Sufrir una mala noche de sueño, tanto en calidad como en cantidad, no solo ha demostrado provocar irritabilidad y mal humor durante todo el día siguiente. De hecho, se ha relacionado con el aumento de riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y la enfermedad de Alzheimer, entre otras patologías.
Ahora, un pequeño estudio procedente de Reino Unido también ha relacionado las malas noches de sueño con algo más, que a su vez tendría relación con algunas de las enfermedades asociadas al insomnio: dormir mal aumenta el antojo de alimentos azucarados.
Así lo sugiere un trabajo publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, el cual corroboraría que dormir menos de las siete horas recomendadas cada día se vincularía a diversos problemas de salud, como la obesidad, el síndrome cardiometabólico, la diabetes, enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular.
Si bien en anteriores trabajos se ha llegado a la conclusión de que, sólo en EEUU, una de cada tres personas duerme menos de 6 horas cada noche, en éste se ha querido ir más allá. Teniendo en cuenta estos datos, los científicos han querido relacionar la falta de sueño con la ingesta diaria de nutrientes.
Para ello, reclutaron a 21 individuos, los cuales recibieron pautas sobre patrones de sueño en consultas de 45 minutos de duración, y extendieron sus horas de sueño hasta 1,5 horas más cada noche. Por otro lado, otro grupo de 21 individuos sirvió de grupo control, y no recibió estas recomendaciones.
Todos los participantes debían apuntar sus patrones de sueño y sus patrones dietéticos durante una semana, usando sensores de movimiento de muñeca para medir de forma exacta su sueño profundo nocturno, y la cantidad de tiempo que pasaban en la cama antes de dormirse de verdad.
Según los datos del estudio, aquellos participantes que aumentaron la cantidad de sueño cada noche también redujeron su consumo de azúcar añadido hasta 10 gramos de media el día siguiente, en comparación con el azúcar consumido al inicio del estudio. Además, estos participantes también redujeron su consumo diario de carbohidratos en comparación al grupo control.
Dormir bien, comer mejor
Según comenta Wendy Hall, profesora del Departamento de Ciencias de la Nutrición y la Diabetes del King's College de Londres y autora principal del estudio, el hecho de que dormir mejor reduzca el consumo de azúcares añadidos -aquellos que se agregan a los alimentos en forma de jarabes y jugos-, sugeriría que cambios simples en el estilo de vida podrían tener grandes efectos en el objetivo de lograr una dieta más saludable.
Entre los consejos que recibió el grupo de individuos que durmió mejor estaba la reducción de cafeína antes de dormir, llevar a cabo rutinas relajantes previas al sueño, y evitar irse a la cama demasiado llenos o con hambre; además, también se dieron consejos sobre las horas más adecuadas para acostarse según el estilo de vida de cada individuo.
Según los resultados de este trabajo, hasta el 86% de los participantes que recibieron consejos sobre patrones del sueño aumentaron su tiempo total para dormir. El 50% de ellos llegaron a extender su tiempo de sueño entre 52 y 90 minutos cada noche. Asimismo, tres de los participantes de este grupo alcanzaron el promedio semanal de dormir entre 7 y 9 horas.
Para finalizar, los investigadores quisieron hacer una advertencia y puntualizar sus conclusiones: sus datos sugieren que, a pesar de que la extensión del sueño mejoró la calidad dietética de los participantes, los sensores indicaban que se trataba de sueño de menor calidad respecto al grupo control. La hipótesis de los investigadores es que cualquier nueva rutina requiere un período de adaptación, más allá de los siete días investigados.