En la actualidad, el uso extendido y muchas veces inadecuado de los antibióticos está llevando a que las bacterias evolucionen para resistirlo, convirtiéndose en una de las mayores preocupaciones, tanto de los profesionales como de los usuarios de los centros sanitarios.
Son muchas las bacterias que han evolucionado hasta desarrollar resistencias, pero unas de las más peligrosas son las enterobacterias, cuyas infecciones se hacen cada vez más frecuentes en los hospitales.
¿Pero a qué se debe esta capacidad para adaptarse a aquello que las mata? Dar respuesta a esta pregunta es muy importante para desarrollar armas eficaces contra ellas, por lo que un equipo de investigadores del MIT y la Universidad de Harvard se ha adentrado el árbol genealógico de estos terribles microbios, para llegar a unas conclusiones que han sido recientemente publicadas en la revista Cell.
Mucho antes de los dinosaurios
Todo empezó hace 4.000 millones de años, cuando el planeta Tierra comenzó a poblarse de bacterias por toda su superficie, incluyendo los océanos; dónde mucho después, hace 542 millones de años, surgieron los primeros animales, que pronto se convirtieron en hospedadores de estos microorganismos.
Igual que hoy, había bacterias beneficiosas, como las que protegen la piel o los intestinos, pero también causantes de enfermedades, y todas ellas acompañaron a los animales cuando cien millones de años después comenzaron su andadura sobre suelo firme.
Hasta entonces, estos microbios habían tenido un ciclo de vida sencillo, pues después de ser excretados por los animales marinos iban a parar al fondo oceánico, agrupándose en sedimentos que luego servían de alimento para gusanos o mariscos, que contribuían a finalizar el ciclo cuando eran de nuevo consumidos por peces y otras especies acuáticas.
Sin embargo, en la tierra todo era diferente, pues las heces en las que se excretaban solían desecarse, dando lugar a su muerte en poco tiempo.
Pero no todas las bacterias corrían esta suerte, pues las enterobacterias habían desarrollado poco a poco la capacidad de resistir la sequedad y la falta de recursos; una capacidad que miles de años después les está sirviendo para sobrevivir a los desinfectantes de hospitales y los antibióticos, que atacan inútilmente a su pared celular.
Entender las bacterias del pasado para atacar a las del presente
Además de recopilar todas esta información a partir de restos fósiles, los responsables del estudio han analizado cuáles fueron los genes que convirtieron a estos microorganismos en las súper bacterias que tanto tememos hoy, siendo esta una información muy valiosa de cara a la búsqueda de nuevos antibióticos, que luchen contra su lado más susceptible.
Será necesaria muchas investigación para llegar a este punto, pero de nuevo este caso es un ejemplo más de lo importante que es entender el pasado para tratar de poner en orden el presente y, sobre todo, para evitar serios problemas en el futuro.
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