El pasado cuatro de abril los seguidores de Jarabe de Palo se acostaron con una excelente noticia. Tras saber los resultados de un TAC que se había hecho unas semanas antes, el líder de la banda, Pau Donés, paciente de cáncer de colon, anunciaba en todas las redes sociales que estaba "limpio", es decir, que las pruebas de imagen no mostraban restos de la enfermedad frente a la que llevaba meses tratándose con quimioterapia.
El "limpio" del cantante se tradujo inmediatamente por medios de todo el mundo por una frase ligeramente distinta. El titular escogido por la mayoría era éste: Pau Donés anuncia que está curado del cáncer de colon que padecía.
Al contrario que en otras enfermedades, el fin de un tratamiento exitoso contra el cáncer no es sinónimo de curación. Aun siendo una buena noticia, los especialistas reconocen que es pronto para utilizar ese término concreto. De hecho, en algunos cánceres concretos, es posible que no se pueda usar nunca.
El presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Miguel Martín, reconoce que es "muy difícil" garantizar a una persona que no va a recaer nunca. "La curación del cáncer es posible, pero garantizarlo es complejo", comenta a EL ESPAÑOL y añade que es más fácil en unos tumores que en otros. El que padece Pau Donés estaría en el primer grupo.
La información adicional
Pero aunque el pronóstico sea muy optimista, parece que hablar de curación nada más finalizar el tratamiento es, como mínimo, aventurado. Si se hace, la palabra más deseada por los pacientes ha de ir acompañada de información adicional, como destaca el oncólogo del Hospital Puerta de Hierro Ricardo Cubedo.
Este especialista sí es partidario de hablar de curación, pero señala que a continuación hay que explicarle al enfermo el riesgo de recaída al que se enfrenta. "Ese matiz es imprescindible, es el meollo de la información. Lo que interesa tanto no es si en el escáner se ve o no enfermedad, sino si eso seguirá siendo así en el futuro", explica.
Para Martín el que un paciente creo que se ha curado le parece un hecho "positivo". "Es mucho peor que te creas que vas a recaer y vivas la vida con esa espada de Damocles; las cosas hay que afrontarlas con positividad", subraya.
Una enfermedad distinta
Según Begoña Arbulo, psiconcóloga del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, aunque es cierto que la enfermedad oncológica "no empieza y termina como otras", es una patología que se "puede hacer más llevadera" según se plantee. "Se trata de que el cáncer no arrase tu vida y tu identidad y es lógico que cuando uno ha pasado la etapa crítica esté satisfecho. Es importante expresarlo", comenta la especialista sobre el mensaje positivo de Donés.
Sin embargo, que una persona crea que está curada y después sufra una recaída es un proceso duro desde todos los puntos de vista. Por eso es recomendable esperar algún tiempo para considerarse curado. Pero ¿cuánto?
En oncología se suele hablar de cinco años. "Es algo que surgió por estadística", recalca Martín y Cubedo lo confirma: "Se trata de utilizar una medida común". Pero que pase un lustro tampoco es garantía de que un paciente esté curado.
Los expertos insisten en que importa muchísimo el tipo de tumor del que se trate. Martín, que uno de los mayores expertos mundiales en cáncer de mama, comenta que uno de los más frecuentes de este tipo, el hormonodependiente, puede producir recaídas "muy tardías". A juicio de este oncólogo, esto no es óbice para que las afectadas vivan asustadas. "Se puede decir lo mismo de muchas formas".
"Le puedes decir: 'un cáncer nunca podemos decir que está curado', pero le hundes en la miseria", señala y añade otra forma de explicar esa misma idea: "Mire, sin poderle garantizar nada, tiene usted muchas posibilidades de no tener una recaída". Martín comenta que muchas veces utiliza una metáfora de "los franceses clásicos", que decían que la salud era "una situación inestable que no presagiaba nada bueno".
La 'curación aparente'
Lo que es evidente es que ningún médico, por bueno que sea, ostenta también el cargo de adivino. Para Cubedo, no obstante, cualquier oncólogo sabe a grandes rasgos las posibilidades de recaída de un paciente, aunque no el porcentaje exacto. "Pero cuando yo le digo a un paciente que hay un 20% de posibilidades de que recaiga, lo que quiere decir es que de 100 personas como él que sufren la enfermedad, 20 van a volverla a padecer. Pero ignoro qué 20 son", explica.
Sin embargo, el oncólogo reconoce que "cuanto más tiempo pasa más probable es que esa curación aparente sea una curación real". Por eso, se distancia el tiempo entre revisiones. De hecho, este médico apunta a que esas revisiones podrían no tener sentido "científico" en algunos casos. "El diagnóstico precoz es útil en un cáncer curable; si localizas ciertas metástasis seis meses antes o después, es un factor que no impacta en la supervivencia", resalta.
Más allá de si el caso de Donés es una curación real, algo a lo que parece apuntar la información de la que disponemos pero que es impreciso afirmar ahora mismo, la psicooncóloga del Gregorio Marañón cree que se trata de una actitud loable y no muy frecuente. "Según mi práctica clínica, la gente se queda más con el temor a la recaída y un sentimiento de seguir en riesgo", resume.
Las consecuencias de la ignorancia
En cualquier caso, todos los expertos consultados apuntan a la importancia de no mentir, algo delicado porque en ocasiones es el propio paciente el que no quiere saber. "Los enfermos piden poco las cifras o lo hacen con la boca pequeña y eso es algo que hay que tener en cuenta. Lo que no dices siempre lo puedes decir luego, pero lo que hablas ya no lo puedes borrar", apunta Cubedo.
Martín, por su parte, recuerda un caso que tuvo hace más de 20 años. "Eran otros tiempos y la familia no me dejó decirle la verdad y el paciente tenía un cáncer de colon metastásico. Al no saber la verdad, se metió en negocios en los que tenía que controlar todo él y cuando murió dejó a la familia arruinada", recuerda.
Un caso similar se lo contaron a Arbulo. Se trataba de un enfermo de cáncer que, tras superar aparentemente la dolencia, decidió hacer un cambio radical de vida. Sacó a su familia de su entorno, se compró un barco y se embarcó en una especie de odisea catártica. Volvió a enfermar y fue un mazazo: además de su salud, había perdido la seguridad económica. "Esos casos son los mínimos", resalta la psicooncóloga.
En el extremo opuesto de la balanza está la práctica clínica en EEUU, donde es obligatorio explicar al paciente las posibilidades exactas de supervivencia según las estadísticas, pregunten o no. "A mí me parece que ese no es el papel del médico", comenta Martín, que recuerda un caso "aberrante" que protagonizó trabajando en el país americano. "Vino un paciente con un cáncer incurable y le tuvimos que dar un pronóstico de sobrevida, que no superaba los seis o siete meses; cuando lo supo, se suicidó", concluye.