La práctica de la circuncisión es una de las intervenciones quirúrgicas más antiguas del mundo, ya que algunos historiadores calculan que pudo comenzar a realizarse hace 15.000 años, como forma de castrar a los enemigos capturados, dejándolos marcados, pero sin eliminar totalmente su pene. Más tarde muchas culturas comenzaron a utilizarla, con otros fines tan básicos como la higiene del miembro, que se limpiaba con más facilidad si se eliminaba la piel del prepucio, y desde entonces ha seguido extendiéndose por todo el planeta, tanto con fines rituales, como culturales o médicos.
En algunas religiones, como la judía, es un procedimiento habitual, que se realiza a todos los niños tras su nacimiento, mientras que otras muchas culturas siguen realizándola con distintos fines rituales.
Aún así, en la actualidad se trata de un práctica que -salvo por motivos religiosos- sólo se suele realizar por razones médicas, pero puede que después de un nuevo estudio, publicado en Journal of Sexual Medicine, cambie la percepción de muchos hombres al respecto.
Disfrutar del sexo
La circuncisión en la edad adulta es un procedimiento sencillo, sin prácticamente ningún tipo de riesgo, pero aún así despierta las reticencias de aquellos hombres que tienen que someterse a ella, por el temor a que su miembro sufra efectos como la pérdida de la sensibilidad durante el sexo.
Esto ha llevado a que muchos investigadores estudien si estos miedos son infundados o si, por el contrario, tienen alguna base científica, y, si bien es cierto que un estudio publicado en Journal of Urology hizo un llamamiento a la calma, al asegurar que no había diferencias en la sensibilidad del pene entre circuncidados y no circuncidados, hasta ahora nadie había demostrado que no sólo no hay diferencias; sino que, además, la eliminación del prepucio aumenta la sensibilidad y aporta otros beneficios de cara a las relaciones sexuales.
Para comprobarlo, estos científicos de la Universidad de Chicago entrevistaron a 360 hombres circuncidados y a sus parejas en dos ocasiones, a los seis meses y a los veinticuatro meses de la operación.
Las respuestas fueron claras: el 98% de los varones y el 95% de sus parejas notaron una clara mejoría en sus relaciones íntimas e incluso algunos aseguraron haber encontrado parejas sexuales con más facilidad.
Prevención de ETS
Por otro lado, este estudio reafirma lo que ya habían postulado investigaciones anteriores en torno a la prevención de ETS, ya que el tejido que recubre la cabeza del pene es más vulnerable que el resto del miembro a la contracción de infecciones como el VIH, por lo que la circuncisión disminuye las probabilidades de contagio de mujeres a hombres.
También se han estudiado otros casos como el del virus del papiloma humano o el herpes vaginal y en todos se han encontrado resultados similares; aunque, eso sí, es importante que quede claro que la circuncisión no debe eximir del uso del preservativo, pues es el único método que puede prevenir casi al 100% estas enfermedades.
Disminuye la probabilidad de lesiones
Aunque no son especialmente frecuentes, cuando los movimientos durante las relaciones sexuales son muy intensos pueden darse lesiones coitales, como las temidas fracturas de pene, que suelen terminar en bochornosas visitas a urgencias.
Éste y otro tipo de lesiones pueden darse tanto en hombres circuncidados como sin circuncidar, pero sí que es cierto que se ha observado que la extirpación del prepucio puede prevenir algunas, haciendo el coito más seguro en ese aspecto.
Aumenta la duración de los encuentros sexuales
Aunque la sensibilidad del pene no disminuye hasta el punto de hacer las relaciones menos agradables, sí que lo hace lo suficiente para retrasar la eyaculación, haciendo que el encuentro sexual sea más largo y, en la mayoría de casos, más placentero, tanto para el hombre como para su pareja.
Muchos de los estudios que han llevado a estas conclusiones han sido realizados con grupos reducidos de participantes o con sesgos que no tenían en cuenta, por ejemplo, a la población homosexual, pero todos conducen a la misma conclusión: no hay por qué temer la circuncisión; pues, de hecho, puede incluso ser el aliciente que necesitan algunas relaciones para volver a despertar la pasión.