El 3 de febrero de este año EL ESPAÑOL adelantaba que el exministro Jorge Fernández Díaz padecía cáncer de hígado, algo que el mismo confirmaba en una entrevista concedida a El Mundo apenas dos días después. El tumor se lo habían diagnosticado en marzo de hace un año y hace apenas 20 días sorprendía su buen aspecto en la Comisión de Investigación del Congreso, a la que acudió para aclarar las grabaciones de sus conversaciones con Daniel de Alfonso en el Ministerio del Interior.
Estos días se ha celebrado en Amsterdam el Congreso Internacional del Hígado, la reunión más importante en el campo de la hepatología y, entre otros avances médicos, se ha presentado un estudio que demuestra que la primera opción terapéutica ofrecida al exministro -la radioembolización- ofrece una mejor calidad de vida a los pacientes que su alternativa, la quimioterapia con sorafenib, un inhibidor de la tirosina quinasa.
El trabajo, denominado SARAH, comparaba este tratamiento en pacientes con el cáncer avanzado, cuyo pronóstico de supervivencia era de alrededor de diez meses, pero la radioterapia interna selectiva con microesferas SIR-Spheres -otro nombre para la radioablación- tiene otra utilidad: reducir un tumor diagnosticado con un tamaño grande hasta convertirlo en operable, según explica a EL ESPAÑOL el hepatólogo de la Clínica Universidad de Navarra Bruno Sangro.
Fernández Díaz definía así este tratamiento en El Mundo: "Significa que en lugar de radiarte por fuera, te radian por dentro. Es un catéter que te meten por la arteria femoral, te van inyectando multitud de esferas microscópicas que contienen en su interior un isótopo radioactivo, el itrio 90, que para este tipo de carcinomas es adecuado por su capacidad de penetración y por su vida media. Los primeros días era un pequeño Chernóbil andando. Tenía millones de isótopos radiactivos pululando por mi interior".
Un cáncer de pronóstico variable
Sangro señala que el cáncer de hígado tiene ciertas características que lo distinguen de otro tipo de tumores. Este tratamiento -que también se utiliza para metástasis hepáticas- es sólo una de ellas.
Esta enfermedad no suele dar síntomas. "Es un órgano muy grande y no duele", explica Sangro, "pero sabemos los pacientes que están en riesgo". El 90% de estos tumores se da en personas con cirrosis, bien por hepatitis B o C, por hígado graso u otras causas. Así, con los programas de detección precoz, la localización del cáncer en estadios tempranos -el mejor factor pronóstico- implicaría unas posibilidades de supervivencia a cinco años de entre el 50% y el 75%. Para ello, es indispensable la cirugía.
¿Y qué ocurre si la cirugía es posterior a la "radioterapia especial"? "Los datos son limitados (en pocos pacientes) por lo que hay que ser precavido, pero la experiencia publicada por nosotros y un grupo de Chicago coincide en que la supervivencia es similar a la que se obtiene cuando la enfermedad se puede operar de entrada", concede Sangro.
Cuando no hay cirugía, el pronóstico es "malo" y menos del 30% de los pacientes supera la enfermedad.
Calidad de vida
Otra característica diferenciadora de este cáncer con respecto a otros es que además de la resección quirúrgica, se puede realizar un trasplante de hígado. La razón: se trata de un órgano dañado y esto hace que no siempre se pueda resecar el tumor. De hecho, cuando estos son pequeños -a menudo se detecta más de uno- se opta por un tratamiento llamado ablación percutánea, que consiste en insertar una aguja a través de la piel que llegue al tumor y aplicar calor hasta matarlo. La radioembolización, la quimoembolización -un tratamiento similar pero con fármacos más usados en la quimioterapia- y la quimioterapia con sorafenib son opciones ya para casos avanzados.
En cualquier caso, el estudio SARAH pone de manifiesto las ventajas en cuanto a calidad de vida de la radioembolización, un tratamiento que sólo está disponible en contados hospitales españoles, a pesar de que está aprobado en Europa desde 2004. "La calidad de vida de los pacientes de cáncer de hígado empeora por los efectos secundarios del fármaco; y los de este tratamiento son muy transitorios, se aplica una o dos veces y ya está", comenta el especialista.
Eso sí, las SIR-Spheres se aplican en una sala de radiología y, aunque no siempre, pueden requerir de una noche de hospitalización. Las mejoras, desvela el estudio, se refieren sobre todo a la fatiga -más acusada en los que reciben quimioterapia-, el dolor abdominal y las náuseas.