal of Nutrition también llegó a un razonamiento similar. En su caso, sugerían que consumir grandes cantidades de esta bebida afecta al cortisol, una de las hormonas que influye en la libido.
Si bien, la investigación puntualizaba que la afectación en el cortisol se producía de una manera más pronunciada cuando el café se tomaba en ayunas nada más despertar, ya que es el momento en el que esta hormona empieza a activarse.
Además, existen otros estudios que afirman que beber una cantidad de moderada de café previene la disfunción eréctil. Concretamente, uno realizado por la Universidad de Texas cifraba la cantidad entre dos tres tazas al día. Es decir, ayuda a las erecciones, pero puede influir en la libido.
El azúcar y los procesados son otros de los alimentos que se han relacionado con la pérdida de libido, concretamente con problemas de disfunción eréctil. ¿Por qué? Una de las principales causas es que su consumo en exceso atrofia las arterias y limitan el flujo sanguíneo. Además, la AESS estima que la diabetes causa el 33% de los casos de esta enfermedad, como también confirma que padecerla puede ser motivo de pérdida de apetito sexual entre las mujeres.
Es por eso que una investigación publicada en The American Journal of Clinical Nutrition consiguió establecer una relación entre la dieta Mediterránea y menos problemas de disfunción.
La historia de Kellogg
No obstante, para aumentar la libido tampoco hay que pasarse al otro extremo y dejar de comer. Es más, esa es precisamente la otra herramienta con la que se conseguía antaño reducir el deseo sexual, algo que se ha confirmado en la actualidad. En 2015, un equipo de investigación de Catar descubrió que los hombres que practican el ayuno durante el ramadán experimentan una gran reducción de la hormona responsable de estimular las gónadas, es decir, en los hombres, los testículos.
El principio del ayuno o de la alimentación empobrecida para evitar la libido es, de hecho, lo que movió a Harvey Kellogg a inventar sus famosos cereales. Este estadounidense era médico, nutricionista y director del sanatorio Battle Creek de Michigan. También era partidario de la abstinencia y, para ello, recomendaba a sus pacientes no comer en exceso e ingerir alimentos sólo dos veces al día, nunca después de las tres de la tarde.
Y qué mejor manera de lograr una alimentación 'pobre' que unos simples copos de maíz. En 1894, junto a su hermano William, elaboró este producto para alimentar a los pacientes de su sanatorio y así reducir su libido.
A día de hoy, no hay ninguna evidencia de que dichos cereales sean los culpables de reducir el apetito sexual, pero sin duda ayudó el hecho de una alimentación empobrecida, falta de vitaminas, minerales, enzimas y nutrientes esenciales que provocaron deficiencias en el organismo y, por ende, falta de deseo.