Puede que sea porque no lo consiga o porque no le convenzan las razones esgrimidas por la mayoría de las sociedades científicas -como la Academia Americana de Medicina del Sueño-, pero usted puede pertenecer a ese grupo de personas que no duerme al menos siete horas diarias. Pero un nuevo estudio puede que le haga cambiar de opinión y empeñarse en mejorar el tiempo y calidad de su sueño: el trabajo, publicado en la revista Menopause, demuestra que dormir poco y mal influye en la calidad de la función sexual.
En concreto, la presencia de insomnio interfiere en el nivel de satisfacción sexual y esa interferencia aumenta según la edad: afecta más a las mujeres mayores que a las más jóvenes.
Se trata de un trabajo multitudinario: los investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) analizaron datos de casi 94.000 mujeres. La asociación se mostró de forma clara, incluso separando otras posibles causas para empeorar la satisfacción sexual: dormir menos de siete horas afectaba al placer por el sexo, aunque no a la frecuencia con la que se practica.
No es la primera vez que la ciencia se fija en la relación entre el sexo y el sueño. Una revisión de estudios publicada en 2007, asociaba los problemas de sueño con una peor relación de pareja e incluso sugería una curiosa conclusión. "Dormir separados no es necesariamente un indicador de infelicidad", comentaban los autores.
En el mismo año, otra revisión publicada en la revista líder en el campo del sueño, Sleep, lo abordaba desde otro punto de vista y describía desórdenes sexuales asociados a problemas del sueño, como la masturbación violenta en personas que sufrían parasomnias.