El 13 de mayo de 1957 se publicaba en la revista Life un artículo que ha pasado a la historia de los interesados en lo psicotrópico. El título es Buscando las setas mágicas y el autor el que menos se pudiera uno imaginar: un vicepresidente del banco JP Morgan, que había pasado los últimos cuatro veranos en las montañas de México, participando en rituales indígenas que implicaban el uso de setas alucinógenas.
El texto de Gordon Wasson -así se llamaba el banquero- afirmaba que no se sabía qué sustancia psicotrópica provocaba los efectos alucinógenos asociados al consumo de setas. El articulo advertía, además, de que no era una actividad sin consecuencias. "Los propios indios definen su uso como 'muy delicado', es decir, peligroso", concluía el reportaje.
Han pasado casi 60 años y la ciencia ha investigado sobre estas setas, en parte incentivada por el propio Wasson. Fue el conocido químico Albert Hofmann -el mismo que sintentizó el LSD- el que dio con una de las moléculas comunes a muchas de esas setas, la psilocibina.
El componente ha llamado la atención de los investigadores desde la década de los 60. Como ocurre con el éxtasis y otras drogas similares, se ha propuesto incluso su utilización en dolencias psiquiátricas.
Entre las características que más llaman la atención de los científicos está la diferente recepción de la droga según quién la consuma. Para casi todos, se trata de una experiencia inolvidable pero, para otros, lo es en el mal sentido. Es lo que se llama tener un "mal viaje" y sobre ello ha querido investigar un equipo de farmacólogos de la Johns Hopkins University, que llevan años analizando este asunto.
Descripción de la experiencia
Su nuevo trabajo, publicado en la revista Journal of Psychopharmacology, se centra únicamente en los usuarios que han tenido un mal viaje. Los autores localizaron a 1.993 individuos que declararon haberlo experimentado y que accedieron a responder a tres cuestionarios únicamente sobre su experiencia negativa.
Lo más paradójico de sus respuestas: a pesar de tratarse de un mal viaje, más del 80% de los consumidores declararon haberse beneficiado del consumo de setas mágicas.
Los efectos negativos de esta droga para los participantes en la encuesta incluían angustia psicológica, comportamientos peligrosos y problemas psicológicos.
En concreto, un 10,7% de los encuestados declararon haberse puesto a ellos o a otros en riesgo físico durante ese viaje. Un 2,6% actuó de forma agresiva o violenta y en un 2,7% de los casos tuvieron que buscar asistencia médica. Cinco participantes intentaron suicidarse pero, paradójicamente, seis personas que tenían pensamientos suicidas antes de tomar la droga, vieron como éstos se evaporaban tras su consumo.
Un tercio de los participantes calificaron su experiencia entre las cinco más significativas de su vida y un tercio también entre las cinco más espirituales. El 62% la cito entre las diez más difíciles de su vida y un 11% directametne como las más complicada de su trayectoria vital.
¿Qué conclusión sacan de esto los investigadores? Sencillamente, la misma que las culturas indígenas que usan las setas en sus rituales. "Ellos no se las dan a cualquiera, ni en cualquier momento, ni si no es en un entorno controlado y bajo una vigilancia cuidadosa", escriben. Se trata de una advertencia contra las cifras que arrojan las encuestas estadounidenses, que hablan de un 12% de personas que han probado las setas para drogarse y que, presuponen, no lo habrán hecho como los rituales determinan.