Todos los adjetivos que hacen parecer a los alimentos más saludables y menos procesados son un reclamo para los compradores, y la industria lo sabe. "Ligero", "natural" o "casero" se entremezclan en las etiquetas junto a otros como el de pollo "de corral", una carne de ave de la que se consumen más de 12 kilogramos por persona al año en España. Los productores nos han colado este término para trasladar la imagen de una mejor alimentación y crianza en libertad, cuando la realidad nada tiene que ver con este etiquetado.
Así lo ha explicado de nuevo la nutricionista, tecnóloga de alimentos y especialista en seguridad alimentaria Beatriz Robles en el espacio de divulgación que mantiene en el programa Saber Vivir de Televisión Española. Esta semana ha abordado las diferencias nutricionales de las carnes blancas, desde el pollo campero al pato pasando por el pavo. Centrándonos en el primero, la experta ha destacado que se trata de una carne "de muy buena calidad, con menos grasas saturadas y purinas, que son las precursoras del ácido úrico".
El pollo es la carne más consumida y la más económica de producir, puesto que la crianza dura unos 42 días en las estirpes de crecimiento rápido. Se obtiene así carne saludable tanto en la pechuga como en los muslos. "Con proteína, pocas grasas saturadas y colesterol", destaca Robles: tiene un 10% de aporte graso mientras que la ternera tiene un 21%. Preguntada por la merma al cocinar, ha explicado que tiene más agua que otras carnes -un 70% en total-, por lo que disminuye su tamaño.
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Un color más amarillo
En este punto, la experta ha reiterado que "la denominación legal pollo de corral no existe. Tenemos que buscar el apellido campero a secas, tradicional, o en total libertad, que es el sistema de crianza en el que los animales crecen más días, tienen más espacio y su alimentación está enriquecida con cereales". Así, se les alimenta con maíz, que tiene betacarotenos que le otorgan su color amarillo a la carne, pero "no es suficiente y se recurre a colorantes autorizados que se añaden a los piensos", desvela Robles.
Además, ha explicado que los pollos ecológicos son aquellos que "cumplen con el reglamento y tienen una crianza distinta. Viven más tiempo, unos 71 días, con más acceso al aire libre en semi libertad o libertad, y van a tener un tamaño más grande". Robles ya había abordado la falacia del pollo de corral con EL ESPAÑOL, explicando que "el consumidor asocia esta denominación a un animal que se ha criado a la antigua usanza, alimentado a base de picotear al aire libre en contraposición a lo que se considera pollo industrial".
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Advertía también que "a esto añadimos que en muchas ocasiones va acompañado de una carne de un color más amarillo" que termina de convencernos. Sin embargo, este etiquetado no garantiza que el pollo sea campero o haya sido criado en libertad, empleando métodos más sostenibles. Obedece a una mera cuestión de márketing aprovechando que el reglamento de la Comisión Europea sobre la comercialización de carne de aves de corral no marca distinciones sobre los pollos. Es más, las mete en un cajón de sastre junto al capón, el pollito, el gallo joven, el gallo y la gallina.
Campero y no "de corral"
En el mismo marco se establecen otros términos con los que puede completarse el etiquetado del producto como "sistema extensivo en gallinero", "alimentado con un porcentaje de", "granja al aire libre", "granja de cría en libertad" o "gallinero con salida libre".Todo apunta a que fue una empresa de origen gallego la que empezó a usar el denominativo "de corral" hace casi tres décadas, aunque en este caso añaden la categoría "campero", que sí está regulada por Europa.
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Los animales con una alimentación 100% vegetal, salida al campo, crianza mínima de 57 días y espacio suficiente que garantiza que no se trata de una cría extensiva pueden apellidarse "campero", "campero tradicional" o "campero criado en total libertad". Tanto esta carne como la de origen más industrial, no obstante, tienen garantía sanitaria y su principal diferencia "están en su textura y sabor, aparte de la decisión que tome el consumidor sobre comprar carne de un animal que se ha movido con más libertad que otro", aseguró a EL ESPAÑOL, Noelia Peciña, veterinaria y experta en seguridad alimentaria.
Más caro por nada
Otra de las diferencias viene dada por el precio, puesto que el llamado pollo de corral es más caro, según FACUA, a pesar de haber dejado claro que se trata de un engaño. El truco fundamental que emplean las marcas es darle un aspecto anaranjado. Hay dos fórmulas para lograrlo. La primera es variar la dieta del animal y añadir "carotenoides sintéticos, como el etil-éster del ácido apocarotenoide, o naturales, como la luteína, que es una molécula presente en la alfalfa, los granos de maíz y algunas flores", recogía el profesor y divulgador José Miguel Mulet, en su libro ¿Qué es comer sano? (Destino, 2018).
Añadir mayor presencia de zanahorias y maíz es la segunda posibilidad, así como la modificación intencionada de la carne con pétalos de caléndula, que tienen un color naranja intenso y suele sustituir al azafrán. Asimismo, se puede añadir zeaxantina a los alimentos, que se trata de un pigmento que se encuentra de forma natural en diversos animales, como los flamencos, y en especies de algas. Con todo, lo interesante es reiterar que el pollo no es mejor aunque tenga una tonalidad más oscura y que ser de corral tampoco es garantía de nada.
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