En realidad, Charlotte Avanzi y sus compañeros querían descubrir por qué la población de ardillas rojas (Sciurus vulgaris) estaba desvaneciéndose de las islas británicas. Recogieron más de cien cadáveres en Reino Unido, Irlanda y Escocia.
En la isla de Brownsea, una coqueta colección de castillos, iglesias y bosque que es patrimonio nacional británico, encontraron 25 ardillas muertas y todas tenían lepra, una enfermedad erradicada del Reino Unido hace siglos. Además, un análisis más concienzudo reveló que la cepa era similar a aquella que arrasó Europa en el medievo. Lepra humana en ardillas.
La enfermedad, en realidad, sigue existiendo aunque se restringe a países en vías de desarrollo. En los últimos años, se han dado grandes pasos hacia su erradicación aunque esta resurgencia, y el alto nivel de infección que encontraron en las ardillas, "podría entorpecer los esfuerzos para acabar con esta enfermedad en humanos", dijeron Avanzi y sus compañeros cuando el artículo apareció hace unos días en Science.
Hace años que se habla del fin de la enfermedad pero el final del túnel sigue sin vislumbrarse. Por otro lado, se sabía que había animales como el armadillo en Estados Unidos que eran reservorio de la lepra, pero de las ardillas no se tenía noticia hasta ahora. "En principio habría que considerarlo una zoonosis, una enfermedad que puede transmitirse de animales a humanos", explica a EL ESPAÑOL Marta Arsuaga, de la Unidad de Medicina Tropical del Hospital La Paz-Carlos III. "Con el armadillo sí que ha habido algún caso de transmisión, pero estas ardillas no se sabe ni desde cuándo están infectadas".
Sin embargo, la médico aclara que el riesgo de transmisión es bajo: "Ya entre humanos es complicado contagiarse de lepra".
Lo más llamativo del estudio fue encontrar que la lepra que afectaba a las ardillas era la misma cepa que aquella que asoló Inglaterra en la época medieval. ¿Quizá el bacilo se ha mantenido en los cadáveres todos estos siglos o puede que encontrara otro huésped? "No sabemos la ruta exactamente, porque, a diferencia de lo que ocurrió este verano con el ántrax en Siberia, además aquí no ha habido brote", dice Arsuaga, "a lo mejor se ha hecho el contagio a través del contacto con la Tierra al escarbar las ardillas", especula. Tampoco los autores del estudio lo tienen claro.
La lepra en España
Aunque en 2011 todavía había casi cinco millones y medio de leprosos, en todo el mundo los casos de la enfermedad se han reducido a un ritmo de 219.000 casos anuales. En nuestro país, según datos del Centro Nacional de Epidemiología, este paulatino descenso también se da y pasamos de diagnosticar 11 casos en 2014 a ocho en 2015.
Un estudio publicado este verano en la revista Travel Medicine and Infectious Disease ofrece una interesante perspectiva histórica de la lepra en España. En los años 90 todavía era común tener casos autóctonos, particularmente en Badajoz o Málaga. Sin embargo en los últimos años los únicos casos de lepra diagnosticados en la Unidad de Medicina Tropical eran de ciudadanos, extranjeros o no, que la habían contraído en un país endémico.
"Casos autóctonos en España en principio no hay ya, salvo los que hay en el Sanatorio de Fontilles, en Alicante donde sigue habiendo gente ingresada con lepra", confirma Arsuaga. Según los propios datos de la institución levantina, actualmente 14 hombres y 14 mujeres con secuelas de la lepra residen en Fontilles.
De los casos descritos en el estudio, casi la mitad se curaron. Paradójicamente, el número de casos que superaron la enfermedad con secuelas como neuropatías o lesiones en la piel han aumentado con respecto a los años noventa. La mayor parte de los diagnósticos en estos 25 años ha sido a españoles, ya se contagiaran en nuestro paía o fuera, seguidos de paraguayos, ecuatoguineanos, colombianos, dominicanos y brasileños.