El microondas es el electrodoméstico favorito de aquellas personas que, ya sea por falta de tiempo o por ausencia de destreza, no se suelen desenvolver con facilidad entre fogones. Sin embargo, es importante recordar que no todos los recipientes ni todos los alimentos se pueden cocinar en su interior, al menos sin llevarse un gran susto en el intento.
Alguien que seguro lo puede corroborar es un ciudadano estadounidense que demandó a un restaurante por ofrecerle un huevo calentado en el microondas que explotó en su boca, causándole quemaduras y, lo que resulta aún más curioso, problemas auditivos. El caso del cliente quemado requirió del testimonio de una empresa especializada en acústica, que comprobó con una serie de pruebas si realmente un huevo cocinado en el microondas puede dañar el oído.
Para ello, colocaron 100 huevos duros en un recipiente con agua y posteriormente en el microondas. Una vez calentados, los sacaron, los colocaron en el suelo y los pincharon a unos 30 centímetros de distancia de un micrófono que se encargaba de cuantificar la intensidad del sonido de la explosión. Se alcanzaron entre 86 y 133 decibelios, que equivaldrían al sonido de una motocicleta corriendo a 9 metros o un avión a reacción a 30 metros.
Por lo tanto, sí que es cierto que el ruido sería increíblemente intenso para tratarse de un simple huevo, pero las posibilidades de que causara problemas de audición serían muy limitadas.
Yemas ardiendo
Para poder explicar la abrupta explosión de los huevos, estos especialistas también midieron la temperatura de las yemas, que resultaron estar mucho más calientes que el agua circundante.
Y ese era precisamente el quid de la cuestión, ya que la yema es más reactiva a la radiación que el agua pura, de modo que se forman en torno a ella bolsas de agua tan calientes que dan lugar a un aumento de presión que provoca explosiones tras perturbaciones tan pequeñas como un simple mordisco.
Los resultados del estudio, que se ha publicado en Eurekalert, se presentaron el 6 de diciembre en la Reunión de la Sociedad de Acústica Americana, demostrando que un mal uso del microondas puede generar consecuencias de lo más inusuales.
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