La noticia saltaba a los medios este miércoles, aunque las autoridades sanitarias de Andalucía llevaban días con la alerta. Seis lotes de atún fresco comercializados por la empresa Garciden estaban contaminados con histaminas y habían provocado más de 40 casos de una intoxicación alimentaria leve, lo que finalmente ha llevado a la Agencia española de Consumo, Seguridad alimentaria y Nutrición (Aecosan) a recomendar a los ciudadanos que habían adquirido este pescado desde el 25 de abril que preguntaran por su origen para, en caso de provenir de esta empresa almeriense, evitar consumirlo.
Pero, ¿qué puede ocurrir en caso de no ser consciente de esta alarma? ¿Afecta a todo el mundo por igual? ¿Es grave si no recibe tratamiento? La jefa de la Unidad de Alergología del Hospital Ruber Internacional, Arantza Vega, explica a EL ESPAÑOL las principales características de la intoxicación por pescado contaminado con histaminas, una afección que se ve con relativa frecuencia en su servicio porque es habitual que se confunda con una alergia.
La también portavoz de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología (SEAIC) aclara que el nombre científico de esta afección es escombroidosis y que se trata de una intoxicación y no una alergia porque el problema está en el alimento y no en la persona que lo consume. "Cualquier persona que tome la cantidad suficiente de pescado de la familia de los escómbridos [que incluye al atún, la caballa o la sardina, entre otros] contaminados la padecerá", resume.
Para ellos, el alimento tienen que tener un alto contenido de un aminoácido llamado histidina. Si está inadecuadamente conservado, sobre todo por altas temperaturas, las bacterias hacen que éste se descomponga en histamina.
Vega apunta a que el grado de intoxicación depende de la cantidad que se consuma, así como del tamaño de la persona. Se trata de una afección que hace unos años "era muy rara", pero que en los últimos años se ha acrecentado. "En los últimos años he visto varios pacientes, sobre todo que habían consumido atún; yo creo que es porque este pescado, que antes sólo se tomaba en verano, se ha puesto de moda", comenta.
La alergóloga aclara que la histaminosis del pescado no puede detectarse por parte del consumidor. "No huele mal ni sabe mal, aunque algunos pacientes declaran que, al comerlo, notan un leve picor en la boca", relata. Sólo un análisis químico podría desvelar la presencia del compuesto.
Respecto a la evolución de la escombroidosis, la médica aclara que suele producir cuadros leves, "aunque aparatosos", sobre todo porque las personas se suelen poner "muy rojas". Además, es frecuente la presencia de náuseas, vómitos y diarreas. El dolor de cabeza también es habitual aunque el conjunto de los síntomas "no suele tener trascendencia".
Sin embargo, el síndrome se puede complicar con una bajada de tensión importante -hipotensión-, en cuyo caso sí se requeriría una asistencia médica más rápida.
El tratamiento para la enfermedad consiste en la administración de antihistamínicos. "Los de primera generación son los únicos que podemos administrar por vía intravenosa, por lo que son más rápidos; lo de segunda, en comprimidos, tardan unos 20 minutos en hacer efecto", relata. En algunos casos se recetará un antiinflamatorio para el dolor de cabeza, aunque no siempre son eficaces para estos casos.
¿Y qué sucedería si el afectado no recibiera tratamiento? "Lo normal es que a las 24 horas hayan remitido todos los síntomas", concluye Vega. Mientras tanto, recuerden, no consuman atún fresco sin haber preguntado su marca. Aunque leve, la escombroidosis no es algo agradable.