En la noche de este lunes, millones de españoles harán honor a una tradición que cuenta la leyenda empezó hace algo más de un siglo por un excedente en la cosecha de uvas. Comer este fruto al son de las 12 campanadas que dan la bienvenida al año nuevo es una costumbre esencialmente española y, debido a la hora en que se produce, más destinada a adultos que a niños.
Sin embargo, no es extraño que, al tratarse de una ocasión especial, los más pequeños de la casa se mantengan despiertos hasta medianoche y que compartan con sus padres la costumbre de tomar las uvas al ritmo del reloj, algo que lógicamente les resulta emocionante.
Sin embargo, los menores de seis años no deberían hacerlo, según advirtieron médicos del hospital británico Aberdeen Royal Infirmary en la revista Archives of Diseases in Childhood. No lo hicieron con motivo de la Nochevieja -en Reino Unido no se comen uvas en esta celebración-, sino por una cuestión de salud pública. Según describen en la publicación, las uvas son la tercera causa de atragatamiento por comida en niños de hasta seis años, sólo después de los perritos calientes y los caramelos.
Para ilustrar su advertencia, los autores del artículo cuentan tres casos de atrangatamiento por uvas en niños de esta edad: dos murieron y uno sobrevivió tras pasar cinco días en la UCI.
El primer caso es el de un niño de cinco años que tomó uvas de postre en una reunión después del colegio. Aunque la ambulancia llegó pronto y los paramédicos lograron extraer el fruto con una laringoscopia, el pequeño acabó falleciendo tras una parada cardiaca.
En el segundo caso, fue un bebé de 17 meses el afectado. Comían sandwiches y frutas con su familia cuando se atragantó con una uva. Sus padres intentaron sacársela sin éxito y llamaron a una ambulancia al no conseguirlo, donde falleció.
El tercer caso, el único que acabó bien, se dio en un niño de dos años. Se atragantó en un parque con su familia, que le practicó la maniobra de Heimlich, aunque sin éxito. Afortunadamente, había una ambulancia cerca y los paramédicos extrajeron la fruta muy rápido, aunque la recuperación distó de ser inmediata: pasó nueve días en el hospital, cinco de ellos con ventilación asistida.
"Los casos descritos demuestran claramente que los niños se puede asfixiar con uvas con resultados trágicos. Como se demuestra en el tercero, las intervenciones a tiempo para extraer el objeto pueden acabar bien, pero en los tres sucesos había adultos presentes, se identificó rápidamente el problema pero se fracasó al solucionarlo", escriben los autores en la revista.
Los médicos subrayan que ni los médicos ni las autoridades sanitarias ni, por supuesto, las familias son conscientes de este riesgo y que se debe hacer algo al respecto.