En el sector de la farmacología no todo es blanco o negro. La diferencia entre una tratamiento paliativo y una droga de diseño puede depender de cómo se usen y bajo qué circunstancias. Un claro ejemplo es el de la ketamina, sintetizada en los años sesenta como sedante y analgésico pero que rápidamente acabó usada con fines recreativos por sus efectos secundarios alucinógenos.
Generalmente y en combinación con otros medicamentos, la ketamina se utiliza como anestésico general. Ahora, investigadores del Hospital Universitario Thomas Jefferson de Philadelphia la han aplicado en un tratamiento planteado por estudios anteriores. De confirmarse, en un futuro podría ser de gran ayuda a los pacientes con migrañas difíciles de tratar.
De anestésico a droga alucinógena
Al contrario de lo ocurrido con otras drogas, el poder alucinógeno de la ketamina fue descubierto cuando su uso médico ya estaba ampliamente difundido. Se consideraba un anestésico suave, muy frecuente en las intervenciones de niños y ancianos, cuando algunos pacientes comenzaron a sentir alucinaciones muy vívidas después de ser tratados con ella.
Desde entonces ha circulado como droga de diseño, popularizado por su condición "paralegal" en la mayoría de países. Se ha llegado a considerar la "droga de las raves" por su proliferación en las fiestas de música electrónica. El Parlamento Europeo acaba de incluirla entre las sustancias psicoactivas contempladas como ilegales. Sus efectos nocivos incluyen la hipertensión, el estrés y las alucinaciones.
¿De qué sirve contra las migrañas complicadas?
Aproximadamente un 1% de los pacientes con migrañas padecen una variante muy concreta conocida como cefalea refractaria o migraña intratable. Como su nombre indica, se trata de migrañas muy fuertes que no responden a los tratamientos convencionales. Causan a quienes la sufren episodios muy dolorosos que pueden durar varios días, o incluso más tiempo.
El equipo del Thomas Jefferson seleccionó a 61 pacientes varones aquejados de fuertes episodios de estas migrañas intratables. Se les aplicó un tratamiento consistente en infusiones intravenosas de ketamina durante periodos que oscilaron entre los 3 y los 7 días. Después, se les dio el alta.
Al ingreso, el el nivel de dolor de estos pacientes se calificó con una nota media de 7,5 en una escala del 0 al 10. Tras el alta, sin embargo, había bajado hasta un 3,4. La ketamina no había eliminado totalmente el dolor, pero se puede decir que había logrado hacerlo más llevadero.
Tras obtener estos resultados, que se presentaron el 21 de octubre en la última Conferencia de Anestesiología, el siguiente paso será la realización de un ensayo clínico en el que participen más pacientes. Además, se cuenta con que los nuevos estudios prospectivos analicen cómo actúa la droga sobre los pacientes a largo plazo. De momento hay motivos suficientes como para tener esperanzas.