Estos días de Semana Santa, en todos los países del mundo donde se profesa el cristianismo, muchos ciudadanos acuden a sus lugares de culto para conmemorar estos días de pasión.
A veces, las principales amenazas para nuestra salud vienen de los sitios que creemos más seguros, y en días como estos conviene encender una luz de alarma ante el peligro que despierta algo como el agua bendita, que no sólo es percibida como inocua, sino que muchos devotos suelen atribuirle propiedades sanadoras, y no sólo para el alma.
En 2002, investigadores del CSIC tomaron muestras de las pilas bautismales de varias iglesias sevillanas en busca de patógenos. Los resultados no debieron decepcionarles, ya que algunas de las más veneradas basílicas de la capital hispalense reunían varios géneros de bacterias potencialmente causantes de infecciones.
El problema con el agua bendita, que en España puede acarrear una infección sin demasiada importancia, alcanza un nivel preocupante en países como Etiopía, de gran tradición cristiana y donde cada año se producen numerosas infecciones y envenenamientos procedentes de manantiales, fuentes o depósitos de agua bendita.
Un problema sanitario en Etiopía
Recientemente, unos microbiólogos de la Universidad de Gondar han publicado sus experiencias en siete sitios de agua bendita del noroeste de Etiopía. Estos sitios son considerados lugares de curación para los seguidores de la Iglesia Ortodoxa Etíope. En los dos meses que duró su estudio, casi 1.384 personas pasaron a ser bendecidos o curados con esas aguas, y entre ellos, muchos -unos 382- afectados de tuberculosis pulmonar. ¿Imaginan el resultado?
"La prevalencia de positivos por tuberculosis pulmonar en sitios espirituales de agua bendita era 7,4 veces mayor que entre la población general", dicen los autores en la revista BMC Infectious Diseases. "El programa nacional de tuberculosis debería considerar estos sitios como focos potenciales de transmisión de tuberculosis y planear encuestas y educación sanitaria en sitios de aguas benditas para prevenir y controlar efectivamente la tuberculosis en el país".
La tuberculosis es tan sólo uno de los problemas asociados al agua bendita. Entre los otros hay un patrón común: recurrir a la medicina convencional es a veces conflictivo con acudir a estos lugares de sanación, y eso es un problema cuando hablamos de patologías como cáncer o VIH.
Zena Berhanu, de la Universidad de Addis Abeba, siguió a 17 pacientes seropositivos a uno de estos sitios de agua bendita y anotó: "Usar un tratamiento de antirretrovirales junto a un tratamiento de agua bendita sigue siendo controvertido entre los participantes en la investigación".
Como explica otro trabajo sobre elefantiasis en el país africano, publicado en PLOS Neglected Tropical Diseases el año pasado, todos los participantes habían recurrido al agua bendita, algunos incluso al suelo bendito (tierra que supuestamente procede de Tierra Santa) y tan sólo buscaron ayuda médica cuando estos remedios fallaron. ¿Por qué no lo hicieron antes? "La creencia en el castigo divino a menudo retrasó la asistencia a la clínica", dicen los autores.
Etiopía es, sin lugar a dudas, el país donde el agua bendita cobra una función más importante, mucho más allá del bautismo. Por ejemplo, uno de cada cinco pacientes de epilepsia declaró haber recurrido a este remedio, ya que esta enfermedad está socialmente considerada en el país como un tipo de locura y sacar al demonio del cuerpo es una de las funciones del agua bendita.
Así lo dicen los sacramentos de esta iglesia: "Si un hombre está enfermo, a veces el Agua Bendita se le proporciona para beber, verter sobre sus manos o rociar su cara y su cuerpo. El agua bendita santifica a quien sea tocado por ella, le libera de la suciedad y los ataques de los poderes de la oscuridad y asegura que donde sea rociada habrá libertad de la pestilencia y las trampas de Satán".
Puede que el ritual del crucifijo y las palabras acabe con la incluencia del demonio, pero de momento no se ha demostrado tan efectivo para acabar con los microorganismos.
Más allá de Etiopía
El uso terapéutico de este divino elemento no se circunscribe a este país de África oriental, ni siquiera al cristianismo. En Marruecos, nuestro vecino del sur, se realizó un estudio en una consulta de oncología del Hospital de Fez para conocer el uso de terapias complementarias. Casi la mitad de los pacientes con cáncer utilizaban algún tipo de medicina alternativa, y un 11% del total se habían tratado con agua de Zamzam, procedente del pozo que hay en La Meca.
Incluso en Europa se ha dado. En 2012, médicos del hospital de Kiel, en Alemania, se enfrentaron al caso de un niño de 11 años con una infección de la bacteria Acinetobacter baumanii, una cepa bastante compleja por su resistencia a los antibióticos.
Durante tres meses, los médicos trataron al crío, de origen ruso, con terapia anticonvulsiva pero no lograron detener su infección pulmonar. Consultaron con los anteriores doctores y concluyeron que la Acinetobacter baumanii era igual de poco habitual en los hospitales rusos donde se había tratado antes. Entonces, ¿cuál era el misterioso origen de la infección?
"Un día, nuestro equipo médico observó a la madre del paciente rociando a su hijo con agua de una botella de plástico", argumentan en el estudio.
Unos microbiólogos analizaron el líquido y dieron con la clave: la Acinetobacter baumanii resistente a los antibióticos procedía, muy probablemente, del río Jordán, el lugar donde hace 2.000 años se bautizó Jesucristo pero hoy, por precaución, no debería.