En diciembre de 2013, a pocos días de cumplir 45 años, el piloto de automovilismo alemán Michael Schumacher sufría un traumatismo craneal mientras esquiaba en la estación invernal de Méribel, en los Alpes franceses. El 26 de julio de este año, otra estrella mundial de un deporte de motor, en este caso motociclismo, Ángel Nieto, recibía también un fuerte golpe en la cabeza tras ser golpeado por un coche mientras montaba en un quad en Ibiza.
Mientras que Schumacher continúa vivo casi cuatro años después de su accidente, aunque los escasos datos que se han filtrado a la prensa hacen sospechar que con un estado de salud muy precario, Nieto no logró superar su traumatismo craneal. Un edema cerebral masivo acabó con su vida este jueves a los 70 años de edad.
Según el jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, José María Domínguez Roldán, existen algunas diferencias que explican la distinta evolución de ambos casos, aunque es difícil confirmarlas sin tener acceso a los datos clínicos de ambos pacientes.
Al hablar de la evolución de un traumatismo craneal, se establecen tres periodos: el agudo, el subagudo y un tercero en el que queda más o menos claro el estado en el que quedará finalmente el paciente, aunque previamente ya haya indicios de lo que puede suceder. Así, la primera diferencia -y obvia- entre los dos grandes del mundo del motor es que uno no logró superar ese periodo agudo y otro sí.
"Es en este periodo de siete a diez días en el que hay un altísimo riesgo de muerte cerebral, precisamente por la presión intracraneal que puede hacer cesar el flujo sanguíneo, que es lo que parece que ha ocurrido en el caso de Ángel Nieto", señala el especialista a EL ESPAÑOL.
Una vez pasado este periodo, lo que ocurrió en el caso de Schumacher, se alcanza la fase subaguda. Coincide con la salida del coma y comienza alrededor de 15 días después del traumatismo. "Nosotros le explicamos a los pacientes que es algo parecido a lo que ocurre cuando nace un bebé y va creciendo, que al principio ni siquiera abre los ojos y poco a poco empieza a fijar la mirada y adquirir conciencia de su entorno y de sí mismo", comenta el médico sevillano.
La tercera fase tarda en establecerse entre seis meses y un año y da la clave sobre a lo que se tendrá que enfrentar la familia y el paciente el resto de su vida. Según Domínguez-Roldán, hay cuatro escenarios: la recuperación ad integrum, en la que el afectado volverá a su vida anterior sin secuelas, la que se acompaña de un déficit cognitivo, que puede variar según el tipo, tamaño y, sobre todo, situación de las lesiones, el estado de mínima conciencia, en el que el paciente casi no puede hacer nada, pero sí hace cosas como sonreír o mostrar dolor o el estado vegetativo. "A este último se le está intentando cambiar el nombre, porque es muy poco agradable para los familiares. Queremos que se denomine estado sin respuesta", comenta el intensivista. Todo parece indicar que Schumacher estaría en una de estas dos últimas situaciones.
Influencia del tipo de golpe
Para intuir el pronóstico de los pacientes cuando están ingresados en Urgencias, la situación en la que estuvo Ángel Nieto sus últimos ocho días de vida, hay varios factores que influyen, más allá de la ya mencionada presión intracraneal.
Uno de ellos sin duda dio ventaja -al menos en lo que a supervivencia se refiere- a Schumacher: la edad. "Los cerebros más jóvenes se recuperan mejor que los de los mayores de 65 años"
Otro es el llamado "mecanismo lesional". Según explica el experto, según el tipo de golpe se pueden producir distintas lesiones. Una es la llamada lesión axional difusa, que ocurre cuando hay un movimiento brusco del cerebro que "le pilla desprevenido". Es como si el cerebro se viera sacudido y, de hecho, es el riesgo más grave asociado a los movimientos bruscos cuando se coge en volandas a un bebé muy pequeño. "Cuando se produce, el pronóstico de recuperación es malo", apunta Domínguez- Roldán.
Curiosamente, otra lesión que a ojos de los no entendidos puede parecer más grave, como es la fractura de la bóveda del cráneo -que suele provocar grandes hematomas epidurales- se recupera mejor "si se resuelve quirúrgicamente, que es lo que se hace en todos los hospitales españoles".
Otro dato llamativo que apunta el experto: el casco -que Nieto llevaba aunque se le desprendio y que también vestía Schumacher- protege precisamente de estas últimas lesiones y no de las asociadas a los golpes y contragolpes del cerebro contra el cráneo, las de peor pronóstico.
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