La dieta macrobiótica japonesa que ayuda a adelgazar comiendo de todo e ideó un filósofo
Si alguien puede hablar de comer "en armonía con la naturaleza" para adelgazar fácilmente esos son los japoneses y esta es su famosa dieta macrobiótica.
8 enero, 2023 03:00Noticias relacionadas
Miramos a Japón muy a menudo, sobre todo en cuestiones de salud o alimentación, conscientes de que los japoneses guardan el secreto de la longevidad. No en vano, ocupan el primer puesto en la lista mundial de países con mayor esperanza de vida, mientras que España le sigue de cerca en el cuarto puesto tras Suiza y Corea del Sur. Sus métodos para vivir más años, como el Hara Hachi Bu', triunfan junto a otros más peculiares como el de perder barriga sin cambiar la alimentación, sacudirse la pereza invirtiendo un minuto al día o esta dieta macrobiótica para adelgazar sin esfuerzo.
La alimentación macrobiótica se basa en el principio del Yin y el Yang para mantener un equilibrio en las comidas que realizamos. El filósofo japonés George Ohsawa desarrolló esta famosa dieta que se conoce en todo el mundo a partir de su enfoque holístico de la salud. No solo se trata de comer de forma equilibrada, sino de incorporar nuevas rutinas como el ejercicio o la meditación, porque estaba convencido de que un organismo saludable debía estar conectado con la naturaleza y guiado por ella: comer y vivir en armonía.
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En primer lugar, hay que poner atención en los alimentos que elegimos para que formen parte de nuestra dieta. Deben ser productos orgánicos, de proximidad, cultivados localmente y de temporada. Ohsawa estableció que la cesta de la compra tendría que estar formada por un 40-60% de cereales integrales como el arroz, la avena, la cebada, el trigo sarraceno o la quinoa. A partir de ahí, un 20-30% deberían ser frutas y verduras, un 10-25% legumbres y, en menores cantidades, algas y otros vegetales marinos.
Lista negra de alimentos
En la lista de alimentos de esta dieta macrobiótica, enumeran pescados y mariscos para consumo regular como el abadejo, el mero, el lenguado o la trucha, junto a otros de consumo ocasional como la almeja, las ostras o los camarones. Recomiendan evitar el pescado azul. Los frutos secos que entrarían en picoteo excepcional serían las almendras, castañas, palomitas de maíz hechas en casa, cacahuetes, pipas de calabaza y de girasol, y nueces. Entre las bebidas para tomar a diario destaca el té de bancha, de cebada asada y de arroz asado, y el agua mineral. Aconsejan que se elimine el alcohol.
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La dieta de Ohsawa predispone los alimentos de forma que podemos comerlos con moderación algunas veces a la semana (frutas y bayas, semillas, apio, lechuga, frutos secos o pepinos) o restringirlos a algunas veces al mes (carne de ternera, pollo y pavo, huevos, lácteos, pescados y mariscos). Asimismo, también facilita un listado de aquellas opciones que tendríamos que desterrar de la dieta: bebidas con cafeína, alcohol y refrescos; alimentos procesados como el pan blanco o la bollería industrial y con aditivos artificiales; patatas, pimientos y tomates.
En la lista negra también está el azúcar y productos que la contengan, la vainilla, las frutas tropicales como la piña o el mango, especias y condimentos como el orégano o el ajo, la carne de cerdo y la comida picante. El motivo de estas prohibiciones tenemos que ir a buscarlo al concepto de Yin y Yang desarrollado por Ohsawa en la dieta. Así, la energía Yin fluye en los alimentos que crecen hacia arriba y hacia fuera, como pueden ser las verduras de hojas verdes o las frutas de árboles frutales.
Son alimentos que nos proporcionan ánimo, vitalidad y alegría si los comemos según las directrices marcadas, pero también nos harán sentir despiertos, ligeros, alerta y dinámicos en su justa medida. De lo contrario, si nos pasamos en su ingesta, llegará el bajón propio de los niveles de glucosa. La energía Yang, por el contrario, fluye en aquellos que crecen hacia dentro y hacia abajo, como los tubérculos o los productos animales. Nos hacen sentirnos en calma, pero si se consumen en exceso llegará el letargo y el cansancio. De ahí la importancia de equilibrar estos dos grandes grupos para saciar el hambre y no limitar nuestra actividad física.
Comer con hambre, beber con sed
Al margen de la alimentación en sí, Ohsawa dejó escritos una serie de mandamientos a tener en cuenta, destacando que debemos comer solamente cuando tenemos hambre y beber solo cuando tenemos sed. Parece algo muy lógico, pero que no solemos hacer. Tenemos predeterminados unos horarios para cada comida e incluso hay quien nos anima a tomar litros y litros de agua al día sin sentirnos sedientos. Además de esto, es importante masticar bien los alimentos antes de tragarlos para facilitar la labor al aparato digestivo.
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¿Es para todo el mundo?
Se trata de una dieta severa e inflexible en algunos casos, por lo que no está recomendada para personas que tengan algún trastorno que se pueda ver amplificado en estos casos. Tampoco se recomienda en la infancia y en mujeres embarazadas, puesto que no estarían ingiriendo todos los nutrientes necesarios para su desarrollo y el del feto, ni en personas diabéticas o con otras enfermedades crónicas. En todo caso, hay que consultarlo previamente con los profesionales sanitarios. No obstante, si se practica en condiciones normales y bien planificada, sin que un profesional indique lo contrario, podría ayudar a reequilibrar la energía y, por lo tanto, a adelgazar.
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