El investigador de la Universidad de Hiroshima Yu Tahara.

El investigador de la Universidad de Hiroshima Yu Tahara.

Nutrición

El aviso del biólogo Yu Tahara a los que toman café solo en España: "Hallamos cambios de comportamiento interesantes"

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El café y su componente estrella, la cafeína, han recibido una gran atención por parte de la comunidad científica. Hasta hace no demasiado se consideraban prácticamente como tóxicos, casi equiparable al consumo de tabaco o alcohol. Ahora, un nuevo estudio destierra otro prejuicio: asociar azúcar o sacarina al café no sería perjudicial sino al contrario, siempre y cuando se use sin excesos según un estudio publicado en NPJ Science of Food.

Como saben muchos, especialmente los estudiantes universitarios o trabajadores por turnos, el café tiene potencial para reducir la sensación de fatiga y estimular nuestra actividad cerebral, retrasando la aparición de somnolencia. Esto se consigue cuando la cafeína bloquea un neurotransmisor llamado adenosina, que tiene por función final inducir el sueño.

Aunque se suele creer que 'más es mejor', en el caso de la cafeína un exceso puede llegar a ser contraproducente, y no siempre es buena opción aumentar su cantidad sin más. Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Hiroshima en Japón, han descubierto por accidente una forma de potenciar los efectos de la cafeína.

"Estábamos examinando las características del comportamiento de los ratones macho durante el consumo de agua con cafeína endulzada y nos encontramos con algunos cambios de comportamiento interesantes que no esperábamos", explica el biólogo Yu Tahara, profesor asociado de la Universidad de Hiroshima en Japón. "Por eso centramos nuestras investigaciones en estos efectos del azúcar".

Tahara y su equipo alimentaron a los ratones con agua que contenía un 0,1% de cafeína junto a un 1% de sacarosa (azúcar) o un 0,1% de sacarina. Es una cantidad equivalente a la mitad de la cafeína que un ser humano consume con una taza de café expreso, mientras que el azúcar equivaldría a una décima parte de lo que contiene una bebida energética típica.

Descubrieron que los ratones que bebieron cafeína endulzada, tanto con azúcar como con sacarina, alargaban su "tiempo de funcionamiento libre" de 26 a 30 horas. Esto se refiere al periodo en el que el reloj biológico de un organismo, conocido como ritmo circadiano, se reinicia. Dicho ritmo suele ser bastante cercano a las 24 horas. De hecho, durante el experimento, algunos ratones pasaron incluso de ser nocturnos a diurnos.

La alteración de su ritmo circadiano no se debía a un aumento de la cafeína, sino a la combinación de cafeína y edulcorante, fuese el que fuese. Estos efectos se observaron incluso cuando los ratones fueron expuestos a una oscuridad constante, por lo que este efecto secundario del dulce era independiente de las acciones del núcleo supraquiasmático, una sección del hipotálamo cerebral que regula los ciclos de día y noche, y que generalmente se activa con la luz.

La sospecha es que tanto la cafeína como el azúcar y la sacarina tienen efectos sobre el sistema de recompensa cerebral, provocando liberación de dopamina, un neurotransmisor que sí puede alterar el ciclo normal de sueño-vigilia. De hecho, los investigadores ya planean realizar nuevos estudios para corroborar que este efecto observado en los ratones también se produce en humanos.

De momento, Tahara y sus colegas sugieren que es posible que sí valga la pena agregar un poco de azúcar o sacarina al café, especialmente si se busca que la bebida tenga sus conocidos efectos estimulantes. Eso sí, dependiendo del horario.

Así, tomar café edulcorado sería buena idea por la mañana, para empezar el día, pero no sería buena opción por la noche, especialmente si ya se tienen problemas previos para dormir. Aunque, siendo objetivos, tomar café más allá de las 15:00h de la tarde no sería buena opción si ya se sufre cierto nivel de insomnio.