Un bebé a punto de morir después de que su madre se comiera su placenta
La placentofagia es una práctica que han puesto de moda famosas como Kim Kardashian por sus supuestos beneficios 'nutriemocionales'.
6 julio, 2017 13:37Noticias relacionadas
En diciembre de 2015, la celebrity Kim Kardashian daba a luz a su segundo hijo, Saint. Poco tiempo después, anunciaba al mundo a través de su cuenta de Twitter -con más de 50 millones de seguidores-que se había comido la placenta donde éste había pasado los nueve meses previos. Lo había hecho en forma de cápsulas, que fabrican algunas empresas en EEUU y otros países -en España, no- tras deshidratar la placenta que expulsa la madre tras el parto.
Ahora, el boletín estadounidense Morbidity and Mortality Weekly Report recoge la historia de otra mujer de la que no sabemos el nombre, ni si tiene cuenta de Twitter y que, sin duda, no es una celebridad. Pero lo que sí se conoce de ella es que en septiembre de 2016 hizo lo mismo que Kardashian y que creer en esta pseudociencia -ningún estudio avala las supuestas propiedades beneficiosas para el estado físico y anímico del postparto- casi provoca la muerte de su bebé recién nacido.
La práctica se denomina placentofagia y la mujer confesó a sus médicos que la había llevado a la práctica tras el nacimiento del niño. La envió a una empresa que se la devolvió convertida en cápsulas y, tres días después del parto, comenzó a tomar dos diarias.
Poco después del nacimiento el bebé empezó a tener problemas para respirar y fue ingresado en el hospital, donde se le administró un tratamiento antibiótico de 11 días para la infección que padecía, por estreptococo del grupo B (EGB). Al completarlo, fue dado de alta pero, cinco días más tarde y ante síntomas de irritabilidad, el niño fue internado en un segundo hospital, donde volvieron a diagnosticarle la infección. Lo que no lograban identificar era la fuente, ya que la bacteria no estaba en la leche materna ni en el fluido cerebroespinal.
Finalmente, la madre dijo a sus médicos que se había comido su propia placenta y, tras decirle los especialistas que dejara inmediatamente de tomarlas, analizaron las píldoras en cuestión. El resultado: la EGB estaba presente en los comprimidos, exactamente en la misma forma que estaba en el organismo de su bebé.
"El consumo de cápsulas de placenta contaminadas puede haber elevado la colonización de los intestinos y de la piel materna por parte de la EGB y haber facilitado así la transferencia al bebé", escriben los autores del informe, del Randall Children’s Hospital y de distintos organismos sanitarios de Oregon.
Aunque esta historia concreta acabó bien -al final el niño respondió a una segunda terapia con dos antibióticos distintos al primero, las cosas podían haberse complicado más, ya que hasta un 6% de los recién nacidos que contraen esta infección fallece.
Aunque en España no existen empresas que encapsulen la placenta, su consumo -en forma de batidos o directamente cruda- si se aconseja en distintos blogs de doulas, las personas que acompañan previo pago a mujeres que dan a luz y que protagonizaron un durísimo informe por parte del Consejo General de Enfermería en 2015, que las acusó de poner en peligro la vida de la madre y del recién nacido.