En los últimos años, son decenas los estudios que han asociado el consumo de bebidas azucaradas con los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, especialmente la obesidad. Así, cada vez son más las voces que abogan por medidas para que estos productos estén menos en la cesta de la compra y en los bares, desde el famoso impuesto al azúcar hasta la propuesta de incluir etiquetas de riesgo para la salud en los mismos, como sucede con el tabaco.
Ahora, con una simple búsqueda en Google y en otras bases de datos públicas, dos investigadores de la Universidad de Boston han demostrado que los principales fabricantes de refrescos azucarados -Pepsi y Coca-Cola- se han pasado al menos cuatro años -de 2011 a 2014- patrocinando fundaciones y organizaciones de salud y haciendo 'lobby' contra propuestas legislativas encaminadas a reducir el consumo de refrescos.
Sus hallazgos, publicado en la revista American Journal of Preventive Medicine, se suman al escándalo que sacudió a Coca-Cola en 2015 cuando The New York Times se hizo eco de que había financiado una asociación científica para difundir el mensaje de que era la falta de ejercicio -y no la mala alimentación- la responsable de la epidemia de obesidad mundial.
Pero el descubrimiento actual va más allá. En primer lugar, amplia el número de culpables de uno a dos; ya no es sólo Coca-Cola, también su rival Pepsi se ha dedicado a hacer maniobras para evitar lo que los autores del estudio llaman "un compromiso sincero para mejorar la salud pública".
Pero, además, las empresas han trabajado en dos frentes: pagar a asociaciones científicas y hacer lobby -con grupos como la American Bar Association (ABA) o la Asociación de Fabricantes de Comestibles (GMA) -contra medidas legislativas que pudieran afectarles. En concreto, fueron 27 las propuestas contra las que votaron en diferentes estados de EEUU, sobretodo referidas a etiquetado, restricción en cantidad de compras e impuestos.
Son varios los hallazgos que han llamado la atención de los autores del estudio, pero uno de los más destacados es el de dos de los receptores de ayudas económicas por parte de estas compañías: la Asociación Estadounidense de Diabetes y la Fundación de la Investigación en Diabetes Juvenil.
La revista Diabetes Care publicó en 2010 un metaanálisis en el que se ponía de manifiesto la asociación clara entre el consumo de refrescos azucarados y la prevalencia de diabetes, uno de los factores de riesgo más importantes para la enfermedad cardiovascular.