¿Se imagina ir al ginecólogo y que su médico le diga que vuelva dentro de diez años? En Holanda, algunas mujeres lo experimentarán a partir del año que viene. La razón: un estudio publicado en la última edición de The BMJ demuestra que es igual de seguro hacerse el cribado para cáncer de cuello de útero cada cinco años que cada diez, aunque sólo en un grupo seleccionado de pacientes: aquellas mayores de 40 años que han dado negativo en el test del virus del papiloma humano (VHP), que es condición sine qua non para padecerlo.
Los investigadores del VU University Medical Center de Amsterdam observaron durante 14 años a 43.339 mujeres de entre 29 y 61 años que participaban en un ensayo clínico, el POBASCAM. La mitad eran asignadas al llamado grupo de intervención, que consistía en someterse a una prueba de detección del VPH y una citología; el otro 50% sólo se sometía a esta prueba, que se repitió a los cinco y a los diez años. Por supuesto, esto era así siempre que no hubiera algún hallazgo anómalo; si se detectaba una lesión precoz se seguía el protocolo habitual: realizar una colposcopia para valorarla.
Los autores analizaron la diferencia de lesiones importantes (las precancerosas de máximo grado, también llamadas CIN-3) y de tumores malignos en el cuello del útero a los cinco y a los diez años y vieron que no las había en aquellas participantes sin lesiones mayores de 40 años. También se confirmó algo que ya se sabía: que las mujeres que eran negativas al VPH tenían un riesgo muy bajo de este tipo de cáncer, lo que también apoya que se amplíe el periodo entre pruebas.
Cribado vs. asistencia
Según explica a EL ESPAÑOL el director del Instituto de Salud de la Mujer del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, Pluvio Coronado, estos hallazgos se han de englobar en lo que se conoce como cribado poblacional. Estas intervenciones, apunta, están destinadas a evitar la mortalidad por cáncer de la forma más eficiente, es decir, "gastando el mínimo dinero posible para conseguir el máximo rendimiento".
En España, no existe dicho cribado poblacional. Al contrario que en la detección precoz del cáncer de mama, la asistencia al ginecólogo es opcional y las pruebas que se hacen en la sanidad pública consisten en una citología que, si sale bien, se ha de repetir cada tres años. La prueba genética de detección del VPH brilla por su ausencia aunque, según Coronado, sería más útil para poder seleccionar después a quien repetir con mayor o menor frecuencia las revisiones. "En nuestro hospital y en otro madrileño vamos a desarrollar un programa piloto de cribado con esta prueba, pero aún no está en marcha", señala.
El ginecólogo destaca que la citología es una prueba más ineficiente, que sólo detecta el 60% de las lesiones precancerosas. "Por eso se hace cada año, cada dos o, si se aplican términos economicistas, cada tres", subraya. A este experto, le parece razonable la conclusión y próxima puesta en marcha del nuevo plan de cribado de los holandeses que son, reconoce, pioneros en este campo. "Si lo hacemos bien, en España también se podría hacer cada cinco años y, en algunos casos, cada diez", recalca.
¿Y la revisión ginecológica?
Por supuesto, existe el problema del precio. En el entorno de la sanidad pública una citología costaría alrededor de cinco euros, frente a los 40 de la prueba que determina genéticamente si existe el VPH. El problema no es sólo ése, según Coronado, sino que en las consultas privadas donde se ofrece el test se hace de forma indiscriminada. "Sólo ha de llevarse a cabo en mayores de 30 años porque, hasta esa edad, habrá una gran mayoría de mujeres que den positivo y esto puede llevar a un sobrediagnóstico", explica. "Lo normal es que el virus se lo coma el cuerpo, el porcentajes de infecciones es muy alto y el riesgo de cáncer muy bajo", subraya.
Si una mujer se encuentra bien, no hace falta ir al ginecólogo
El experto señala que la revisión ginecológica "está en desuso"; es decir, que hoy en día no tiene mucho sentido acudir al ginecólogo si no se tiene ningún problema. Existe una excepción: los cribados de cáncer de cuello de útero y de mama. "Ahora mismo, como están las cosas en España, una mujer de más de 30 años debería de ir cada tres años, si se hace citologías, o cada cinco, si diera negativo al test del VPH; a partir de los 45 o los 50, cada dos años a hacerse una mamografía", comenta el experto, que reconoce que esto puede tener impacto en las cuentas de las consultas privadas de ginecología. El especialista aprovecha para recordar que la vacuna frente al VPH es una medida preventiva eficaz frente al cáncer de cuello de útero.
Eso sí, tampoco critica a las personas que optan por ir a un obstetra privado una vez al año. "En este caso la mujer busca que le digan que está bien, poder quedarse tranquila", destaca y subraya que "siempre se pueden encontrar cosas".
"Si una mujer se encuentra bien, no hace falta ir. Si tiene molestias, dolor, un bulto, quiere planificar un embarazo o tomar anticonceptivos, sí", resume.