A pesar de los avances médicos, el cáncer sigue siendo una enfermedad grave, mucho en algunos casos. Pero precisamente gracias a la medicina, cada vez más personas sobreviven a esta patología. Hay quien podría pensar que eso es suficiente motivo para estar contentos, pero no. La comunidad científica anda preocupada por la calidad de vida de estos pacientes, como queda de manifiesto si se ponen en inglés las palabras "supervivientes" y "cáncer" en el buscador de la mayor base de datos de estudios del mundo, Pubmed.
A los médicos les preocupan sobre todo los efectos secundarios de los tratamientos, como el dolor o los daños a largo plazo cardiovasculares o hepáticos entre otros. Pero entre las asociaciones de pacientes, el clamor es más generalizado: quieren tener una vida como la que tenían antes del diagnóstico y quieren tenerla en todos los aspectos.
Uno de los menos mencionados es el sexo y ahora un estudio analiza a fondo este problema. ¿Problema? Sí, porque los datos ponen de manifiesto que la vida sexual después del cáncer no es igual a la de antes de la enfermedad. O, mejor dicho, lo es en cantidad pero no en calidad.
Sanos y exenfermos
Los investigadores del University College de Londres estudiaron a 6.690 participantes en una encuesta sobre envejecimiento -todos superaban los 50 años, edad a partir de la que se detecta el 90% de los casos de cáncer-. Sólo un pequeño porcentaje había padecido la patología; se trataba, precisamente, de comparar el parámetro a estudiar -calidad de vida sexual- en exenfermos y sanos, así como entre los que habían sido diagnosticados hace cinco años o más recientemente.
Se pretendía así evitar que problemas sexuales asociados a la edad se confundieran con consecuencias del cáncer o su tratamiento. "Había una necesidad de estudios que incluyeran una muestra de población que sirviera de grupo control", escriben los epidemiólogos dirigios por Abigail Fisher, que añaden que "la preservación de la función sexual en un componente clave de la calidad de vida, pero sigue siendo una de las necesidades menos cubiertas de los supervivientes de cáncer, según ellos mismos".
Las peores paradas resultaron ser las mujeres. En hombres, apenas había diferencia. Tanto su función eréctil como su capacidad de conseguir el orgasmo se mantenían intactas después de la enfermedad. Pero las féminas, sobre todo si habían pasado menos de cinco años después del diagnóstico, eran más proclives a experimentar algún tipo de disfunción sexual.
Igual pero diferente
Sin embargo, un lustro más tarde las cosas mejoraban también para las mujeres. "En general, nuestros resultados son alentadores: demuestra que la gente con cáncer no experimenta mayores problemas con la actividad sexual o el funcionamiento que la gente de su edad que nunca ha estado enferma", escriben los autores.
Sin embargo, algo sigue fallando en este aspecto en ambos sexos. Tantos hombres como mujeres se declaran más insatisfechos con su vida sexual que sus congéneres. ¿Por qué?
Eso es, a juicio de los autores, uno de los campos sobre los que hay que investigar, aunque urge más el primero: saber por qué las mujeres tienen problemas poco tiempo después del diagnóstico y cómo se puede ayudar a esa falta de deseo demostrada en este estudio.
Pero en el futuro, la ciencia también tendrá que mirar a esa insatisfacción generalizada de hombres y mujeres, a pesar de que su función sexual es similar a la de otras personas que no han estado enfermas.