Hace unas semanas, algo mágico ocurrió en la sede de la junta provincial de la Asociación Española contra el Cáncer de Madrid. Una mujer joven que había superado un cáncer de mama anunció que dejarían de verla por un tiempo. Días antes, se había comprado un billete de avión a Colombia, primera parada de un viaje alrededor del mundo. Dejaba su trabajo, al que había vuelto después de la baja médica por la enfermedad y se lanzaba a cumplir el sueño de su vida.
"Nunca me había pasado algo así", cuenta a EL ESPAÑOL Begoña, psicooncóloga de la AECC, artífice sin pretenderlo de esa decisión. Ella lleva años dirigiendo terapias de grupo para pacientes de cáncer, aunque los participantes de las sesiones -EL ESPAÑOL ha asistido a una- no quieren oír hablar de ese término. "¡Somos supervivientes!", corrigen a los periodistas.
En una de esas citas -acudimos a la octava de diez-, que se celebran cada dos semanas, la psicooncóloga propuso un ejercicio a las siete participantes: escribir en un papel aquello que realmente les apetecería hacer si pudieran. "Ella, que era una mujer muy centrada en su trabajo, vio que lo que realmente quería era hacer ese viaje y lo organizó todo en un tiempo récord; ¡puso incluso juntas las citas de las revisiones para aprovechar una parada en España!", recuerda satisfecha Begoña.
El grupo que se reúne esta mañana lluviosa en Madrid -la mayoría prefiere no decir su nombres ni ser reconocidas en las fotos- también recuerda a la viajera, ausente esta mañana, de quien, según afirma una de sus compañeras, "hubiera aportado mucho". Se nota que llevan tiempo juntas. Desprenden complicidad aunque, como reconoce otra, "apenas se conocen". Pero compartir sentimientos íntimos durante dos horas con personas que han pasado por una situación similar une mucho. "Tenemos algo en común que es muy potente", apostilla una de ellas.
Y eso que en esta terapia apenas se pronuncia la palabra cáncer. En la sesión de hoy no se mencionó más de diez veces, y eso si incluimos conceptos como "la enfermedad" o "el proceso". Cuentan que al empezar muchas pensaban que iban a hablar exclusivamente de ello. De los miedos a las recaídas, de la incertidumbre, de la pena que siente tras el diagnóstico de un cáncer... pero no.
Lo explica Begoña otra vez: "Lo que se intenta es darles herramientas para que se puedan adaptar a su nueva vida; ellas se plantean que no son las mismas y es verdad, pero no son peores, son mejores", resume. El mensaje es que su vida puede ser todavía mejor que antes de la enfermedad.
Curiosamente, la mayoría de la gente no busca ayuda psicológica mientras se enfrenta al cáncer. "Es al acabar el tratamiento cuando empiezan a sentirse mal", comenta la psicooncóloga, y lo que quieren es resolver ese sentimiento de tristeza. ¿Y por qué en grupo y no de manera individual?
La AECC también ofrece ayuda psicológica para una sola persona, pero Begoña defiende las terapias de grupo. "Se aprende antes y el vínculo que se genera es muy positivo", comenta.
Otra de las razones la aporta una de las participantes: "Aquí notas que te estás entendiendo mejor". Eso no quiere decir que fuera de la asociación no hablen de la enfermedad; de hecho, muchas de ellas comentan como verbalizar su proceso fuera les ayuda; pero no es lo mismo que compartirlo con un psicólogo especializado en el manejo de la enfermedad y otras personas que han pasado por lo mismo.
En la sesión a la que asistimos, por ejemplo, se habla de algo que es difícil decir fuera. A muchas de las participantes no les agrada que la gente les diga el buen aspecto que tienen. "Se agradece que te quieran animar, pero a mí me molesta. ¡Si yo no estoy bien!", comenta una de las asistentes mientras otras asienten.
A muchas de las participantes no les agrada que la gente les diga el buen aspecto que tienen
Esto sucede justo antes de llevar a cabo un ejercicio propuesto por la psicóloga y denominado "el árbol de la autoestima". Como otras tareas que se hacen durante la sesión, el objetivo es claro: hacerles ver que tienen numerosas características positivas, pero que son ellas las que tienen que ser consciente de ellos.
En un momento de la sesión sale el nombre de Bimba Bosé. Una comenta: "Hablaban de su fortaleza, ¡pero si no nos queda otra!". Hacen referencia a eso que muchos alaban desde fuera en las personas que se enfrentan a un cáncer, pero a lo que ellas tienden a quitar importancia. La psicooncóloga, sin embargo, les contradice: "Aunque vosotras creáis que esto no tiene importancia, sí la tiene. Vosotras sois especiales; hay actitudes que ayudan y una de ellas es que reconozcáis vuestro valor", sostiene.
Al ser preguntadas por el valor de la terapia de grupo, ni una de las participantes habla mal de ella. "La parte hospitalaria está muy bien, consiguen curarnos, pero se olvidan del resto", comenta una de las participantes, que ha aprovechado la sesión de hoy para compartir una buena noticia -su alta médica- con sus compañeras de grupo."Debería de formar parte del tratamiento, tanto como otras cosas", añade otra.
La sesión de hoy termina con unos minutos de relajación con los ojos cerrados, mientras se pide a las supervivientes que visualicen a un ser querido y a ellas mismas sobre una silla vacía. Justo antes, se ha vivido un momento de emoción. Begoña les ha pedido que escriban una carta a su compañera de al lado, diciendo las características de ella que más les gustan. Algunas lloran al leerlo.
Se despiden hasta dentro de dos semanas, un periodo en el que probablemente no tengan contacto entre ellas. Sin embargo, se puede asegurar casi con total seguridad que dentro de 15 días se alegrarán de volver a verse.