El perro es el mejor amigo del hombre, pero no sólo por su lealtad y su amor incondicional, sino también por otras causas, como su capacidad para detectar enfermedades. Y es que, gracias a su agudo sentido del olfato, han demostrado ser capaces de detectar patologías como el cáncer, la epilepsia o algunas infecciones bacterianas.
Pero la cosa no queda ahí. Según The Times, una reciente colaboración entre la Universidad de Manchester y la asociación benéfica Medical Detection Dogs se encuentra en proceso de comprobar si también pueden diagnosticar el párkinson mucho antes de que comiencen a manifestarse los primeros síntomas.
El almizclado olor del párkinson
Joy Milne es una ciudadana escocesa aparentemente normal, pero con un sentido del olfato tan agudo que podría marcar un antes y un después en la historia de la investigación del párkinson.
Todo empezó hace más de veinte años, cuando comenzó a notar un progresivo cambio en el olor corporal de su marido, que poco a poco comenzó a adquirir un cierto aroma a almizcle.
En un principio ella no supo qué ocurría, ni siquiera cuando seis años después su esposo fue diagnosticado con esta enfermedad neurodegenerativa. Todo cambió cuando se unió a una asociación sin ánimo de lucro que ayudaba a este tipo de pacientes.
Poco a poco, comenzó a atar cabos y comprobó que aquel cambio de olor era un factor común en todos los enfermos que acudían a la asociación, por lo que debía proceder de algún tipo de sustancia excretada a causa de su patología.
Era demasiado tarde para salvar a su marido, que murió veinte años después por esta enfermedad, pero Joy aún podía ayudar a muchos enfermos, por lo que un equipo de investigadores de la Universidad de Edimburgo decidió ponerla a prueba en 2015.
Para ello, le dieron a oler las camisas de 12 voluntarios, seis de ellos enfermos de Parkinson y otros seis sanos, que sirvieron como control.
Milne detectó el olor almizclado en siete de las seis camisas. Podría considerarse que la séptima fue un error, pero en realidad tuvo un cien por cien de acierto en su predicción, pues aquel 'falso positivo' fue diagnosticado con párkinson ocho meses después del ensayo.
En busca de la causa del olor
Lamentablemente, el papel de Joy terminaba aquí, pues ella podía detectar el olor, pero era incapaz de localizar su origen. Por eso, estos investigadores británicos han comenzado un nuevo estudio, cuyos protagonistas son dos cachorros de Labrador y uno de Cocker Spaniel.
Los tres perros tendrán que oler a 700 personas, a la vez que los científicos utilizan un espectrómetro de masas para determinar las posibles moléculas responsables del olor característico del párkinson. Después, los cachorros olerán también estas moléculas de forma individual, eliminando las que no parezcan estar implicadas en la enfermedad.
Las secreciones de la piel constan de 9.000 moléculas diferentes, por lo que será un proceso complicado. Sin embargo, los perros tienen la región del cerebro dedicada al olfato excepcionalmente desarrollada, por lo que son los candidatos perfectos para lograrlo.
Si lo hacen, en un futuro se podrá entrenar a otros perros para diagnosticar la enfermedad lo antes posible. Joy Milne sólo hay una; pero, afortunadamente, hay muchísimos perros en el mundo.