No hay tópico más recurrente en cuestión de sexo que aquello de si el tamaño importa. Probablemente muchas mujeres dirían que a quienes más importa el tamaño es a los propios hombres. Pero con independencia de las preferencias personales de cada cual, parece haber algo evidente: tal vez importe o no, pero está claro que el tamaño no basta. Cuando se pregunta a las mujeres cuál es la fórmula mágica del orgasmo, una inmensa mayoría prefieren o necesitan además la participación de una mano habilidosa en la ecuación. O mejor dicho, una mano conectada a un cerebro que quiera complacerlas y sepa cómo hacerlo.
La última prueba de ello llega desde EEUU en forma de un estudio de la Universidad de Indiana y la web OMGYes.com que ha indagado concienzudamente en las preferencias de más de 1.000 mujeres durante el acto sexual. Aunque la encuesta se ha centrado en un solo país, la muestra es todo lo amplia que puede pedirse, ya que las participantes abarcan un rango de edad entre los 18 y los 94 años, para que nadie se quede fuera.
Atención al clítoris
El veredicto del estudio, publicado en la revista Journal of Sex & Marital Therapy, es contundente: solo un 18% de las encuestadas declara bastarse con la penetración para tener orgasmo seguro. El 36% necesita además ineludiblemente la estimulación del clítoris, mientras que otro 36% indica que "el orgasmo se siente mejor"con este último ingrediente, aunque no sea siempre un requisito. Como conclusión los investigadores, dirigidos por la sexóloga Debby Herbenick, señalan: "casi tres cuartas partes de las mujeres dicen que añadir la estimulación del clítoris durante la penetración es necesario para el orgasmo o que mejora sus orgasmos".
Los resultados, que confirman otros similares, deberían servir para que el misterio del orgasmo femenino lo fuera un poco menos. Según precisa a El ESPAÑOL el médico y sexólogo Vincenzo Puppo, que no ha participado en el estudio, "el orgasmo en todas las mujeres siempre está provocado por los órganos eréctiles, no por la vagina". Puppo explica que esto se aplica incluso cuando hay penetración; "el orgasmo vaginal y el punto G no existen", asegura. Sin embargo, añade el experto, "la religión y la mala educación sexual condicionan a las mujeres a creer que solo necesitan sentir placer por el pene en la vagina".
Otra fuente que contribuye poderosamente a seguir perpetuando estos mitos y confusiones es la pornografía. Un estudio de la Universidad de Quebec (Canadá) publicado ahora en la revista Journal of Sex Research analiza las representaciones del orgasmo en los 50 vídeos más vistos de la web Pornhub.com, para descubrir que, a diferencia de lo que ocurre en el mundo real, los vídeos porno "muestran a la mayoría de las mujeres alcanzando el orgasmo a través de la penetración (vaginal o anal) sin estimulación adicional del clítoris".
Claro que, quizá por ello, en los vídeos pornográficos analizados por estos investigadores "solo la quinta parte de las mujeres aparecen llegando al orgasmo, en comparación con las cuatro quintas partes de los hombres", añade el estudio. Los autores concluyen que "las representaciones del orgasmo masculino y femenino en la pornografía más vista pueden servir para perpetuar creencias falsas y expectativas poco realistas sobre el orgasmo femenino y la conducta sexual masculina". Quienes aún se aferren al mito del tamaño deberían tener en cuenta un dato: las mujeres lesbianas declaran tener orgasmos en el 75% de sus relaciones frente al 62% en el caso de las heterosexuales, según un estudio de 2014.
Un menú para todos los gustos
El estudio de la Universidad de Indiana ha profundizado más en las preferencias de las mujeres, para que nadie pueda culpar de sus carencias amatorias a la falta de información. Los autores presentaron a las participantes en la encuesta un amplísimo menú de opciones de estimulación manual u oral con el fin de saber qué les funciona mejor. Las variaciones incluyen dónde tocar, como directamente en el clítoris, cerca de él, en los labios vaginales u otras cercanías; con qué fuerza hacerlo, si firme, suave o a medio gas; o qué estilo de movimiento aplicar: " de lado a lado, arriba y abajo, en diagonal, circular, óvalos a lo alto o a lo ancho, presionar en un punto, pulsos rápidos en un punto, pellizcar, tirar, sacudir, dar palmaditas u otros", detalla el estudio.
Si hay alguna respuesta común a todo ello, es esta: sí. Es decir, que todas las opciones tienen cabida, aunque hay preferencias. La mayoría de las encuestadas, un 67%, prefiere centrarse directamente en el clítoris, si bien casi la mitad también aprecia los barrios periféricos. El grado de presión justo es ni mucho ni poco, entre suave y moderado, mientras que casi dos tercios de las mujeres se apuntan al movimiento arriba y abajo, seguido por el circular con casi un 52% y el de lado a lado con un 31%. En este caso las participantes podían elegir más de un estilo, aunque la encuesta revela que el porcentaje mayoritario, un 41%, ya tiene muy claro cuál es su modalidad favorita. No obstante, el estudio también revela que en la variación, tanto en estilo como en ritmo, está el gusto: como dice un meme que circula en internet, "el clítoris no es la cabina de un DJ; relájate".
Los autores concluyen que "en líneas generales, los resultados muestran una variabilidad sustancial en las preferencias de las mujeres estadounidenses". Pero para quien quiera graduarse en artes amatorias, el estudio ofrece otras pistas interesantes. Por ejemplo, no es sorprendente que las mujeres tiendan a manifestar una preferencia por "el tiempo dedicado a los preliminares, la familiaridad con la pareja y la intimidad emocional", pero en cambio quizá a alguien le sorprenda que a ellas tampoco les seducen especialmente las sesiones sexuales maratonianas: "la duración de las actividades sexuales importa menos a las mujeres de lo que sus parejas pueden pensar".
Explorar, sí, pero con rigor
Este no es el único aspecto en el que algunos hombres podrían estar engañados. Datos recientes indican que más de un tercio de las mujeres confiesa fingir en algunas ocasiones. Y parece claro que en muchos casos, como le demostraba Sally a Harry en aquella famosa película, la ficción imita estupendamente a la realidad, ya que los hombres tienden a sobreestimar la frecuencia de orgasmos de su pareja. No resulta extraño que, además, la mayor tasa de orgasmos teatrales aparezca precisamente en los casos de penetración sin estimulación del clítoris.
Frente a todo ello, Herbenick y sus colaboradores recomiendan un tratamiento que no viene en píldoras: "comunicación con la pareja sobre el placer y la satisfacción sexual". El consejo puede parecer obvio, pero la sexóloga puntualiza un detalle importante, y es que en lo tocante al clítoris –nunca mejor dicho– hay que ser precisos y rigurosos para fijar reglas concretas sobre 1) localización, 2) presión, 3) forma/estilo y 4) patrones. Experimentar, sí, pero no con una "simple invitación genérica a explorar", sugiere la experta. Y si para ello hay que inventar palabras nuevas, viene a decir, pues se inventan.
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