¿Cuántas veces has dicho "cojo solo una onza de chocolate" y al final te has comido casi media tableta? Está claro que, por mucho que tratemos de controlarnos, cuando un alimento nos gusta tendemos a comer más de lo que deberíamos. Por ello Susan Peirce Thompson, experta en ciencias cognitivas y psicología de la alimentación, ha ideado una dieta para que nunca más te dejes llevar por esos atracones. Y predica ella misma con el ejemplo.
La clave es algo tan sencillo como no probar todos aquellos alimentos más proclives a engancharnos, como azúcares y harinas, y que por lo general también son nuestros preferidos. Un enfoque radical que se aleja de la extendida creencia de que se puede comer de todo con moderación, pero que, según esta profesora de la Universidad de Rochester (Estados Unidos), es mucho más efectivo para la pérdida de peso y contra el temido efecto rebote.
Su planteamiento se basa, además de en sus conocimientos sobre el funcionamiento del cuerpo y el cerebro, en su propia experiencia. Thompson luchó durante décadas contra su sobrepeso. Intentó de todo, desde las llamadas dietas milagro hasta estrictos planes de entrenamiento físico, pero nada le funcionó. Incluso consideró la posibilidad, bajo supervisión médica, de realizarse un bypass gástrico que le permitiera comer menos y así adelgazar los kilos que le sobraban.
Sin embargo, todo cambió cuando comenzó a seguir un método de abstinencia de algunos alimentos, especialmente, los más azucarados. Fue entonces cuando se dio cuenta que ella necesitaba para su dieta reglas rígidas que la mantuvieran alejada de determinados productos.
La clave está en el cerebro
Aunque Thompson advierte que su método no funciona con todo el mundo, sí ha visto como muchos que lo han seguido han conseguido los objetivos que se han marcado. En 2014, esta experta creó la compañía Bright Line Eating para difundir la importancia de la psicología y la neurociencia en la pérdida de peso.
Con el mismo objetivo, Thompson publicó un libro de idéntico nombre en marzo del año pasado. Este manual en inglés, del que ha vendido cientos de miles de copias alrededor del mundo, verá la luz en su versión en castellano y bajo el título Libera tu cerebro a finales de junio de este año.
En sus páginas, esta profesora demuestra científicamente como el cerebro juega un papel fundamental en nuestra relación con la comida y, basándose en ello, presenta su particular plan para atajar los kilos de más con un principio básico: establecer límites claros y sin ambigüedades , "como cuando un exfumador no fuma, pase lo que pase".
"Adoptamos un modelo de adicción, porque para muchas personas, comer incluso una pequeña cantidad de un alimento adictivo no hace desaparecer el deseo, lo empeora", argumenta en su web.
Ahora bien, no se trata solo de resistirnos al chocolate o a esas galletas que tanto nos gustan. Thompson también apunta a otros alimentos procesados y ricos en harinas y azúcares que, en un principio, no diríamos que son proclives a la adicción. Así, incluye entre los productos prohibidos, por ejemplo, barras de granola, cereales, salsas, batidos o incluso yogures con frutas.
No obstante, como explica su creadora, esta dieta tan estricta no debe ser seguida por todos. Su plan está dirigido específicamente a las personas que han luchado con su peso durante años, "a los que se ven envueltos en una batalla interna constante en la que se reprochan a sí mismos por haber comido más de lo que inicialmente habían planeado".
Claves para combatir la adicción
Como explicaba Thompson en una entrevista, cualquier alimento que tomamos tendrá un impacto, por mínimo que sea, en el cerebro. Ahora bien, lo que provocan la mayoría de carbohidratos refinados (como los azúcares y las harinas) es que segreguemos grandes cantidades de insulina y siempre queramos más aunque estemos saciados. "Nuestros cerebros no están diseñados para procesar el nivel de estimulación de estos ingredientes", aseguraba Thompson.
La buena noticia es que podemos liberarnos de estas insaciables ganas en unas semanas de absentismo. Aunque nadie dice que sea fácil. Durante ese tiempo, Thompson recomienda algunos trucos como lavarse los dientes ("está demostrado que el sabor y el olor a menta matan el deseo") o evitar los anuncios de televisión donde abundan estos nocivos alimentos. En tres semanas veremos que las ganas por lo dulce disminuyen y después de seis meses "el cerebro se cura de esa adicción", asegura Thompson.
Esta científica no es la única que pone el foco sobre los alimentos ricos en carbohidratos. Por ejemplo, la ONU recomienda limitar el consumo de azúcar por debajo del 5% de nuestra ingesta calórica diaria y advierte que una buena parte de los que consumimos están "ocultos" (y en cantidades nada desdeñables) en alimentos que ni sabíamos que los tenían.
Por ejemplo, un yogur de frutas puede contener hasta 6 cucharaditas de azúcar, que es la cantidad sugerida por la American Heart Association para consumir en un día entero. También la campaña Sinazucar.org, que presentó hace un año el fotógrafo y experto en nutrición Antonio R. Estrada, demostró las grandes cantidades de azúcar que contenían ciertos alimentos: por ejemplo, una barrita de cereales, casi 2 terrones de azúcar; un bote pequeño de salsa rosa, más de 4 y una botella de zumo de frutas casi 9.
Múltiples investigaciones científicas también vinculan las dietas altas en carbohidratos refinados con el aumento de peso y la obesidad. Según una revisión de 50 estudios sobre alimentación publicada en la revista Food and Nutrition Research, la cantidad de azúcar y harina que consumía una persona estaba directamente relacionada con el peso.
De igual modo, otra investigación recogida en el British Medical Journal determinó que cuanto más azúcar tomaba alguien, más pesaba. Con estos datos, los investigadores eran incluso capaces de predecir el peso de los participantes en función de su consumo de azúcar. Ante estas conclusiones, la dieta de Thompson ofrece cortar por lo sano con este aliado de los kilos de más.