Salud intestinal de una mujer.

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Nutrición

Descubre si tu microbiota intestinal está dañada: estos son los síntomas en España que ayudan a reconocerlo

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Hay un aspecto de nuestro cuerpo al que no le prestamos la atención que merece. Se trata de nuestra salud digestiva, una de las grandes olvidadas y que es clave en todo lo que nos pasa. Aunque muchas personas no lo sepan, si no cuidamos este aspecto tan importante de nuestro cuerpo podremos sufrir problemas en otros ámbitos tan importantes como nuestra salud cerebral o nuestro sistema inmunológico

Esto es así porque la importancia que tiene la microbiota intestinal es muy grande y porque todos los aspectos a los que afecta son muy amplios. Si sufrimos alteraciones de considerable gravedad, nuestro cuerpo entrará en una espiral de efectos adversos que terminará por debilitar profundamente nuestro organismo

La microbiota intestinal, desconocida para muchos, es clave en nuestro bienestar general. Por ello, detectar una disbiosis a tiempo es fundamental. Esto consiste en la ruptura del equilibrio entre los miles de millones de microorganismos que conforman la microbiota humana y su relación con nuestro cuerpo. 

Por ello, adoptar las medidas preventivas con las que poder restaurar el equilibrio intestinal contribuye a aliviar múltiples problemas de salud. Para proteger nuestra microbiota intestinal y mantener nuestro micribioma saludable tenemos que seguir una serie de consejos y trucos, incorporando a nuestra de dieta productos ricos en fibra

Además, también es muy importante que seamos capaces de controlar el estrés que tenemos en nuestro día a día, ya que este afecta directamente al estado de nuestra microbiota provocando alteraciones graves. Estar tranquilos y gestionar con mesura y calma nuestro día a día es fundamental para que nuestro organismo no absorba todo ese estrés y lo convierta en graves problemas de salud. 

Microbiota dañada

Nunca debemos olvidar el cuidado de nuestra microbiota intestinal, ya que es clave para mantener nuestro bienestar general. Para ello, es fundamental mantener una dieta rica en fibra y en prebióticos, además de un uso controlado de probióticos y un estilo de vida en el que gestionemos bien las preocupaciones y el estrés. 

Los microorganismos que habitan en el tracto gastrointestinal de nuestro organismo, bacterias y hongos principalmente, viven en relación directa con el cuerpo. Además, cumplen múltiples funciones esenciales para la salud vinculadas con la digestión de alimentos no absorbibles, la producción de vitaminas como la vitamina K y algunas del grupo B, la modulación del sistema inmunológico y la protección contra patógenos.

Estos microorganismos influyen de manera directa en nuestro metabolismo, ya que tienen su función en la comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro. Por lo tanto, esos desequilibrios pueden tener repercusiones negativas para nuestra salud. Ante situaciones de este tipo debemos prestar atención a los síntomas para poder identificar si la microbiota está dañada y así prevenir ciertas enfermedades.

Algunos síntomas que nos indican posibles daños en nuestra microbiota son hinchazón, gases, diarrea o estreñimiento. Estos pueden indicar que las bacterias intestinales no están cumpliendo adecuadamente sus funciones en el proceso digestivo. El tan temido desequilibrio en la microbiota puede provocar sensibilidad o intolerancia a ciertos alimentos, ya que la disbiosis afecta a la capacidad que tiene el intestino paradigerir y absorber ciertos nutrientes. El mal aliento puede ser otro claro indicador de desequilibrios bacterianos que generan compuestos sulfurados y otros subproductos.

Una microbiota dañada repercute en nuestra salud mental porque influye en la producción de neurotransmisores como la serotonina y el GABA. Ambos son fundamentales para mantener nuestro bienestar emocional. Por lo tanto, ese desequilibrio puede derivar en síntomas de ansiedad, depresión o incluso a problemas de concentración y memoria. No hay que olvidar que el intestino y el cerebro están en comunicación y contacto constante a través del sistema nervioso.

Diferentes investigaciones han demostrado que pacientes con disbiosis presentan mayores niveles de estrés y ansiedad. Algunos de ellos incluso han identificado que la disbiosis intestinal puede preceder o empeorar los síntomas de trastornos como el síndrome de intestino irritable. Una microbiota dañada también puede ser sinónimo de mayores infecciones o de aparición de enfermedades autoinmunes. 

La microbiota es una barrera que prepara al sistema inmunológico para identificar patógenos y tolerar bacterias beneficiosas. Sin ese trabajo aumenta el riesgo de padecer alergias, intolerancias y enfermedades autoinmunes. 

Recuperar la microbiota

Lo primero que necesitamos para recuperar nuestra microbiota intestinal es cambiar nuestra dieta y nuestro estilo de vida. Y si fuera necesario, intervenir con suplementos. Una alimentación rica en fibra es fundamental. Y es que las fibras prebióticas son el principal sustrato para la fermentación bacteriana en el colon. Por ello, debemos incluir frutas, verduras, legumbres y granos enteros

La publicación especializada Nature Reviwes Gastroenterologey & Hepatology sostiene que una dieta alta en fibra se asocia con una mayor diversidad bacteriana y con una reducción en los marcadores inflamatorios, lo que indica un entorno intestinal saludable.

Otro factor importante en la recuperación de nuestra microbiota son los probióticos, es decir, alimentos que contienen microorganismos vivos beneficiosos. Algunos estudios indican que cepas como Lactobacillus y Bifidobacterium pueden ayudar a reducir los síntomas de disbiosis y mejorar la digestión y la función inmunológica. Aunque debe ser un especialista el que nos indique qué probióticos tomar. 

Además, la combinación de prebiótico y probióticos, conocida como simbióticos, tiene beneficios adicionales al actuar de forma sinérgica en la restauración de la microbiota. Y por último, es muy importante también reducir alimentos como los ultraprocesados y los que continente azúcares añadidos, así como reducir el estrés crónico. 

El aumento de cortisol altera el ambiente intestinal y promueve el crecimiento de bacterias patógenas. Por ello, los expertos también recomiendan recurrir a técnicas como la meditación y sobre todo respetar el descanso y el sueño para cuidar nuestra microbiota o repararla si está dañada.