Hoy en día muchos tumores que antaño hubiesen resultado mortales pueden curarse gracias a la quimioterapia. Sin embargo, y a pesar de toda la investigación que mantienen detrás, este tipo de tratamientos aún cuentan con un gran número de limitaciones, entre las que destacan una larga lista de efectos secundarios.
Por lo general esto se debe a que tienden a atacar a las células del cuerpo de forma indiscriminada, sin centrarse sólo en las enfermas, como si de matar moscas a cañonazos se tratara.
Por eso, uno de los objetivos principales de los investigadores que trabajan en este campo es la búsqueda de una forma de dirigir las drogas solamente a las células cancerosas, sin dañar al resto en el camino. Se han investigado todo tipo de mecanismos, como el uso de nanopartículas magnéticas guiadas por imanes. No obstante, a veces la respuesta idónea puede ser algo de lo más natural y sencillo, como los espermatozoides que ha utilizado recientemente un equipo de investigadores del Instituto Leibnitz de Investigación de Materiales y Estado Sólidos para dirigir los fármacos hasta las células uterinas tumorales.
Una nueva aplicación de los espermatozoides
Aparte del ataque indiscriminado a todas las células del cuerpo, las técnicas de quimioterapia convencionales conllevan otras limitaciones. Por ejemplo, tienden a diluirse con los fluidos corporales y ser degradadas por sus enzimas, de modo que la dosis inicial puede verse muy mermada. Además, generan una respuesta inmune en el organismo del paciente, produciendo a su vez síntomas característicos de la inflamación.
Todo esto, junto al hecho de que las dosis no deben ser muy grandes para evitar efectos indeseados, hace que sea necesario recurrir a métodos más eficaces.
Y sin duda los espermatozoides son los candidatos perfectos para tratar el cáncer de cuello de útero, ya que el aparato reproductor femenino no los concibe como algo extraño, de modo que pueden llegar directamente hasta las células uterinas y depositar allí el fármaco antitumoral.
De momento estos investigadores, que han publicado sus resultados en la revista ACS Nano, han probado el transporte mediado por espermatozoides de un fármaco antitumoral llamado clorhidrato de doxorrubicina.
Después de comprobar la efectividad de dicha droga frente al cáncer de cuello uterino, desarrollaron un método consistente en equipar los espermatozoides con una especie de aparejo magnético que, al chocar con células tumorales, libera el fármaco en cuestión.
El espermatozoide quedaría fusionado a la célula cancerosa, de modo que no se podría diluir ni degradar el fármaco como normalmente.
Aún no se ha probado con humanos, ni con ningún organismo modelo, pero los investigadores son positivos con el futuro de este método, que no sólo serviría para tratar tumores, sino que también podría curar otras enfermedades ginecológicas, como la endometriosis.