Un juez del condado de Butler (Ohio, EEUU) ha aceptado por primera vez en la historia el testimonio de un marcapasos contra un presunto criminal. El acusado, Ross Compton, es un hombre de 59 años que en septiembre de 2016 llamó a la policía para avisar de que se había declarado un incendio en su casa, que había logrado abandonar tras huír de ella rompiendo un cristal con un bastón. Aunque le había dado tiempo a recoger algunas de sus pertenencias, había tenido que dejar a su gato, que falleció en el incendio. Los daños del siniestro ascendieron a 400.000 dólares, pero la casa estaba asegurada.
A pesar de que el hombre se mostraba muy afligido, pronto la policía empezó a sospechar que podía haber causado él mismo el incendio de su casa. Aunque había evidencias de ello, como testimonios contradictorios, el hecho de que se determinara que el fuego había empezado en varios puntos de la vivienda a la vez y que se encontrara gasolina en su garaje, ninguno parecía poder inculpar de forma clara a Compton.
Todo cambió cuando los investigadores se dieron cuenta de que el protagonista del suceso llevaba un marcapasos, un dispositivo de asistencia ventricular que, además de ayudar a funcionar a su maltrecho corazón, tendría algo que decir en lo que se refiere a la actividad de Compton en los momentos previos y posteriores al incendio.
Dicho y hecho. Por orden judicial, el pasado mes de febrero, los datos de su marcapasos fueron descargados y un cardiólogo fue llamado a declarar para interpretar lo que el aparato había dicho. Esto no le gustó nada al acusado, que tuvo que escuchar cómo el médico explicaba que su versión de los hechos era claramente contradictoria con la de la tecnología.
En primer lugar, el aparato demostraba que Compton no podía haber estado durmiendo -como declaró- cuando se produjo el incendio; en segundo, que dada su enfermedad era imposible que en el breve tiempo que transcurrió desde que llamó a los bomberos hasta que estos llegaron, le hubiera dado tiempo a rescatar los enseres personales que salvó. Por último, el ritmo cardíaco registrado antes, durante y después del fuego no coincidían con las situaciones que la víctima /acusado había afirmado vivir.
Pero lo que parecía ser un éxito policial se convirtió en un quebradero de cabeza para el juez encargado del caso, cuando el abogado de Compton pidió que no se admitieran las palabras del marcapasos, por entender que atentaba contra sus derechos constitucionales y suponía una intromisión en su información privada. Así, se celebró un segundo juicio, en el que el fiscal Jon Marshall argumentó a favor de la medida ya que, declaró, datos de dispositivos similares -como pulseras de monitorización de actividad tipo Fitbit- ya han sido utilizados en la investigación de otros casos similares.
Finalmente, el juez Charles Pater hizo historia otorgando validez a la prueba, que será tenida en cuenta en el juicio que se celebrará el próximo 4 de diciembre. Hasta entonces, Compton está en libertad bajo fianza, maldiciendo seguramente el día en que sus médicos decidieron mejorar su salud con un marcapasos sin decirle que éste podría convertirse en el principal testigo en su contra.