En España, amantes del chocolate los hay y muchos. No hay más que ver los datos que presenta el Informe sobre Consumo Alimentario, elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. En él, se refleja que la ingesta de este alimento es de 4,5kg por persona, alrededor de un 14% más que en el último año. Pero quizás muchas de estas personas no habían prestado atención a unas motas de blancas que aparecen en el chocolate.
Que no cunda el pánico, porque este fenómeno tiene su explicación. Ocurre cuando la grasa del chocolate se separa del resto de compuestos dulces. Cuando el chocolate se deja en un lugar cálido y se derrite, la grasa (también conocida como manteca de cacao) se separa del resto de los ingredientes a medida que se enfría. Luego, esta grasa sube a la superficie y crea esa película de aspecto blanco y polvoriento.
Este proceso, que puede resumirse como una incorrecta cristalización de la manteca de cacao, ocurre sobre todo cuando -en el lugar de conservación- hay un cambio de temperaturas muy brusco o cuando hay un exceso de humedad en el ambiente, pero no comporta ningún riesgo para la salud, es seguro. Lo único que se puede observar es una disminución en el sabor, pero es totalmente comestible.
Estas motas blancas aparecen en mayor medida en aquellos chocolates que contienen frutos secos como las avellanas. La razón es porque este alimento en concreto tiene unas grasas que son prácticamente líquidas a temperatura ambiente.
Las formas de poder evitar este efecto en el chocolate que compres en el súper son variadas. Lo recomendable es que se conserve el alimento a una temperatura de entre 12 y 18 grados, además de prestar atención a la hora de guardarlo tras haberlo abierto y que esté cerrado lo más hermético posible para evitar un contacto con el oxígeno. Conservarlo en la nevera es una de las opciones, pero habrá que tener cuidado con el factor humedad y, si optas por guardarlo en una despensa, evitar los cambios bruscos de temperatura.
Ahora bien, si aparecen esas temidas motas blancas, lo único sobre lo que tendrá algún tipo de efecto es en el aroma del chocolate, que lo disminuirá, y quizás en el sabor y textura del alimento que, en ocasiones, puede crear una sensación granulosa y más agria en la boca.
Cuidado con el chocolate que compres
Pero más allá de que aparezcan o no estas inofensivas motas blancas en la tableta de chocolate, lo cierto es que tiene muchos beneficios. Aunque no todos. Como se explicaba en este artículo de El Español, en el súper se pueden encontrar algunos que son completas bombas de azúcar.
Una máxima es tratar de optar por las opciones más puras como el chocolate negro y dejar a un lado otras opciones con leche o variados del cacao, que además de azúcares, pueden tener una cantidad ingente de grasas saturadas.
Como recomiendan los expertos, el mejor chocolate que puedes consumir es aquel que tenga una muy alta proporción de cacao en su composición. Para empezar, se puede optar por aquellos que reflejen un 70% de cacao en su etiquetado, pero lo ideal sería consumir aquellos que como mínimo tengan entre un 80% y un 85%.
No obstante, a pesar de que no es un alimento imprescindible y que ningún nutricionista recomienda un consumo mínimo diario de este producto, guarda algunos beneficios. Entre ellos, los más directos -y que pertenecen al chocolate negro- influirían en la reducción de la presión arterial y una mejora del perfil lipídico, del riego sanguíneo y de la sensibilidad a la insulina. Además, puede llegar a ser una fuente de energía y, al contener triptófano, ayuda a alcanzar una sensación de bienestar.
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