Los rumores que afirmaban que Paris Hilton consumía cocaína se remontan como mínimo a 2006, cuando un paparazzi le fotografió a la salida de un restaurante de moda con restos de lo que parecía un polvo blanco en su nariz. Aunque ella lo negó en aquella ocasión, le fue más difícil hacerlo cuatro años después, cuando fue la policía de Las Vegas la que le arrestó con 0,8 gramos de esta droga, cuya posesión finalmente reconoció ante un juez para evitar la cárcel.
Hilton es sólo una de las muchas famosas a las que se ha atribuido consumo de cocaína, pero no pertenece al género con más adictos. Hay más hombres que mujeres enganchados al polvo blanco pero, según han demostrado diversos estudios, una vez que la prueban, las féminas tienen más posibilidades de aficionarse a esta droga.
Hasta ahora, no se conocían bien los motivos de esta diferencia, pero un estudio publicado en la última edición de Nature Communications ha dado una explicación: son las hormonas femeninas, los estrógenos, las que median la descarga de dopamina en el cerebro y las que explican la diferente recepción de la droga por parte de hombres y mujeres.
"Ya hay datos en humanos que sugieren que las mujeres se encamina a la adición más rápido, les es más difícil mantener la abstención y son más proclives a recaer en comparación con los varones", explica a EL ESPAÑOL Erin Calipari, uno de los autores del estudio, que subraya también lo que añade de nuevo su trabajo: "En primer lugar, lo confirma y, además, demuestra que las fluctuaciones hormonales cambian la forma en que la cocaína actúa en el cerebro y hace que el consumo sea más placentero. Este incremento en el efecto de la droga puede llevar a una mayor probabilidad de que la usuaria acabe convirtiéndose en adicta".
"Esta propensión varía según el momento del ciclo menstrual", añade Eric Nestler, otros de los investigadores que firman el trabajo. El experimento en el que basan sus hallazgos se ha hecho en ratas, por su similitud con el sistema reproductivo humano. Se demostró que los animales eran más proclives a aficionarse a la droga cuando las niveles de descarga de estrógenos eran mayores.
El descubrimiento tiene importantes implicaciones prácticas. "Los datos enfatizan la importancia de estudiar los mecanismos de adicción específicos de cada sexo, lo que podría llevar a tratamientos específicos para hombres y mujeres", explica Nestler.
La investigación no ha acabado con la publicación del estudio. Calipari comenta los próximos pasos en su trabajo: "Tenemos que determinar cómo los cambios hormonales influyen el circuito de recompensas del cerebro. ¿Es por el ciclo natural de las hormonas? ¿O es sólo porque los estrógenos están elevados? Una vez que averigüemos esto podremos empezar a desarrollar tratamientos que puedan interactúar con estos sistemas para mejorar el pronóstico del tratamiento de los drogodependientes".
Es decir, se ha comprobado que los estrógenos influyen en la descarga de dopamina (la diana molecular de la cocaína), pero no se sabe cómo ni por qué. Ese descubrimiento será clave a la hora de desarrollar futuras terapias.
Las relaciones entre el placer y los estrógenos han sido ampliamente analizadas por la ciencia. Una hipótesis afirma que el mecanismo evolutivo detrás de este nexo es el placer de buscar a un compañero y practicar el sexo con él, todo ellos para promover la supervivencia de la especie. Pero otra teoría afirma que el aumento de estrógenos podría promover la búsqueda de comida, para asegurarse que las mujeres están lo suficientemente sanas para cuidar a su descendencia.