El premio Nobel de Medicina 2016 es para el japonés Yoshinori Ohsumi por el descubrimiento del mecanismo de la autofagia, un procedimiento para degradar y reciclar componentes celulares, según ha anunciado este lunes el Instituto Karolinska de Estocolmo.
La autofagia podría definirse también como el canibalismo celular y, de hecho, el término viene de las palabras griegas auto y phagein, comer. El concepto emergió en la década de 1960, cuando algunos investigadores observaron que las células podían destruir sus propios contenidos, acumulándolos en membranas que a su vez formaban unas pequeñas vesículas que se transportaban a un compartimento de reciclaje, llamado lisosoma.
El lisosoma sería como el estómago de la célula, ya que su misión es digerir esos contenidos que ya no sirven. Sin embargo, desde su descubrimiento hace más de 50 años, el conocimiento sobre la autofagia avanzó muy lentamente hasta que Ohsumi realizó una serie de experimentos fundamentales que le han llevado a ganar el máximo galardón en el campo de la Medicina.
Esto sucedió a principios de la década de 1990 y la herramienta utilizada no fue otra que la levadura, gracias a la cual el japonés pudo identificar unos genes esenciales para la autofagia. Esto le sirvió para describir los mecanismos subyacentes del proceso en la levadura y demostrar después que la misma "sofisticada maquinaria" se usaba también en nuestras células.
"Los descubrimientos de Ohsumi han llevado a un nuevo paradigma en el entendimiento de cómo las células reciclan su contenido", explica el Comité del Instituto Karolinska que concede el Nobel en un comunicado.
Más Nobel para la autofagia
No es la primera vez que la autofagia se lleva un Nobel. El descubrimiento del lisosoma hizo que lo ganara el belga Christian de Duve en 1974, que también descubrió que se podían formar otros orgánulos dentro de los primeros, que se bautizaron como autofagosomas.
En los siguientes diez años, la ciencia se centró en otro sistema para degradar las proteínas, el proteasoma. Este hallazgo también tuvo el reconocimiento de la Academia Sueca, que concedió el Nobel en 2004 a Aaron Ciechanover, Avram Hershko e Irwin Rose.
A partir de los descubrimientos de Ohsumi, los conocimientos en este campo han avanzado de forma exponencial. Se sabe que se trata de un mecanismo esencial involucrado en el control de funciones fisiológicas muy importantes, como la respuesta al ayuno y a las infecciones.
Esperanza en el futuro
Pero se sabe también que las células usan la autofagia para eliminar proteínas dañadas y esto esconde un gran potencial. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si nuestro propio cuerpo pudiera deshacerse de las células que envejecen? Al mismo tiempo, el proceso acaba con células dañinas y la interrupción del mismo se ha ligado a distintas enfermedades, como el párkinson, la diabetes tipo 2 e incluso el cáncer.
Así, existe esperanza en el desarrollo de fármacos que, de alguna forma, se dirijan a la autofagia, bien para provocarla o para evitar su interrupción.