Besar a alguien es uno de los actos más maravillosos a la disposición del ser humano. No importa si es por amistad, cariño familiar o amor. La inmensa mayoría de los besos que damos a lo largo de nuestras vida están asociados a situaciones con una gran carga emocional, pero hay mucho más detrás.
La ciencia se ha encargado de estudiarlos para averiguar qué nos impulsa a darlos, por qué provocan las reacciones que entrañan y por qué son un fenómeno universal. Algunas de estas preguntas tienen respuesta, otras siguen siendo un romántico enigma.
No somos los únicos besucones
Sí, el ser humano es de las pocas especies con la capacidad de besar. Pero no es la única. Se ha observado cómo otros primates juntan los labios para expresar emociones como el afecto o la reconciliación.
En busca de la razón evolutiva
No está claro el origen antropológico de los besos, aunque se cree que puede tener que ver con la asociación del acto de mamar. También con la costumbre de los padres de algunas culturas de masticar la comida y pasarla a la boca de sus hijos.
Por otro lado, algunos investigadores consideran que la costumbre de dar besos en la mejilla puede deberse a la acción de oler la cara, utilizada en peldaños evolutivos anteriores para reconocer a un ser querido.
Besar es como una droga
Según diversas investigaciones, el acto de besar promueve la liberación de dopamina, un neurotransmisor que también se asocia al consumo de drogas.
Como resultado, las pupilas se dilatan, aumenta la sudoración, se acelera el ritmo cardíaco y crece una profunda necesidad de seguir besando a la otra persona.
No besamos a cualquiera
Según un estudio de mediados de los años 90, las mujeres tienden a besar a aquellos hombres cuyo olor corporal se asocia a genes inmunológicos complementarios a los suyos, que promoverían una descendencia con defensas muy fortalecidas.
Para realizar el estudio un grupo de mujeres tuvieron que oler las camisetas de un grupo de hombres desconocidos, que previamente se habían duchado con el fin de que su olor corporal fuese lo más tenue posible.
Besar calma
Los besos, especialmente si se llevan a cabo de forma regular, disminuyen los niveles en sangre del cortisol, también conocido como hormona del estrés, por lo que se asocian a una profunda sensación de relajación.
La relación entre los besos y el amor
Dejando a un lado el beso protocolario de algunas culturas, el acto de besar se asocia por normal general al apego emocional, ya sea de cariz amoroso, familiar o amistoso.
Por eso, no es extraño que los besos generen un aumento de los niveles de oxitocina, conocida como la hormona del amor, tanto en hombres como en mujeres.
Tanto es así que el número de besos en una pareja ha llegado a relacionarse directamente con el estado de la relación, en contraposición al sexo. En muchos casos las relaciones sexuales pueden ser escasas aunque la relación emocional esté profundamente consolidada.
Hay quien teme a los besos
La filemafobia es la fobia de los que temen irracionalmente los besos de amor, llegando a entrar en pánico si alguien intenta darles uno.
Por qué besamos con lengua
Las encuestas suelen manifestar la preferencia de los hombres por los besos con lengua frente a los simples "piquitos", que no producen intercambio de saliva.
Al parecer, esto se debe a que la saliva contiene pequeñas cantidades de testosterona que pasan a la otra persona durante el beso, generando un aumento de su libido muy útil de cara a la reproducción.
Muchos músculos, pero uno indispensable
En un beso participan 34 músculos faciales, junto a otros 134 músculos del resto del cuerpo, que favorecen que la postura sea la más adecuada.
Sin embargo, el músculo principal en este tipo de movimientos es el orbicularis oris, conocido comúnmente como el músculo besador.
Casi todos tuercen la cara hacia la derecha
Según un estudio de psicólogos de la Universidad Ruhr de Bochum, dos tercios de las personas tuercen la cabeza hacia el lado derecho cuando besan en lo que podría ser una imitación inconsciente de la postura fetal, también observada en los bebés.
Mejor con los ojos cerrados
Casi todo el mundo cierra los ojos al dar un beso, pero pocos saben por qué lo hace. De hecho, no hay una razón clara, aunque un estudio de 2016 arrojó como posible causa la búsqueda de una sobreestimulación del sentido del tacto. Esto se debe a que los sentidos se perciben mejor de uno en uno, al no tener el cerebro que procesar varios mensajes a la vez.
Por eso, la placentera sensación táctil del beso es más profunda si se cierran los ojos, al impedir que cualquier estímulo visual distraiga a los besadores durante el proceso. Desde luego, sobran las razones para besar. Nunca dejen de hacerlo.